2022 El año de Amaiur

Un detalle, curioso, que desconcierta, es la tirria, el poco aprecio que los navarreros (UPN, VOX, Suma…) le tienen a la memoria de Amaiur. Se podría pensar que, con el alarde de navarrrismo que les define, les debería enorgullecer la gesta heroica que unos pocos patriotas realizaron frente al ejército más poderoso de la época. Como los vascones de 778 frente a Carlomagno, los de Amaiur se batieron con el imperio de Carlos del siglo XVI, el que conquistó las Américas…

Sin embargo, poca simpatía les guardan a esos luchadores los que hoy se ufanan de representar a los ‘auténticos navarros’. Ya cuando en 1931 volaron el monolito que levantó la Comisión de Monumentos en Amaiur, se hizo patente que la incomodidad era elevada, y que el rechazo no se debía a la valentía o a la defensa de la legitimidad histórica (que también). El significado de este lugar de memoria irrita el españolismo de estos antinavarros porque expone explícitamente la voluntad de aquellos hombres de no ser españoles. Es decir, que lucharon a muerte contra el ejército de invasión. Que Amaiur significa la lucha de los resistentes por seguir siendo navarros, soberanos, no colonizados o siervos del imperio español, leales a su país, su independencia, sus leyes y libertades.

Este es el año de Amaiur y, como en 1931, la continuidad de este debate pone de manifiesto que el relato de aquellos hechos no se refiere a un suceso antiguo, desfasado, a una historia lejana y superada, sino que estamos ante una polémica del presente. O sea, que todavía colea. Que nos interpela y remueve. Que el trasfondo de los hechos que invoca está activo y agita el subsuelo de la sociedad que somos.

Esto que señalamos se percibe también en la memoria de la batalla del monte Aldabe (San Marcial en versión hispana. También son 500 años, 1522, y nos remite a la misma guerra de Navarra), cuando se pretende ‘celebrar’ la victoria española contra los franceses. Al margen de la manipulación del relato y el engaño que conlleva, es lamentable que haya en nuestro pueblo quien asuma como celebración propia una fiesta del ejército español, una memoria del imperio. Y sin embargo también aquí se siente la continuidad de unas circunstancias que, pasados los siglos, permanecen y agitan los intereses de unos y otros, con actos y objetivos contrapuestos.

En resumen, este año, aunque no tengamos el debate sobre la conquista de 1512 (como lo tuvimos hace años, que si era incorporación o invasión), también nos atañe una polémica sobre nuestras circunstancias históricas y Nabarralde se propone intervenir. Amaiur es el recuerdo de la lucha por la independencia, por el Estado navarro libre, la resistencia de un pueblo por mantener su territorio, su cultura, su Estado propio. Y sí, es cierto que en territorio navarro, en medio de las injerencias y tejemanejes de imperios en nuestra tierra, se movieron fuerzas de distintos orígenes. Pero el eje del conflicto fue, como se ve en la defensa del castillo, la lucha de la gente navarra por mantener su independencia. Del resto, como en todas las guerras del imperialismo, encontramos manos sucias y colaboradores.