Entrevista a Xabier Irujo, historiador.
El profesor de la Universidad de Nevada es uno de los mayores expertos en el bombardeo de la localidad vasca y considera “éticamente reprobables” algunas de las reacciones a la intervención del líder ucraniano
Xabier Irujo es probablemente la persona que más ha investigado en los últimos años el bombardeo de Gernika, de actualidad 85 años después al hilo de la intervención de Volodímir Zelenski en el Congreso. Catedrático de Historia por la Universidad de Nevada y profesor de Estudios de Genocidio en este mismo centro, ha seguido con indignación las airadas declaraciones de determinados sectores políticos y mediáticos a raíz de la mención del presidente ucraniano. Desde su punto de vista, son el último eslabón de una cadena de mentiras que se inició desde el mismo momento del bombardeo.
¿Le han sorprendido las reacciones a la mención de Zelenski sobre el bombardeo de Gernika?
Sí, me ha sorprendido la reacción de Santiago Abascal, de Herman Terstch, de Jamardo… Es muy difícil digerir que existan en pleno siglo XXI reacciones de este tipo, que son expresiones de odio, ante una masacre.
¿Y la referencia del presidente ucraniano a Gernika y Mariúpol? ¿Le ha parecido adecuada?
Zelenski no quería comparar dos situaciones idénticas ni dar una lección de historia en torno al contexto en el que se desarrolló, por un lado, el bombardeo de Gernika, y, por otro, el contexto que rodea a los bombardeos de Mariúpol u otras ciudades ucranianas. Lo que pretendía era resaltar el aspecto simbólico de Gernika, que representa la muerte de seres humanos, todos ellos víctimas de la guerra. Eso es lo que representa Gernika y a lo que hacía mención, y es lo que todos, o la gran mayoría, entendemos de buena fe. Hay muchas personas que están perdiendo sus vidas en el curso de bombardeos indiscriminados contra poblaciones abiertas. Eso ocurrió en Gernika, y eso quiso indicar Zelenski.
¿Hasta qué punto esas reacciones que comenta engarzan con lo que fue, primero, una negación histórica en torno al bombardeo y, después, una relativización o un reduccionismo sobre el mismo? ¿Se habrían producido sin ese histórico que comienza desde el mismo momento del bombardeo?
Hay una vinculación muy clara. Esta reacción viene al hilo de un proceso histórico que dio comienzo con la orden de Franco de negar que Gernika hubiera sido bombardeada y, posteriormente, de acusar a los rojos de haber quemado su propia ciudad. Esa mentira original generó una corriente negacionista que se dilató durante 40 años, lo que duró el régimen, y posteriormente dio lugar a una corriente reduccionista o revisionista que continúa gozando de buena salud. Estas declaraciones entran en esa línea que pretende reducir el impacto del bombardeo y cambiar su naturaleza: no fue un bombardeo de terror, sino que fue fruto de la propaganda soviética de aquel tiempo, dicen algunos. Negar la existencia del bombardeo fue una orden de Franco, y hay un amplio espectro de la historiografía y la política española que continúa acatando esa orden. Estas reacciones acatan la lógica de la negación instaurada en el 37. Lo hemos oído desde Vox y desde muchos otros círculos académicos y políticos. Hay un hilo conductor, por supuesto; y hay un discurso que se ha incrustado en una parte de la sociedad y que sale cuando asoma la palabra Gernika. Hablan de patraña, de mito… 40 años de negacionismo son muchos.
Parece que hay sectores que no se sienten cómodos cuando se menciona aquel episodio. Zelenski no señaló a nadie, pero las reacciones han sido airadas…
Efectivamente, y las razones son las que comento. La orden de Franco de negar el bombardeo y todo lo que ha venido después ha generado esta dinámica. Es una herida en la memoria del pueblo vasco que no se deja cicatrizar. Las víctimas del bombardeo no pueden reposar en paz, no se les ha permitido. Y quiero subrayar que son al menos 2.000 las víctimas mortales, según podemos evidenciar en virtud de la documentación que poseemos y en virtud de los testigos del bombardeo que ofrecieron sus testimonios en su día. Lo más grave, en todo caso, no es la reacción, sino el significado que se detrae de palabras como las de Abascal.
¿A qué se refiere?
¿Qué significa que mencionar Gernika signifique traer a colación iconografía soviética y, sin embargo, se debe hablar de Paracuellos? Estas personas pintan a los muertos de colores. En su opinión existen víctimas legítimas en razón de su credo, etnia, religión o su ideología… solo el resto son muertos ilegítimos. Eso es algo terrible, aberrante. Hay pocas cosas menos humanistas que restar valor a la vida humana según las particularidades de las víctimas.
En su última obra en torno al bombardeo de Gernika habla de un proceso histórico marcado por la negación, las falsedades y el reduccionismo. De todas las mentiras sobre aquella masacre, ¿cuál es la más hiriente?
Sin duda, el tema que más me hiere como ser humano es el tema de los muertos. Podemos discutir sobre el número de aviones que participaron en el bombardeo o sobre las toneladas de bombas que se lanzaron; está documentado, pero se pueden tratar estos temas historiográficos. Ahora, en el caso de las víctimas mortales, cuando tenemos documentos que indican que fueron más de 2.000, que haya gente que se enroque en mantener que es una patraña es éticamente reprobable. Están matando dos veces a las víctimas porque se niega la existencia a aquellas personas que, desarmadas, fueron ese día a por comida al mercado y perdieron sus vidas. Este tema trasciende la pugna historiográfica. Y en muchos países declaraciones como las de Abascal constituyen un crimen.
¿De dónde nace la negación del bombardeo de Gernika? ¿Se trató de negar por vergüenza o estaba previamente decidido?
La orden de Franco de negar que el bombardeo hubiera ocurrido y, al mismo tiempo, ordenar que se dijese que habían sido los rojos los que quemaron la ciudad en retirada se dio antes de las 7.00 de la mañana del 27 de abril de 1937, horas después del bombardeo. Se telegrafió a Alemania e Italia, probablemente también a Portugal. Lo que tenemos nosotros es la recepción de la orden, enviada por parte de Franco, y que recibe el delegado italiano, que a su vez se la envía a Mussolini a las 7.00 de la mañana de ese día.
La negación no termina de surtir efecto, ¿por qué? ¿Qué papel juegan periodistas como George Steer?
La mentira no caló en países con una tradición democrática prolongada, donde no existía la censura. La orden cuajó en toda la zona controlada por los rebeldes y también en Italia, en Alemania, en Portugal, incluso en Japón… En el Reino Unido, Estados Unidos, Canadá o Australia no funcionó, gracias sobre todo a la actividad de los corresponsales internacionales. Corresponsales como Noel Monks, australiano; el británico George Steer, o Mathieu Corman, por citar algunos, visitaron Gernika y ofrecieron al mundo sus crónicas. Además, la mentira tampoco fue coherente, se mintió mucho y muy mal.
Pero, aun así, se apostó por insistir…
Al año del bombardeo fue el Duque de Alba quien contactó con Franco y le vino a decir que había que mentir, sí, pero que había que mentir bien. Le pidió que redactara y publicara un informe de apariencia científica que diera a conocer al mundo, en inglés, que la destrucción de Gernika se debía en realidad a un incendio provocado por los rojos. Ese es el famoso informe Herrán, de 1938, que señala que Gernika fue ligeramente bombardeada, que cayeron unas seis bombas, y que esa excusa fue utilizada por los que denominaron rojos para quemar la localidad con fuego y dinamita. La Legión Condor no lanzó seis bombas sobre la localidad, sino miles de bombas explosivas e incendiarias.
¿Por qué era tan importante ahondar en esa versión? ¿Por qué no buscaron pasar página?
Porque el bombardeo de la población civil y su ametrallamiento durante tres horas y media era algo bárbaro, y Franco se presentaba ante el mundo como el defensor de la religión y de la verdad. De hecho, es tan radicalmente clave que el eco que tuvo en la esfera internacional fue el punto de inflexión del apoyo de países y partidos políticos a Franco. A partir de aquel bombardeo y otras atrocidades similares, el bando franquista empezó a perder el apoyo de sectores de la iglesia católica y de otros actores internacionales.
En sus obras menciona una fase posterior a la de la negación inicial, en la que se instaura el silencio.
Hay una anécdota histórica que ilustra bien cómo se sembró el terror. Un nuevo párroco fue asignado a Gernika, y repetía en sus sermones que la población de Gernika debía purgar sus pecados por haberse alineado con el bando republicano y por haber incendiado su propio pueblo. Dos mujeres de Gernika, que habían perdido sus casas, pero seguían yendo a misa en la localidad, decidieron ir a hablar con el sacerdote con toda su buena fe. Le dijeron que ellas mismas habían visto que Gernika había sido bombardeada y que no eran culpables de haber quemado sus casas. Al día siguiente una de ellas fue arrestada, le raparon el pelo y la pasearon por la localidad después de haberle dado aceite de ricino. Después estuvo más de un año en prisión. Este tipo de acciones explican el silencio que se instauró sobre la base de un miedo terrible.
Habla también de hojas parroquiales arrancadas, labores de desescombro en las que se obvian los cadáveres…
De un lado, los libros parroquiales de Forua u otras localidades en los que se registraron los muertos del bombardeo aparecen tachados y con hojas arrancadas. Pero lo que es más grave fue no registrar los cadáveres. El Gobierno vasco contabilizó 1.654 víctimas, la mayoría de las cuales perdieron sus vidas los días siguientes al bombardeo en hospitales como consecuencia de sus heridas. Las autoridades vascas no tuvieron tiempo de iniciar el desescombro y, por tanto, no pudieron contabilizar el total de víctimas mortales porque muchos cuerpos habían quedado sepultados bajo las ruinas. El gobierno rebelde comenzó el desescombro del centro urbano tras la guerra y no terminó esta labor hasta noviembre de 1941. ¿Sabe cuántos cuerpos se registraron?
¿Cuántos?
Ninguno. Después de desescombrar más de 60.000 metros cúbicos no se registró el hallazgo de ningún cuerpo. Evidentemente, el gobierno rebelde no quiso registrarlos y eso, obviamente, es un indicativo del nivel de ocultación de que fue objeto todo lo relacionado con el bombardeo. Tenemos testimonios de las personas que participaron en las labores de desescombro que señalan que los cuerpos eran tirados junto al escombro. Se quiso borrar toda evidencia del bombardeo. La Gernika actual se construyó sobre aquellos escombros y se encuentra metro y medio más alta que aquella.
Menciona que en un periodo histórico más cercano ese negacionismo inicial deja paso a un “reduccionismo”. Se quita hierro a aquellos bombardeos. ¿Qué es lo que ocurre?
Poco antes de la muerte de Franco sectores del régimen comenzaron a entender que la mentira de Gernika no se sostenía. Ricardo de la Cierva, jefe del Gabinete de Estudios sobre Historia en el Ministerio de Información y Turismo, y posteriormente director general de Cultura Popular y presidente del Instituto Nacional del Libro Español, hizo suya la misión de rescribir la historia de España de una manera más digerible. De la Cierva dio el paso del negacionismo al reduccionismo. Mencionó el bombardeo en al menos tres de sus artículos, señalando que los muertos “no pasan de una docena”, textualmente. A partir de ahí se generó el discurso de Salas Larrazábal o el de Vicente Talón, que recogieron el testigo.
Los escritos de Salas Larrazábal son muy conocidos, ¿no los podemos considerar rigurosos?
No, son libros sesgados. Tienen aportaciones historiográficas, como casi todos los libros de historia, pero el autor partió y fundamentó sus tesis en el informe Herrán, al que el autor dotó de la legitimidad como fuente historiográfica que no tiene. La lectura constituye un entretejido de trampas: nivel material de destrucción, número de aparatos, naturaleza del ataque… Y es especialmente grave lo que señala sobre el número de muertos. Hay que tener en cuenta que su hermano fue piloto de la Legión Cóndor y uno de los responsables del bombardeo de Otxandio en julio de 1936, por ejemplo. A consecuencia de aquel ataque perdieron la vida 61 personas. Un 73,77% de las víctimas eran civiles. 24 eran menores de edad y 16 de los muertos tenían menos de diez años.
¿Por qué hay tantas diferencias en torno al número de muertos? “Una docena”, según De la Cierva; algo más de un centenar, según otras fuentes; unos 300; alrededor de 800; más de 1.600… Usted habla de más de 2.000, en su obra ‘Gernika’.
Después de tres días colaborando en la recuperación y registro de cadáveres, Jose Labauria, alcalde de Gernika, habló de miles de víctimas mortales, y Pedro Basaldua mencionó más de 3.000. En mi caso, hablo de más de 2.000 porque esta es la cifra que podemos documentar; con la documentación de que disponemos ni podemos dar una cifra menor ni una cifra exacta. La literatura reduccionista tiende a mentir por omisión, como es el caso de Salas Larrazábal, que sin aporte de pruebas ni tan siquiera menciona el registro de muertos del Gobierno vasco, que habla de más de 1.600 muertos. Tampoco menciona a ninguno de los 38 testigos que dieron cifras de más de mil muertos. Y se limita a restar credibilidad, hablando de “exageraciones”, a testigos del bombardeo como Noel Monks, que vio 600 cadáveres para ser identificados el mismo día del bombardeo, y que en crónicas posteriores hablaría de “varios miles” de víctimas mortales.
Usted señala que solo en uno de los refugios, el de Andra Mari, murieron muchos más de los que señalan estas fuentes.
Solo en el refugio Andra Mari murieron las 450 o 500 personas que allí se encontraban. Concretamente, solo hemos podido registrar tres supervivientes en dicho refugio. Y lo sabemos por los testigos que trabajaron allí, ayudando a desescombrar y recuperar los cuerpos de las víctimas. Contamos con 38 testimonios contrastables contemporáneos a los hechos que aportan información sobre este punto, y estos 38 suponen el 100% de los testimonios directos sobre el bombardeo que dieron a conocer de forma libre y sin coacción un número de víctimas mortales en aquel momento. Sin embargo, las fuentes negacionistas o reduccionistas se limitan a señalar que no están identificadas. Y eso en una localidad en la que las bombas incendiarias elevaron la temperatura hasta 3.000 grados centígrados. En estos casos no se podían identificar los cadáveres, además en un municipio abarrotado, ya que era día de mercado y se habían congregado en la villa entre 10.000 y 12.000 personas, muchas de las cuales habían llegado en tren desde Bilbao.
Algunas fuentes niegan también que hubiera mercado…
Es un buen ejemplo para tratar sobre las falsedades que rodean al reduccionismo. Fue Vicente Talón quien mencionó una orden del lehendakari Agirre relativa a la cancelación del mercado. Y dicha orden en efecto se emitió, pero lo que no dijo el autor es que se firmó el 27 de abril, un día después del bombardeo… Una vez más, estamos ante una falsedad con una razón de ser. Si no hubo mercado, no hubo tanta gente en la localidad; en consecuencia, el número de víctimas mortales debe de ser menor. El autor se limitó a mencionar la orden sin reproducirla. Existe una copia de la orden de Agirre en el Centro de Documentación del Bombardeo de Gernika, y también fue reproducida por Castor Uriarte en su libro sobre el bombardeo. Esta es una de tantas mentiras.
Otra de sus aportaciones pasa por poner de relieve la dimensión internacional que adquirió el bombardeo antes de la obra de arte de Picasso. Sostiene que era muy conocido a nivel internacional antes del cuadro.
De hecho, Picasso título su obra y la dedicó a este acontecimiento por el eco internacional que tuvo la noticia del bombardeo. Había habido muchísimos bombardeos, todos ellos terribles. Solo en el frente vasco más de 2.000 entre julio de 1936 y agosto de 1937, en el frente catalán muchos más. Y en España más aún. Picasso eligió Gernika por lo que simbolizaba. Tan solo en los Estados Unidos se publicaron miles de artículos sobre el bombardeo de Gernika publicados antes de que Picasso colgara su cuadro en la exposición universal de París. The New York Times publicó 63 artículos sobre el bombardeo en ese breve lapso de tiempo. La Vanguardia publicó 72 artículos antes de que se conociese el cuadro de Picasso. Evidentemente, el cuadro da notoriedad al bombardeo de Gernika a día de hoy, pero en 1937 la dimensión internacional del bombardeo llevó a Picasso a este tema.
¿Por qué se eligió Gernika para un bombardeo de esas características?
Esa elección es un tema complejo que obedece a muchas razones. Franco procuraba ganar la guerra y Mola planeaba un genocidio, pero los alemanes estaban testando sus armas. El mando alemán quería adoptar como eje de este experimento una villa que pudiera ser destruida en un 100% con los medios de los que disponían. No podía ser Bilbao, demasiado grande; Gernika tenía el tamaño adecuado. Además, los lunes eran días de mercado, de manera que habría una densidad de población tremenda. El jefe de estado mayor de la Legión Cóndor, Wolfram von Richthofen, quería medir la capacidad de destrucción de los bombardeos aéreos y necesitaban una villa que no hubiera sido bombardeaba con anterioridad para llevar a cabo adecuadamente el experimento de guerra. En un principio quisieron bombardear Gernika el 19 de abril porque un día después era el cumpleaños de Hitler. Iba a ser un regalo para Hitler, como lo fueron muchos de los bombardeos alemanes más masivos de la Segunda Guerra Mundial.
Por tanto, ¿no obedecía a su carácter simbólico para los vascos?
Más allá de las razones exclusivas del bando alemán, había una razón para bombardear Gernika que unía los intereses y las inclinaciones de Franco, Mola, los alemanes y los italianos. Un bombardeo de terror debe cumplir dos condiciones fundamentales. En primero lugar, debe causar tanta destrucción y tantos muertos como sea posible. En segundo lugar, se debe bombardear un lugar con una fuerte connotación simbólica. Se buscaba atacar algo muy querido para el enemigo. Y hay que tener en cuenta que Gernika representaba de un lado, el espíritu del parlamentarismo y la democracia y, de otro, era un símbolo de las libertades vascas.
La negación después de la barbarie se repite estos días en Bucha o Mariúpol, como en tantos otros lugares y tantas otras guerras…
Es recurrente. La mentira es consustancial al crimen. Cualquier atrocidad que se haya cometido en la historia de la humanidad será o bien negada o bien edulcorada por un grupo de gente. Lo que estamos viendo ahora es una atroz campaña de censura y propaganda tendente a negar que se han cometido atrocidades. Podemos adelantarnos y decir que en los próximos meses, cuando otras ciudades sean bombardeadas, la mentira volverá a germinar. El caso de Gernika no es único en absoluto. Simboliza la mentira, las versiones oficiales, se ha convertido en un icono de las mentiras gubernamentales. ¿Por qué? Porque se mantuvo de forma oficial durante los 40 años de la dictadura y todavía hay quién ampara y defiende la mentira; todavía hay quien observa aquella orden de Franco del 27 de abril.
LA VANGUARDIA