‘Baskenmütze’


Para los nazis, el folklore vasco mostraba afinidades con la simbología nórdica -el lauburu era casi una equivalencia de la runa ‘sonnenrad’- pero los vascos étnicos eran considerados simple remanente de una estirpe preindoeropea y, por lo tanto ajena a la arianización unificadora que para la desgarrada Europa aspiraban a establecer, tras las huellas de la Sociedad Thule, los ideólogos del Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes.

Paradójicamente, la boina de los vascos llegaría a formar parte del uniforme de las tropas germanas en el período que va desde el año de 1938 al de 1940. Y conste que sobre la veracidad del hecho no cabe la menor duda porque la prenda en cuestión era llamada oficialmente ‘baskenmütze’ que en romance es tanto como decir ‘gorra vasca’ o sea, hablando claro y pronto, boina o chapela. Tocados con ella los hombres de un batallón de reconocimiento de las SS-Verfügungsdivision montaron guardia sobre la línea férrea en la entrevista que Franco y Hitler sostuvieron en Hendaya.

La pronta exclusión de la boina vasca del atuendo de las tropas alemanas fue justificada por los mandos militares germanos en razón de considerarla antiestética y de no ofrecer ventajas prácticas en el combate. De la practicidad bélica de la boina dan cumplido testimonio la multitud de combatientes que en las guerras carlistas y en la del 36 combatieron con la boina puesta. En cuanto a la alegación de que resultaba antiestética, tengo para mí que se basaba en el dato bizarro de que, carentes los alemanes de tradición en el empleo de esa prenda, dispusieron reglamentariamente que debía usarse encajándola sobre un casco protector interno. Esto hacía que quienes la portaban parecieran ridículamente cabezones. Estime el lector lo mala impresión que este hecho podía causar en ese tiempo de cultivo ideológico de las mitologías, cuando ser cabezón evocaba a los enanos infrahumanos que en la operística de Wagner -implementada por los nazis como instrumento de propaganda cultural- representaban a las oscuras fuerzas inferiores en contraste con los poderes luminosos del Wallhalla de los arios. Tres décadas más adelante, en la cabeza de ‘el Ché’ Guevara, la boina se convertiría en el símbolo más popular del castro-comunismo y algunos años más tarde del castro-sandinismo, llegando a formar parte de la vestimenta de los clérigos de la teología de la liberación. Sucede que hasta en materias tan sencillas, como es el caso de la boina, la realidad se presenta como un verdadero entrevero cuando se entra en el terreno de los símbolos.

Publicado por El Diario Vasco-k argitaratua