Emilio Mola Vidal, general duro y sin sentimientos; frío y conspirador fue el cabecilla en Navarra del Alzamiento Nacional. En su estrategia, se equivocó al decidir actuar desde el primer momento con extrema dureza para amedrentar a la población, tal como lo explica von Clauswitz en Vom Kriege. Confiaba que la cerrazón mental tradicional de los carlistas y requetés, convenientemente orientados por las tropas acuarteladas en Navarra sería suficiente para encender el odio a sus vecinos vascos para lo cual su primer objetivo fue la invasión de “las provincias separatistas vascas”. La represión contra los simpatizantes de los vascos fue silenciosa, pero demoledora, pues los jóvenes que se negaban ir al frente eran liquidados sin más trámites, enterrados en las cunetas o arrojados vivos a simas, incluso familias enteras. Los rebeldes ocuparon todos los organismos públicos poniendo al frente a personajes sin más cualificación que su ferocidad y haciendo gala de su incultura. Fue errónea su estrategia, pues su acción reavivó los sentimientos muy difuminados de nación que compartían con sus hermanos de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba. Además, una parte se exilió a Iparralde, perseguidos por las hordas de Mola.
Después, durante el Franquismo y la Transición se fomentó la política de ignorancia de los vascos y se potenciaron inútilmente las relaciones con Aragón o La Rioja, lo que provocó el auge de UPN, el partido que resume las ideas retrógradas del navarrismo corrupto y antivasco que provocó la pérdida de gran parte del rico patrimonio público con la inestimable colaboración del Opus Dei, que monopolizó todos los cargos decisivos de la DFN y fomentó la inmatriculación de innumerables inmuebles de propiedad pública a favor de la Iglesia católica. Además, aún está pendiente de aclarar la quiebra de la Can intencionadamente envuelta en una nube de misterio que la justicia aplaza sine die. Y lo sorprendente es que la actual coalición progresista en el gobierno no denuncia a los culpables de la desaparición de una de las entidades de crédito más solventes del Estado.
Y, last, but not least, está pendiente de identificar y dar sepultura digna a miles de desaparecidos enterrados en las cunetas a lo que UPN considera “algo démodé”. Madrid siempre ha considerado Navarra un “asunto de Estado” encomendando su solución a la Guardia Civil.
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