Después de Franco, las instituciones

“En España no hay nunca legalidad. No hay sino vencedores y vencidos”, Josep Pla, 13 de Diciembre de 1934.

 

“Después de Franco, las instituciones”, es un lema del tardofranquismo que he descubierto leyendo ‘La Transición Española: el voto ignorado de las armas’ de Xavier Casals y me ha ayudado a entender dónde estamos, de dónde venimos y a dónde vamos.

Así tituló Torcuato Luca de Tena, miembro de una familia monárquica, procurador en Cortes en los sesenta, un artículo en ABC el 9 de Junio de 1967. La tesis, del falangista Jesús Fueyo, era que el franquismo sobreviviría a la muerte del dictador porque las instituciones eran fuertes. El artículo hacía mención del Movimiento y de las Cortes franquistas, irónicamente dos de las pocas instituciones que realmente fueron abolidas durante la transición, pero tiene una fuerza que resuena y que me ha hecho pensar en las ruedas de prensa del gobierno español durante la crisis de Covid-19.

Militares, guardias civiles, policía nacional, son tres de las instituciones que continuaron sin problemas tras el franquismo. Hoy incluso han amenazado a los ciudadanos, pero cada día salen a dar explicaciones por TV legitimados nuevamente, no les fue necesario reformarse nunca. Como los jueces del TOP, 10 de los 16 siguieron en el Tribunal Supremo y en la Audiencia Nacional. Como la fiscalía. Como los altos cargos del Estado. “Después de Franco, las Instituciones”, efectivamente Fueyo y Luca de Tena tenían razón.

Esta crisis ha reafirmado el carácter del PSOE como partido monárquico y la verdadera viga que apuntala el sistema. Las numerosas fotos con Felipe VI en que el Borbón les pide explicaciones de sus acciones, son impensables en otros Estados. Paralelamente, protege a la familia real de cualquier investigación en el Congreso. Son parte íntegra del régimen, y sólo el discurso de ultraderecha de la oposición explica la tolerancia con ellos.

Leyendo el libro de Casals se entiende mejor todo el debate sobre los Pactos de la Moncloa. El ambiente de violencia que se vivió en los años de la Transición, los muertos de ETA y los muertos de las fuerzas armadas y policiales y sus amigos ultras, fueron el caldo de cultivo perfecto para que el ejército nunca abandonara control del Estado y pudiera tutelar la transición. Como explicaba Miquel Roca, un mensajero de los militares les llevó a los “padres” de la Constitución el redactado del artículo 2, que instituye la unidad indisoluble de España. Un episodio demasiado olvidado, pero que sirve para entender dónde estamos. Como siempre me recuerda el consejero exiliado y eurodiputado Toni Comín, de los 7 ponentes de la Constitución del 78, 4 habían sido miembros del Movimiento. ¿Cuántos ponentes de la Ley Básica de Alemania habían sido miembros del partido Nacional Socialista? Cero.

La violencia y la muerte son de nuevo el instrumento de las élites españolas para proteger el régimen, los nuevos Pactos de la Moncloa buscan forzar a un nuevo pacto que lleve a Podemos hacia una especie de constitucionalismo social y normalice a Vox como una fuerza más de el espectro político. Sánchez ya lo ha empezado a hacer diciendo que apelaría a “todos los partidos de la oposición”. En nombre de los muertos, harán pactar a todos, que todo el mundo apuntale el régimen y se ensucie. Que no quede alternativa. El consenso de los nuevos Pactos de la Moncloa será una recentralización parcial de la sanidad, la educación y el bienestar social y un fortalecimiento del ejército. Una LOAPA por la puerta trasera en nombre del bienestar de los ciudadanos.

Sánchez, que es listo, también quiere al independentismo dentro. Sabe que el retorno total al autonomismo está a un paso de ser realidad y no querrá dejar escapar la oportunidad. Vienen tiempos muy difíciles, con una caída del PIB del 20% este año, un paro estratosférico y una redefinición de nuestro modelo económico y social, especialmente en Cataluña. Hace falta un plan que, sin dejar de lado ni autodeterminación ni amnistía, vuelva a poner sobre la mesa el concierto económico. Hay que recordar que votar a los partidos españolistas, es votar por el expolio y contra tus propios intereses como catalán.

Volviendo al tema, imagino que muchos deben sentirse confundidos por la gestión del PSOE. Especialmente quienes consumen medios de alcance estatal o los independentistas que todavía creen en investiduras maestras. Pero lo cierto es que el PSOE no ha fallado. Y su vínculo con el régimen ha sido continuo en los últimos 45 años. Siempre ha protegido la monarquía, continuó la guerra sucia y los asesinatos secretos contra ETA y ha defendido siempre el modelo centralista, fuera de campaña electoral.

Todo se entiende mejor si sabemos que, como explica Casals en su libro, hay muchos indicios que indican que Carrero Blanco, antes de morir en 1973, medió con la Internacional Socialista para favorecer que Felipe González tomara el poder en el PSOE. Carrero no quería que el PSOE estuviera controlado por los históricos ni por los exiliados, necesitaba gente joven y con ganas de tomar el poder a cualquier precio, no republicanos con memoria. Por este motivo hizo gestiones con Gustav Heineman, que en aquella época era Presidente de la República Federal Alemana para que intercediera con Willy Brandt. Carrero Blanco veía venir que habría cierta apertura política, y quería que el PSOE formara parte de ella. 45 años después, se puede decir que, Zapatero aparte, tuvo bastante éxito.

En cuanto a Podemos… hacen pensar en la Liga Regionalista de finales de los diez. Convencida de que tener algún ministro catalán significaba haber acabado con el régimen dinástico, cuando en realidad lo reforzaron y quedaron engullidos en él. Probablemente a los podemitas les pase lo mismo, y el hecho de que sus líderes sean de Madrid, y tengan pocas posibilidades de gobernar Cataluña, aumentará su centralismo. Podemos ya ha transigido con el regreso de los militares a la vida pública, y cederán para ser parte de los Pactos de la Moncloa 2.0, que preparan las élites del Estado y sus acólitos mediáticos. El componente de recentralización social lo hará todo más digerible.

“Después de Franco, las Instituciones”, decían. Y así ha sido, a pesar de Europa y a pesar del derecho a votar cada cuatro años y cambiar gobiernos. 45 años después de la muerte de Franco, nadie se ha atrevido a reformar las instituciones del Estado, y eso no hay eurobonos que lo solucionen. Cataluña mientras está atrapada, a pesar de haber actuado más racionalmente que el gobierno español, con una autonomía infrafinanciada, sin poder real y a veces no suficientemente bien gestionada. Como se ve comparando con el número de muertes de otras pequeñas pero independientes naciones de Europa, la falta de soberanía, se paga muy cara.

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