Gustavo Lins Ribeiro: “La utopía es la lucha del presente por el sentido del futuro”

De la ecología al ‘greenwashing’

Tengo 70 años: veo ya más vida detrás que delante, por eso acelero. Nací en Recife, Brasil: en los foros de Porto Alegre propusimos un desarrollo sostenible que hoy intentan convertir en ‘greenwashing’. Tengo pareja y dos hijos. He disertado en el 50.º aniversario de la facultad de Geografía e Historia de la UB. (Foto: Xavi Jurio)

Lins, pionero de la antropología, fue, a principios siglo, uno de los protagonistas de los Foros de Porto Alegre que, en colaboración con la ONU, se enfrentaron a la explotación de la Amazonia y propusieron un desarrollo sostenible frente al crecimiento sin límites que desborda los del planeta y que amenaza nuestra existencia y la de las demás especies. Hoy denuncia que aquella utopía sostenible para la prosperidad compartida ha sido transformada por las élites extractivas en trivial greenwashing de marketing para seguir explotando la Tierra sin renunciar a su avaricia ilimitada. En una época en la que hemos dejado de creer en utopías, apunta, la suya –acumular riqueza y poder sin fin con los recursos de todos– es nuestra distopía. Y si no trabajamos para conseguir la nuestra, concluye, viviremos para la suya.

-¿Por qué se hizo usted antropólogo?

-Porque me hice preguntas sobre el ser humano y aún me las hago.

-¿Qué es ser humano?

-El ser humano lo es porque ambiciona. El Homo sapiens es una especie invasora. Desde que existe se expandió por todo el planeta. Y, dentro de la especie, Rousseau decía que desde que el primer impostor cercó con una valla un pedazo de tierra y proclamó “es mía” empezó el problema.

-¿Cuál es el problema?

-Estaba hablando de la propiedad privada, que no era en absoluta consustancial a la especie, sino al contrario: los nativos de América, que conozco bien, no tenían ninguna noción de propiedad…

-¿Por qué hoy nos parece esa propiedad consustancial al hecho de ser humanos?

-Porque las élites de la especie nos la hacen ver así y convierten la propiedad en su modo de acumular poder sobre los demás y sobre el planeta y transmitirlo. Pero el planeta tiene sus límites y ya no puede satisfacer esa pulsión de acumulación infinita, que por eso ahora pone en peligro a todos los humanos.

-¿La propiedad privada, la familia, el Estado… fueron sustituyendo a la tribu?

-Y nacieron los imperios: los antropólogos intentamos explicar esa cadena de sentidos desde el poder micro al macro. Y ahora estamos asistiendo a un cambio del sistema imperial contemporáneo.

-¿En qué sentido?

-Creo que el imperio americano está en decadencia…

-Tal vez decaiga, pero no acaba de caer…

-Paul Kennedy lo explica con una simple proporción: cuando mantener un imperio cuesta más que lo que extraes de él, entra en decadencia. Y EE.UU. está en decadencia por eso mismo: gasta más de lo que gana.

-Su deuda es gigantesca, pero también son muchos los dispuestos a financiarla.

-Esa decadencia americana ha dado paso a la emergencia de China, y Rusia sigue ahí…

-Rusia es en términos de PIB y población, en comparación, mucho más decadente.

-Pero es decadente con un gran arsenal nu­clear y precisamente los imperios en decadencia son los más agresivos y peligrosos para la estabilidad mundial.

-¿La transición imperial define esta época?

-Yo diría que sobre todo vivimos una crisis utópica que define nuestro modo de ser sobre el planeta.

-¿No somos mejores más pragmáticos?

-Suscribo la definición de utopía de Paul Ricoeur: es la lucha en el presente por el sentido del futuro.

-¿Por qué se identifica con ella?

-Porque viene a decir que si no tienes tu propia utopía, vas a acabar viviendo para realizar la de otros, aunque no te des cuenta.

-¿Y estamos realizando la utopía ahora mismo de Musk y los tecnobillonarios?

-La utopía de unos, en efecto, es la distopía de otros. Y sus fortunas billonarias a costa de arruinar el planeta de todos es su sueño y nuestra pesadilla.

-¿Si es tan funesta, por qué no nos rebelamos?

-Gramsci lo explica al definir “la razón de la aceptación”. Por un lado, los aparatos represivos de los estados y, por otro, la propaganda: la publicidad de la ideología que logra que aceptemos como normal lo que no lo es y nos conformemos renunciando a algo mejor.

-Pero ecologismo contra la explotación del planeta hay de derechas y de izquierdas.

-Es un ejemplo de lo que decía Gramsci: quienes mandan logran convertir una propuesta para el beneficio común y para frenar la degradación del planeta de todos en propaganda para aumentar su dinero y poder…

-¿En qué sentido?

-Frente a la explotación sin límites del planeta y los recursos de todos en beneficio del capitalismo monopolista de unos cuantos, propusimos un desarrollo sostenible para la prosperidad compartida que preservara para todos y para nuestros hijos y sus hijos los recursos y la vida sobre la Tierra.

-¿Cómo les han frenado?

-Se han apropiado en parte del discurso ambientalista, que ya defendíamos en los Foros de Porto Alegre, pero dejándolo en marketing, en mera publicidad que no cuestiona nada: le llamamos greenwashing , lavado de cara verde, pero que no cuestiona el mayor peligro que amenaza a nuestra especie…

-¿Guerras, el agotamiento de recursos…?

-Porque las élites no renuncian a acumular recursos sin límites. Eso es lo que el greenwashing no cuestiona: dicen que hacen todo muy sostenible, pero siguen explotándolo todo los mismos sin ceder un ápice en su avaricia hasta dejarnos a todos sin recursos.

-¿Deberíamos buscar el decrecimiento?

-Es otro error del ecologismo: no podemos ilusionar a la gente ofreciendo retroceso, sino progreso, pero compartido y sostenible. Es nuestra utopía, y si no luchamos por ella viviremos para que unos pocos realicen la suya, que es la distopía de todos.

*Gustavo Lins Ribeiro, preside el World Council of Anthropological Associations

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