Tamara Muruetagoiena: “Mataron a mi padre sin haber hecho nada. Necesito saber la verdad”

Entrevista a la hija de Esteban Muruetagoiena, que falleció tras ser detenido y torturado por la Guardia Civil · Cuenta el dolor que le causa que El País haya dado voz a José Barrionuevo

Las palabras de José Barrionuevo este fin de semana en El País han indignado a muchas víctimas de la guerra sucia contra ETA –o contra todo lo que decían que era ETA– en el País Vasco. Un ejemplo es Tamara Muruetagoiena, hija de Esteban Muruetagoiena, un médico de Oiartzun que murió días después de haberlo detenido la Guardia Civil, con el cuerpo lleno de signos claros de tortura. La versión oficial, la que reprodujo mayoritariamente la prensa española, decía que había muerto de un infarto, y en ningún caso hablaba de violencia.

La manipulación mediática de este caso es una de las cosas que ha recordado Tamara en Twitter estos días: “Hace cuarenta años El País desinformó sobre la muerte de mi aita. Hoy se dedica a entrevistar a terroristas pasados de moda”. Explica que ningún medio, aparte VilaWeb, se ha puesto en contacto con ellos para hablar después del twit, y que está acostumbrada a recibir mucho apoyo de Cataluña.

Hablamos sobre la historia de su padre y la lucha de la familia por la verdad, la justicia y la reparación. Como otros muchos casos en el País Vasco, es una historia de incertidumbres, dolor silenciado e impunidad.

— Su padre, Esteban Muruetagoiena, era el médico titular del municipio de Oiartzun y le detuvieron el 6 de febrero de 1978. ¿Qué pasó?
— Un comando de ETA tuvo un rifirrafe con la Guardia Civil y hubo un tiroteo. Huyeron y aparecieron en nuestra casa de noche pidiendo auxilio, porque uno de los miembros del comando estaba herido. Mi padre le salvó la vida. Luego fue detenido y juzgado por estos hechos, pero demostró su inocencia: era su obligación como médico y estaba bajo amenaza por parte de los miembros del comando armado.

— Pero tres años después, volvieron a detenerle.
— Nunca sabremos por qué… Con la ley antiterrorista de entonces podías pasar hasta diez días incomunicado. Él fue liberado el noveno día, sin cargos. No sólo estaba en un estado físico deplorable, sino también en un estado psicológico muy preocupante, delirando, sin noción del tiempo y sin saber dónde estaba. Murió tres días después. Un hombre de treinta y ocho años…

— ¿Qué explicó él y cómo supo la familia que había sido torturado?
— Primero, por cómo estaba cuando salió. Segundo, porque hay dos testigos que dicen que durante la detención le oyeron gritar mientras le torturaban. Uno, Vicente Ibarguren, detenido en una celda contigua. El otro, mi madre, detenida esos mismos días. También la pusieron en una celda contigua para que oyera cómo gritaba. Y, tercero, porque durante esos tres días explicó cómo le habían torturado. Estaba psicológicamente destruido y eso fue lo poco que pudo contar.

— La autopsia concluyó que había muerto de una parada cardíaca. ¿Cómo se hizo?
— La hizo un médico que no tenía conocimientos de medicina forense. Desde el punto de vista médico, esto no fue una autopsia. Era un médico generalista, sin instrumental adecuado y que lo hizo en un cementerio, que no es un sitio adecuado. Esto fue denunciado por forenses de Amnistía Internacional y por otros forenses en una conferencia en París. No abrió el corazón de mi padre, por tanto, no podía saber si había muerto de un infarto o no. En aquella no autopsia estaba presente el tío de mi padre, que sí tenía conocimientos médicos y corroboró que lo que hizo el médico fue una escabechina, profanar un cuerpo.

– ¿Qué dijo sobre los signos de violencia?
— Dijo que no había, pero sangraba de un oído porque tenía el tímpano roto. Los médicos forenses dicen que fue por un golpe en el cráneo. Tenía los testículos llenos de moratones, y esto es muy duro. Tenía moratones en la parte baja de la espalda… El Instituto Vasco de Criminología, cuando hizo el informe sobre tortura en el País Vasco, corroboró que esos signos eran por torturas y que deberían haberse investigado.

– ¿Cómo se explica la actuación del médico?
— Había médicos que se ganaban un dinero extra haciendo acciones ilegales, trabajos sucios para el gobierno para tapar casos como éste. No siguió con rigurosidad lo que requiere la profesión. Él era un médico generalista en Gernika, el doctor Alfageme, todavía está vivo. Es conocido por otros pacientes porque dice cosas como, “esto, rezando tres avemarías, se te pasa”. Es un médico negligente que se sacaba un extra trabajando para el gobernador.

— Era una niña cuando ocurrieron los hechos y se enteró de todo esto pasados varios años, cuando ya era mayor de edad. ¿Qué ha podido esclarecer y cómo ha sido el proceso para que se hiciera justicia?
— Es muy complicado, porque yo me enteré diez años después, y le pregunté a mi madre por qué no me había contado toda la historia. Ella no podía contármelo, no se sentía lo suficientemente fuerte, y me dio una carpeta con recortes de periódicos de la época. Reconstruí la historia entre esto, papeles del juzgado, notas del abogado y unos audios que logró el gobierno vasco de personas que habían estado presentes en la autopsia, entrevistadas años después. Pero hay muchas lagunas. Una de las cosas más dolorosas es la chapuza que hicieron. Cuando acudió a juicio tras la primera detención, en el auto las fechas eran erróneas, incluso los papeles oficiales están mal. Es muy doloroso que no sólo fueran crueles con mi padre sino que también fueran tan torpes.

— La mayoría de periódicos españoles compró el relato de que había sido un infarto.
— La prensa desinformó de forma bestial. El ABC dio datos erróneos, El País fue algo más suave pero no contrastó las fuentes y nunca dijo que a mi padre le habían soltado sin cargos. ¡Esto es muy importante! El Correo Español, igual. Egin explicó una versión completamente distinta, y también la revista Punto y Hora. Y la Guardia Civil denunció a Egin por el tratamiento de las noticias de la muerte de mi padre.

— ¿Ha llegado a alguna conclusión sobre quiénes fueron los responsables?
— De entrada, no se sabe muy bien por qué le detuvieron la segunda vez. Tampoco por qué le dejaron libre el noveno día y no otro. Desde el primer momento sabían que no había cometido ningún delito y, sin embargo, fueron extremadamente crueles con él, y fue maltratado también después de su muerte. Hay una caja negra de lo que ocurrió aquellos nueve días. Si ningún agente de la Guardia Civil dice qué pasó, nunca sabremos nada.

— No ha podido saber ni el nombre de los agentes.
— Los policías no hablan… Y los secretos oficiales no me permiten tener acceso a la forma en que le detuvieron. Sabemos que fue la Guardia Civil, que le llevaron a la comandancia de San Sebastián, que después se lo llevaron a Madrid… Se levantó en una ciudad distinta, como un perro desorientado, sin saber diferenciar entre realidad y ficción. Las personas que estaban en la Audiencia Nacional le llevaron hasta San Sebastián, así de triste.

— ¿Qué sintió el otro día cuando leyó la entrevista a Barrionuevo en El País?
— Desgraciadamente, estamos acostumbrados a que El País y otros medios entrevisten a los terroristas de los GAL. Ya han pasado el ocaso de su vida, no se sabe muy bien por qué, pero cuentan sus crueles batallitas… Es brutal. Barrionuevo no tiene nada que ver con el caso de mi padre, pero tiene que ver con los GAL, cuyas víctimas son amigos míos. Que de repente hagan una entrevista a este impresentable y se vanaglorie de toda su actividad criminal es muy doloroso. Y que El País haga esto es muy triste y hiere. No hemos tenido acceso ni a la verdad, ni a la justicia, ni a la reparación institucional.

— Sorprende que lo diga con esa tranquilidad e impunidad…
— Echo buena parte de las culpas a El País, porque le ha dado voz. Ellos eligen a quienes dan voz y saben cuáles son las consecuencias. Sabían que Barrionuevo diría barbaridades y le entrevistaron, sabiendo que haría daño a muchas personas, pero que a la vez no habría ningún juez que se querellase por enaltecimiento del terrorismo, aunque lo es.

— Parece que todavía hay mucha gente que piensa que contra ETA –o todo lo que se decía que era ETA– cualquier método estaba justificado.
— Por supuesto. Ellos logran tener esa impunidad porque aunque son actos criminales y se saltan sus propias leyes, se considera que han sido terroristas contra terroristas. Han hecho que la opinión pública piense que se excedieron, pero que se lo merecían, con la idea de que “a veces hay que hacer ciertas cosas”. En el caso de mi padre, este argumento no funciona, era oficialmente inocente, primero con una sentencia, después porque lo liberaron sin cargos. Su caso desmonta todo esto, le mataron sin haber hecho nada malo. De hecho, habiendo salvado la vida de un hombre. Eran hombres armados en casa y yo sólo tenía cuatro años. A mí también me protegió…

— ¿Cómo valora el papel del PSOE en las reacciones de estos días?
— Nunca los he entendido y nunca los entenderé. Han sido muy constantes en su carencia de lógica. El PSE ha tenido que reaccionar porque esto se cae por su propio peso. Vienen elecciones y no reaccionar les pasaría factura, porque la sociedad vasca va muy avanzada, en eso hay cosas que no las tolera. En el ámbito estatal, pueden permitirse el lujo de no reaccionar porque en España el terrorismo y la violencia de estado está muy difuminada. Marlaska ha hablado, pero a mí estos jueces y ministros de Interior megalómanos que tanto hacen una cosa como otra… Tiene un horroroso currículum, ha sido denunciado siete veces por Estrasburgo por no haber investigado torturas. Ha mirado siempre hacia otro lado y habla ahora contra Barrionuevo. Dudo de su palabra, pero las palabras de él y el PSE son bienvenidas, porque han hecho lo mínimo.

— ¿Qué pediría usted?
— Necesito acceso a la verdad, una investigación profunda sobre lo que pasó. También necesito acceso a la justicia. Esto será casi imposible, porque el caso ha prescrito, pero me gustaría conseguirlo. Y, por último, una reparación estatal. Porque tenía un padre en perfectas condiciones y me quedé huérfana de padre cuando el Estado se lo llevó. Esto requiere una reparación institucional. La primera política que llevó el caso a una institución fue Clara Ponsatí, una catalana. El año pasado lo llevó al Parlamento Europeo y le estaré agradecida eternamente, es muy importante que pase la frontera del País Vasco. Yo me dedicaré a su memoria y dignidad para que sirva para las futuras generaciones. Quiero que mi hijo se sienta orgulloso de lo que hizo su madre por su abuelo y por los derechos humanos.

VILAWEB