Topografía de la Memoria: UNA REFLEXIÓN SOBRE CATALUNYA DESDE CATALUNYA


INTRODUCCIÓN

Uno de los múltiples grupos de debate que se encuentran en Google Groups se llama «Catalá Sempre», es decir «Catalán Siempre». Los temas que salen a debate están siempre relacionados con la lengua catalana, su uso, los conflictos derivados y el modo de promocionarlo y favorecerlo.

En el mismo aparecen debates sobre asuntos muy concretos y sobre el mode de tratarlos. Al ser el idioma una pieza fundamental en la existencia de una sociedad y en las relaciones intra e intergrupales, los debates trascienden habitualmente el campo de lo estrictamente lingüístico para entrar, en ocasiones, en asuntos históricos o, en la mayor parte de los casos en un debate social profundo o directamente político.

Recientemente ha aparecido la siguiente reflexión que coonsidero seria y profunda. En ella su autor (A.M.G.) trata asuntos tan candentes como la memoria histórica o el papel de un Estado totalitario como el español en relación un una nación subordinada y «no normalizada», como lo es la catalana.

Muchas de las reflexiones que aparecen en su aportación creo que puede tener una validez más general y pueden ser leidas y pensadas desde nuestra propia realidad con provecho.

He traducido, sin mayores pretensiones literarias, su texto y lo ofrezco a la reflexión de los lectores de www.nabarralde.com

Luis María Martínez Garate

 

A.M.G.

¡¡Al FIN!!

Finalmente se dan pasos para ir al fondo de nuestra problemática, del problema profundo de nuestro ser colectivo y por lo tanto también personal. Al fin se pone en entredicho la bondad del silencio y del olvido que han sido la coartada de la democracia borbònica para continuar la mayor parte de las políticas darwinistas franquistas.

Uno de los lugares comunes del triunfo del franquismo fue el eslogan turístico «Spain is different» que desbordado lo explica todo y acontece una unidad de destino en la conformidad. Podría ser una conclusión superficial del magnífico documental que se ha trasmitido desde TV3 (TV catalana. Nota del Traductor) y que lo podéis ver en su web. Cualquier otra democracia ha hecho un camino claro hacia la justicia menos la española, que además está orgullosa de su «Transición» sin justicia y con confusión del perdón con el olvido y el silencio.

También podíamos decir que Catalunya es un país doblement extraño: continuamos sometidos a pesar de haber impulsado una democratitzación que en la cabeza de valle no es más que el barnizado democrático del Estado, y a pesar de no padecer la asfíxia radical del franquismo retrocedemos en todos los frentes que son los propios de todo pueblo y nación: somos una minoría no reconocida y por lo tanto utilizada, extorsionada, esclavizada por las impostures democráticas y no somos capaces de ninguna otra política que no sea el acatamiento y la lealtad a la injusticia que nos mata. Si tenéis ocasión fijaos que en este programa de la «Topografia de la Memoria», realizado con coraje por catalanes que impulsan los valores democráticos, y desde la televisión pública catalana, de la persecución de la lengua catalana, que para mí es el tema de fondo de este Grupo de Debate pero que siempre que toco la cuestión obtengo un respetuoso, o no, silencio, no se dice tampoco prácticamente nada. Simplemente se menciona de pasada en el discurso introductorio o de presentación del programa que no he sabido encontrar en la web de tv3, pero que debe de estar y que yo conservo grabado.

Y para mí que ni España no es un país extraño, ni Catalunya un país doblemente extraño. La estrañeza, la perplejidad, la tenemos nosotros en nuestro orden mental. No acertamos el diagnóstico, porque la mayoría de la población, y muy especialmente nuestras élites, está condicionada por la sabia administración española del terror: están todavía en estado de choque, de hipnosis y de profunda debilidad de espíritu, en estado postraumático.

No nos engañamos pues e intentemos superar la hipnosis. España no es un país extraño. España es un Estado que hoy continúa enraizado profundamente con todos los atributos de la violencia imperial, del terror y la sumisión de grandes sectores de población. Es decir con todos los atributos de un Estado no democrático que quería competir en la conquista del mundo para el provecho de sus dirigentes y en competencia con las otras castas que habían conseguido construir también un Estado imperial. Ahora, hoy, España muestra un disfraz democrático para mantener unos objetivos no menos ambiciosos que precisan perpetuar las ganancias de aquella forma de hacer y además mantener la solidaridad de una Europa mucho más libre pero centrada en el comercio y con los principios morales muy aguachinados gracias al bienestar general pues desde siempre y a menudo el estómago rige la cosa pública demasiado ampliamente.

Para esta doble política española son imprescindibles el silencio, el olvido, el control político, la connivencia de los poderes, el cultivo de la ignorancia, la compra y perversión de las élites, la confusión de la política con la impostura, la propiedad monopolista de los medios de comunicación, y todo ello constituye un conjunto antológico de las malas prácticas de cualquier política que sea un servicio a la justicia y a los pueblos, un tejido eficaz para que la justicia aparentemente democrática garantice las injusticias de los derechos de conquista, garantice que las políticas reales obtengan hasta la extenuación todos los rèditos del terror infligido sobre una población indefensa, garantice que el Ejército español que nunca en su historia ha hecho ningún servicio a la totalidad de la población del Estado continúe con los discursos y beneficios del honor, garantice que la monarquía está por encima de todo bien y de todo mal, y garantice también que la Iglesia con más o menos éxito monopolice el discurso moral y sagrado necesario para mantener la cohesión social y el funcionamiento de las instituciones.

España es pues una comunidad profundamente enferma, pero su enfermedad no es una anomalía de la historia, ni una singularidad más allá de las anécdotas, es la enfermedad de la violencia colectiva. Estados imperials de este patrón han existido docenas y justamente las democracias son la construcción más exitosa de la humanidad para la curación de los males sociales congénitos en aquellas raíces que todavía hoy vivifican España, pero que la imposibilitan para vivir sin veneno.

Catalunya, con la necesidad imperiosa de mantener la cohesión social, de luchar contra la minorització en el propio territorio, de momento no ha tenido bastante fuerza moral ni demográfica para denunciar este guiñol español. Catalunya además tiene que cicatrizar las heridas del terror español sin ayuda, en ignorancia de la naturaleza de sus dolencias, solamente con el paso del tiempo y velando para no entrar en agonía. Los catalanes no somos pues doblemente extraños sino las víctimas de la enfermedad española, y por lo tanto el complemento de aquel vivir venenoso.

Y aquí viene un gravísimo conflicto del cual nosotros somos objeto y causa. Por un lado la curación por la democracia de la enfermedad darwinista española de hecho pone en peligro serio la pervivencia de España tal como ha crecido y se ha forjado, y en cambio para nosotras esta curación fuera un fundamento sólido para nuestra pervivencia como pueblo y nación. Y por otra parte la no curación de la enfermedad española es tan garantía de la continuidad d’España como garantía de nuestra muerte más o menos serena y pacífica.

España querrá controlar el proceso de justicia del cual este programa de la «Topografia de la Memoria» forma parte, pero no llegará a fondo de la justicia si no cuando nuestra debilidad sea extrema, cuando ya muertos no seamos nada más que una ceremonia fúnebre y nadie reclame la extirpación de sus raíces violentas y así continuará viviendo más allá de nosotros sobre nuestras cenizas. Por esto es muy importante que el catalán sea una lengua muerta o una lengua clamorosament subordinada a la de «todos». Es el mismo patrón de conducta que han utilizado los españoles en esta sabia administración del terror que nos explica nuestros males, que encuentra su cénit en la muerte lenta por asfíxia del «garrote vil» y que tanto nos cuesta mirar fíjamente.

En la nomenclatura del proceso argentino, los españoles, unos conscientemente y otros no tanto, colectivamente son los perpetradores y nosotros, unos pocos conscientemente y otros muchos en estado de choque permanente, colectivamente somos las víctimas. Para el colectivo consciente de los perpetradores que no quieren enmienda es mucho y muy importante que nosotros no seamos reconocidos como colectivo y así transformar el problema, en el peor de los casos para ellos, en un problema de personas contra personas, donde las instituciones simplemente hacen de árbitro de las libertades y derechos desiguales. Pero en la medida que nuestro estado de choque se ha convertido en crónico todavía España está lejos de este reconocimiento de responsabilidades personales y negación de las colectivas, que angustia a los administradores más conscientes de las ganancias del Estado violento como se ha puesto de manifiesto en el aborto de los procesos del juez Garzón que nunca, obviamente, nos reconocerá como sujetos de derecho colectivo, entre otras cosas porque sus leyes lo impiden.

Programas como éste de la «Topografia de la Memoria», son un primer paso haca el derribo de toda esta tramoya española carcomida, y hemos de alentar a todos quienes allí trabajan para que avancen desde la «Topografia de la memoria» hasta la «Crónica de la administración del terror español». Solamente así podemos salir del lodo infrahumano del fascismo donde todavía nos ahogamos, donde los catalanes además morimos en manos de los verdugos eutanásicos que nos administran dosis venenosas de olvido, silencio, universalidad espuria, y modernidad «carpetovetónica».

Hemos de activar la recuperación de todo el ámbito público a favor del catalán en todo su territorio propio, no solamente para continuar tejiendo las generaciones de nuestros pueblos, sino también por sanidad democrática, para secar las bases inmundas del fascismo y liberar al trozo de la humanidad que son los otros españoles de la lacra de ser perpetradors de la violencia. Para tal fin sería una herramienta de primera magnitud un documental continuación de este de la «Topografia de la Memoria», que podría ser «Topografia de la conquista unionista» o «Topografia del falangismo» o «Topografia de l’africanismo», sobre el caso de los catalanes, de la represión lingüística, que recogería tanto las millones de historias del temor, como nuestra perplejidad social y los miedos y fobias de nuestros dirigentes. Sería probablemente una catarsis colectiva que nos haría avanzar significativamente en el fortalecimiento del coraje que nuestra liberación necesita.

PUBLICADO EN EL «GRUP DE DEBAT» DE «CATALÁ SEMPRE» POR A.M.G.

http://groups.google.com/group/catala-sempre