Tengo 40 años. Soy historiador y escritor. ¿Estado civil? ¿Hijos? Yo no hablo en público de mi dimensión privada, discúlpenme. ¿Política? Soy extremista democrático: quiero una sociedad en la que quepan todas las opiniones. ¿Creencias? Soy ateo. Publico ‘El hombre que salvó a Primo Levi’. (Foto: Joan Mateu Parra / Shooting)
Carlo Greppi, historiador, ha biografiado al albañil que salvó a Primo Levi en Auschwitz. “¿Qué es la bondad? La respuesta es un hombre: Lorenzo Perrone”
Homenaje a un hombre bueno
Durante el año 1944 sucede en Auschwitz algo mínimo y grandioso: un hombre arriesga su vida para salvar la vida de otro hombre. Esto había que contarlo, pues el hombre salvado –entonces un jovencito anónimo– es hoy una gloria de la humanidad: Primo Levi, autor de Si esto es un hombre . Nos lo cuenta el historiador Carlo Greppi en El hombre que salvó a Primo Levi (Crítica), libro maravilloso que enaltece la bondad, que rinde tributo a un hombre bueno: Lorenzo Perrone, el bien absoluto hecho hombre, antítesis del mal al que estamos expuestos por contagioso, y más en la guerra (“humanidad destaponada”, decía Levi, que advirtió: “Si aquello sucedió… ¡puede suceder otra vez! Es mi mensaje”). Y Greppi lo corona: “Es hoy el peligro de los nacionalismos, contagiosos por irracionales”.
-Quién era Lorenzo Perrone?
-Un hombre.
-¿Un hombre?
-¿Qué nos hace humanos? Personas como Lorenzo Perrone.
-No sé nada de él.
-Porque era albañil, y los cultos pasamos de un albañil. Tener cultura no garantiza bondad, eso lo sabemos por los nazis.
-¿Qué sabemos de Lorenzo Perrone?
-¿Qué es la bondad? La respuesta a esta pregunta es Lorenzo Perrone. Le inmortalizo en un libro: Un uomo de poche parole (Un hombre de pocas palabras).
-Aquí El hombre que salvó a Primo Levi.
-Eso hizo Perrone en el campo nazi de exterminio de Auschwitz III-Monowitz.
-¿Estaba allí Primo Levi?
-Esclavo en Auschwitz (Polonia) de marzo a diciembre de 1944, tenía 25 años y el número 174517 tatuado en un antebrazo.
-¿Cómo llegó allí?
-Partisano antifascista, fue detenido y deportado. Iba a morir gaseado. O apaleado. O extenuado por trabajo y por hambre.
-¿Por qué Primo Levi es relevante?
-Muchacho anónimo en 1944, tras la guerra escribió Si esto es un hombre (1947), ¡el libro más importante del siglo XX!
-¿Lo es?
-Coloca ante el espejo a la humanidad. Ha marcado millones de mentes y corazones: este libro ha modelado la humanidad.
-¿Y qué papel tiene el albañil?
-Trabajaba en la reconstrucción de una fábrica alemana bombardeada junto al campo de Auschwitz, obras donde se codeaban obreros libres –como Lorenzo– y esclavos –como Primo Levi–.
-¿Allí se conocieron Perrone y Levi?
-El acento piamontés les acercó… y el albañil analfabeto, a sus 40 años, decidió salvar la vida al anónimo jovencito judío.
-¿Cómo?
-Le daba cada día comida en una fiambrera: sopas, legumbres, galletas… ¡Y por eso no murió Primo Levi!
-Debemos a Perrone la obra de Levi?
-¡Claro! Si esto es un hombre, ser hombre aún es valioso, algo bueno queda en el mundo, pensó Primo Levi: escribirá luego La tregua y Los hundidos y los salvados.
-¿Cómo era Lorenzo Perrone?
-Analfabeto. De pocas palabras. Refractario a los autoritarios. Él no decía, ¡él hacía! Bebedor. Pendenciero.
-¿Pendenciero?
-Se peleaba en bares. Su vida fue dura. Murió con solo 48 años, desgastado, tuberculoso… y alcoholizado, en 1952.
-¿Qué más sabemos de Perrone y Levi en Auschwitz?
-“Arriesgas tu vida al hablar conmigo”, le advertía Primo Levi, como así era.
-¿Y qué decía Perrone?
-“No me importa”. Y arriesgó más: envió postales de Primo Levi a Turín… y la familia le remitió un paquete de ropa.
-¿Y no pedía nada a cambio?
-“Mi familia te pagará, tiene dinero”, le ofreció un día Primo Levi. “Yo no quiero nada”, replicó Lorenzo.
-¿Por qué obraba así Perrone?
-Porque era bueno.
-¡Porque era bueno!
-Decide que ese jovencito es su amigo, y por un amigo, ¡todo! Solo hace lo debido.
-Emocionante historia.
-A fines de 1944 intercambiaron sus botas, lo que denota hermanamiento profundo. Llegaban las tropas soviéticas y los guardias nazis huían. Y ahí los dos se separan.
-¿Qué hizo cada uno?
-Lorenzo, caminando ¡desde Polonia!, regresó a Italia. Muchos reclusos morían en marchas a pie hacia el sur. O al volver a comer. Ahí Primo Levi sobrevivió de nuevo.
-¿Cómo sobrevivió?
-En un grupo de reclusos, a pie y en trenes, dieron un montón de vueltas por Europa… hasta llegar a Turín, meses después.
-¿Cómo siguió la vida de Primo Levi?
-Empleado en la industria química hasta jubilarse en 1977… mientras iba escribiendo sus luminosos libros sobre Auschwitz.
-¿Y Lorenzo Perrone?
-Albañil itinerante, siguió trabajando en obras… sin dejar de entrar en bares.
-¿Por qué Lorenzo Perrone era bueno?
-Aún no tengo una respuesta para esto.
-¿Por amor a su madre, quizá?
-Hum… ¡Gracias! Pensaré sobre esto.
-Si hay bondad, ¿hay maldad?
-Hay maldad y es contagiosa, según observó Primo Levi, fino etólogo del ser humano… ¡El mal se expande por contagio!
-¿Volvieron a verse estos dos amigos?
-¡Sí! Primo Levi siempre dijo maravillas de Perrone. Y en 1952 asistió a su funeral ¡vestido de blanco! Transmitía lo que él veía en Lorenzo Perrone: el bien absoluto.
-Esto me conmueve, Greppi.
-Y a mí también. El gran Primo Levi tuvo un hijo… al que llamó Renzo (Lorenzo). Y una hija, a la que llamó… Lisa Lorenza.
LA VANGUARDIA