Josep Costa
Sobre la relación entre los funcionarios y los políticos ya se han realizado muchas tesis doctorales y no descubriré nada. Pero sobre la relación entre las cloacas del Estado y el gobierno español creo que hay mucha desinformación. No puede decirse que exista una estructura de poder que actúe al margen o en contra del gobierno central. Hay un poder, el judicial, que manda más que el gobierno y una monarquía que no debería mandar y lo hace. Pero esto no es lo mismo.
El sistema funcionarial español es muy distinto al que tienen otros países. Y el catalán pudo ser diferente al español en su momento, pero lo imitó íntegramente y ahora ya no hay margen de mejora hasta la independencia. Formalmente, el sistema pretende garantizar la neutralidad y la independencia de los funcionarios, pero en la práctica su politización es muy habitual.
Los políticos pueden intentar enchufar funcionarios y sin duda lo hacen, pero una vez que han ganado una plaza no es fácil apartarlos y mucho menos echarlos. Pero existen sitios de libre designación y nombramientos internos más o menos discrecionales. Y lo que es más importante, existe la posibilidad de encargar de modo informal ciertos trabajos a los que te merecen más confianza. Todo el mundo ha oído hablar de funcionarios que cuando no gobiernan los “suyos” casi no tienen trabajo.
En todas las administraciones hay funcionarios en los que políticos de todos colores pueden confiar plenamente. Pero a un determinado nivel, la mayoría sólo son de confianza según quien manda. Quienes deben realizar trabajos más delicados suelen ser de este tipo. Y quienes hacen el trabajo sucio a los políticos, también. Luego están los que ponen trabas, filtran cosas o se alían con los partidos de la oposición para impedir que determinadas decisiones se ejecuten. Esto, que también es habitual, no es lo mismo que hacer lo que quieren al margen de quien gobierna.
La Administración siempre ha sido y sigue siendo jerárquica. Y conceptualmente, la Administración del Estado es el instrumento del gobierno central para desarrollar e implementar sus políticas. Lo mismo ocurre con las cloacas. Son un instrumento del gobierno de turno. Como ya he ido avanzando, no se trata de que los funcionarios que han trabajado sucio para un gobierno lo puedan hacerlo para otro cualquiera. Se trata más bien que cada gobierno sabe en quien puede confiar y en quien no.
Las cloacas, aparte de hedor, no reparten el poder de otra manera. Si hay bandos, es por las razones que he dicho. Porque cada partido de gobierno sabe a quién puede mandar los trabajos. No es porque quienes tienen responsabilidades cuando manda el PP tengan el mismo poder cuando manda el PSOE, sino todo lo contrario. Sean policías o espías, siempre están los de confianza y los que son de confianza de los adversarios.
Es evidente que existe margen para todas las corruptelas imaginables. Y para utilizar la información o los conocimientos que tienes de cuándo has ocupado posiciones de poder para estorbar a quien manda. Pero es sencillamente inverosímil que un funcionario abiertamente desleal pueda disponer de dinero, personal y recursos públicos para ejecutar decisiones contrarias a sus superiores jerárquicos.
En definitiva, hay cloacas, policía patriótica, ‘deep state’, y lo que quieran. Pero Estado sólo hay uno. Monarquía sólo hay una. Gobierno sólo hay uno. Ejército sólo hay uno. Servicios de espionaje sólo hay unos. Sólo existe una cadena de mando. Lo que define a la soberanía es tener el monopolio de la violencia estatal. Y en esto los españolistas tienen razón: la soberanía es única e indivisible.
Que dejen pues de intentar tomarnos el pelo. No hay un estado en el Estado. No existen estructuras de poder paralelas. Ningún gobierno del mundo lo permitiría. Hay funcionarios leales y desleales, pero en cada momento está claro quién manda. Y ahora manda el PSOE con la colaboración de Podemos y la complicidad de ERC.
EL MÓN