Una nubecilla de cenizas

Si, de acuerdo con uno de los enunciados de la teoría del caos, el aleteo de una mariposa en Singapur puede provocar un tsunami en California, entonces es incluso razonable que la erupción de un volcán en Islandia comporte el cierre del espacio aéreo europeo. Si quisiéramos construir un bello símil ecologista, diríamos que parece de forma como si la madre Tierra quisiera recordarnos que la globalización no es ninguna novedad, sino que Ella la practica desde siempre. Un inmenso nublado de ceniza (partículas de vidrio, arena y roca, principalmente) se esparce por arriba del cielo como una sombra ominosa y fantasmagòrica, capaz de alcanzar a un continente entero. Espectacular y ¿por qué no decirlo? uno francamente acojonante. Teniendo en cuenta que, como decíamos, la castaña viene de Islandia, un lugar del que sólo sabemos que hace un frío impracticable y que abundan los seres paranormales y aberrantes, como los trolls o la cantante Björk, y a sabiendas de que también que el volcán en cuestión tiene un nombre tan vikingo y poco recomendable como Eyjafjallajökul (echo de menos una de las que van atravesadas por un palo, pero con esto con una ya hay suficiente), el asunto adquiere un tono como para servir de inspiración a un ejército de guionistas de películas de catástrofes. Al fin y al cabo, se ve que las grandes glaciaciones que acabaron con los dinosaurios fueron debidas de, entre otras cosas, a una serie de petardos de características parecidas: la capa de cenizas alrededor del planeta se hizo tan espesa que los rayos del sol a penas la atravesaban, y ésto hizo bajar las temperaturas, etc. En fin, los amantes de las teorías del cambio climático en sus versiones más apocalípticas tienen aquí un filón que a buen seguro ya debe de estar siendo explotado cómo se merece: ¿tendrán algo que ver los extraterrestres? ¿Lo habían predicho los mayas? No tardaremos en enterarnos que Nostradamus ya había formulado la correspondiente profecía.

Mientras meditamos sobre la poco decorosa posibilidado de extinguirnos como especie por la vía de la congelación a lo bruto, podemos aprovecharlo para comprobar si Nostradamus dijo algo sobre el TC y la sentencia del Estatuto. Una vez más, los magistrados de la prestigiosa institución han sido incapaces de ponerse de acuerdo sobre la ponencia, de forma que han aplazado el asunto sine die y han encargado una nueva ponencia, la sexta, al más facha de la pandilla. Buen golpe de cabeza, señora María Emilia Casas, a pesar de que tengo que reconocer que personalmente ya formo parte de los que tanto se les da, porque a estas alturas ya he entendido el mensaje. Y el mensaje dice: “Ustedes, en Cataluña, piensan que tienen un Parlamento y que su ciudadanía es depositaria de una soberanía que se expresa a través del voto, pero, como pueden ver, lo que legisle su Parlamento y lo que vote su ciudadanía nosotros nos lo ponemos en la nuca los días que hace frío. En cuanto a la soberanía, nos la guardamos para cuando nos coge dolor de tripa y no tenemos cerca la taza del wáter. Todo el papel que ha llegado a generar el increíble caso del Estatuto menguante sí que es un nublo de cenizas, y el resto son puñetas.

Como seguramente deben de haber escuchado, ahora está de moda preguntarse si es que el franquismo revive. Pregunta ociosa, porque el franquismo ni se crea ni se destruye, sino que sólo se transforma. Por grande y amenazante que sea, una nube de ceniza hiperbòrea es un algo de broma comparado con la corrosiva y permanente niebla baja hispánica.

Publicado por Avui-k argitaratua