Xavier Sala i Martín: ‘No hay que hacer ninguna reforma educativa, sino una revolución’

Entrevista al catedrático de Economía de la Universidad de Columbia de Nueva York a raíz de la publicación del libro ‘Economía en colores’

Nos recibe en una sala de reuniones de la sede del grupo que ha editado su último libro, ‘Economía en colores’ (Rosa de los Vientos, 2015). Entrevistas de una hora. Una tras otra. Xavier Sala i Martín no ha concedido muchas, pero hay demanda de ellas. Y la cabeza le funciona a cien por hora como si no se cansara nunca. El catedrático de Economía de la Universidad de Columbia de Nueva York acaba de publicar un libro que reúne los guiones, retocados y editados para hacer buena la lectura, que han servido para hacer el programa televisivo de ocho capítulos del mismo nombre que el volumen de casi 300 páginas.

Comenzamos con las preguntas que habíamos preparado, pero pronto se anima la conversación y la pasión se apodera del entrevistado. Una pasión serena y razonada en todo momento. Pero la voracidad de las palabras y las ideas de Sala i Martín consumen sin siquiera darnos cuenta de los sesenta minutos de límite que teníamos. Quedan muchas cosas en el tintero. Pero es cierto que existe el libro para pasar más tiempo. Un libro ameno y de economía. No es ninguna contradicción. Xavier Sala i Martín tiene este don. Hacer fácil lo difícil. Empezamos hablando de los catalanes. De cómo hemos cambiado la mentalidad.

 

-En el prólogo del libro, Tian Riba dice que los catalanes somos de tradición victimista y que hay que darse cuenta de que es mejor ganar. ¿Piense que somos los catalanes poco ambiciosos?

-Eso ya no es verdad. Esta tradición es pre-cruyffista. En 2000 escribí un artículo titulado ‘Gallina de piel’ (*) que explica que la gran contribución del Johan a la economía catalana fue que cambió el optimismo de los barcelonistas, pero también de los catalanes en general. Y con Guardiola todavía se dio un paso más. Ya no sólo no somos víctimas sino que somos los mejores. Y vamos con la bandera y la estelada por el mundo. ¿Y qué? ¡Sí! Somos catalanes y somos los mejores del mundo. Y nos repasamos a quien nos dé la gana. Y no es fachada, no. Vamos de verdad. Johan y Guardiola nos han cambiado la mentalidad como país.

 

-Este cambio de mentalidad es lo que ha permitido al país avanzar políticamente?

-¡Exacto! Obviamente, esto no se ha hecho gracias a Cruyff y Guardiola, pero sin ellos no se habría hecho. Todavía tendríamos esa mentalidad victimista. Ha habido un cambio de mentalidad brutal en el país.

 

-Y sin embargo, hay momentos en que parece que no tenemos tantas ganas de ganar y nos encallamos…

-A ver, sobre eso yo no entiendo. No sé qué está pasando y no me interesa mucho. La política no es mi tema y no pongo demasiado esfuerzo en ello. De hecho, no he opinado nunca sobre lo que está pasando estas semanas. No sé qué están jodiendo ni qué negocian. No sé si nos engañan ni si está todo preparado. Sé que la historia reciente demuestra que siempre que nos parece que todo se derrumba, se soluciona por arte de magia. Mágicamente tuvimos una pregunta. Mágicamente hicimos un 9-N. Mágicamente fuimos juntos a las elecciones. Y mágicamente la CUP pondrá dos diputados y Mas será presidente. Y esto seguirá.

 

-Lo ve claro.

-No Sé cómo irá. Pero la historia demuestra que esto irá así. Creo. No es una afirmación racional basada en una información. No sé nada. No hablo con nadie de estos temas. Miro el pasado y proyecto el futuro. ¿Cuántas veces ERC dijo que no irían juntos? Y decían que no era necesario volver a hablar de eso. Junqueras decía irritado que aquello ya se había discutido y había quedado cerrado. Y mira cómo fueron a las elecciones. ¡Y fue un gran acierto! ¡Fue de coña! Todo el mundo estuvo contento. Creó una excitación brutal a un proceso que dos meses antes todo el mundo ya veía muerto. La historia nos demuestra que esto no ha terminado.

 

-Hubo críticas porque un ‘neoliberal’ hiciera adoctrinamiento capitalista en la televisión pública. ¿Qué opina?

-La gente que critica cosas sin haberlas visto no me merece nada de respeto. Una hora antes de estrenar el programa un dirigente de Podemos que se llamaba…

 

-¿Bartomeu? ¿Ubasart? ¿Dante Fachin?

-Éste. Fachin hizo una piulada en Twitter quejándose del contenido. Y aún no se había ni estrenado. Dos meses antes, sus compañeras de Iniciativa elevaron al parlamento una crítica diciendo que TV3 era un medio público… ¿Qué pasa, que en los medios públicos sólo pueden hablar ellos? ¿Cómo pueden criticar algo que no han visto? Espera y mira si yo hago propaganda neoliberal y entonces lo criticas. ¡Pero primero míralo! Cuando se acabó el programa no había ninguna crítica sobre la propaganda neoliberal.

 

-Se puede explicar economía sin carga ideológica?

-Eso que he explicado de las escuelas, ¿qué es? ¿Liberal o no liberal? ¿La crítica a los bancos es liberal o no lo es? ¿La innovación es liberal? ¿La historia de las ideas es liberal? ¿De qué propaganda liberal hablan? Después criticaron que había dicho que Zara había innovado y no había dicho que eran unos explotadores. ¡Pero es que no hablábamos de trabajo, sino de ideas! Cuando hablas de ideas, Zara es una buena idea. Han criticado cosas sin sentido. La gente que critica sin criterio no merecen ningún respeto intelectual. Estoy dispuesto a discutir con quien sea sobre los contenidos del programa. Pero decir ‘este individuo es liberal y, por tanto, fuera de la tele’ es una actitud dictatorial inaceptable.

 

-¿Actitud dictatorial?

-Yo Presenté una propuesta de programa y se aceptó. Si Dante Fachin tiene una propuesta con un punto de vista alternativo, que la presente y, si está bien preparada, también podrán hacerla. Y si lo hace mejor, tendrá más audiencia. Pero nunca pediré que no le dejen hacer un programa porque es un diablo con ideas raras… Esto es típico de la Unión Soviética y de Venezuela. Pero en los países civilizados no se puede censurar a la gente y coartar la libertad de expresión. Esto es algo de Venezuela.

 

-Uno de los capítulos lo dedica a la cooperación con las zonas más pobres del planeta. ¿Qué se hace mal?

-De entrada, hay que tener presente que hay algunos problemas de los países pobres que ellos no podrán arreglar porque no tienen los recursos, el conocimiento, la tecnología… Por ejemplo, el problema de la malaria o el sida. No tienen las farmacéuticas que puedan desarrollar una medicina o una solución. Esto lo tenemos que hacer nosotros. Está en nuestras manos. Esto no quiere decir que ellos no puedan hacer nada. Y no quiere decir que nosotros se lo tengamos que hacer todo. Desde el año 1945, a través de instituciones mundiales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario o las Naciones Unidas y Unicef… a través de ministerios de exteriores y de planes estatales de ayuda exterior… hemos decidido que muchas de estas cosas que pueden hacer los mismos países pobres las haremos nosotros. Y el problema es que no tenemos ni idea. Yo no tengo ni idea.

 

-¡Si se dedica a esto!

-En el Programa puse mi ejemplo. Yo, el gran catedrático de Columbia de desarrollo económico -que significa experto en economías de países pobres- conocí a una monja que me dio una lección que me hizo caer al suelo de culo. Porque no tenemos ni idea. En el programa no hablé de Oxfam o de ninguna ONG concreta. Dije que yo no tengo ni idea. Yo cometí ese error de querer instalar wifi y wimax y me dijeron que lo que necesitaban eran váteres. El problema es que vamos a arreglar sus problemas pensando en cómo lo haríamos nosotros. No lo acabamos de entender. En el libro explico algunos casos de grandes proyectos con financiamientos descomunales que fracasaron estrepitosamente. Se han hecho grandes tonterías. Lo primero que tenemos que hacer es confesar ignorancia. Hay que ir a aprender. Hay que mirar cuáles son los mejores mecanismos para hacerlo mejor.

 

-¿Ha recibido críticas por haber dicho eso?

-Ya sé que me han criticado las asociaciones de ONG de Cataluña. Dicen que lo hacen muy bien. ¿Ah sí? Pues enséñame los resultados. Quiero ver tests. ¿Cómo se han evaluado sus éxitos? A todos estos que me critican, los jefes de las ONG, les desafío ahora mismo a hacer evaluaciones. ¡Pero no evaluaciones de decir en qué se gastaron el dinero! ¡Esto no es una evaluación! ¿La gente a la que han ayudado está mejor que a los que no han ayudado? ¿Sí o no? ¿Cuánto mejor? ¿Qué han conseguido? No me digan cuánto dinero han gastado. No quiero saber nada del dinero. Quiero saber resultados. Quiero saber ‘outputs’ y no ‘inputs’. Cuando me enseñan resultados -porque todos los estudios que he visto demuestran que no hay resultados-, en lugar de escribir cartas en el diario Avui, entonces me lo creeré. Ahora, con cartas al diario esto no se hace. Que me enseñen una investigación bien hecha con grupos de comparación: qué resultados tienen los que han recibido tu ayuda y los que no la han recibido. Quiero ver resultados. Han criticado mucho, pero no han enseñado resultados. Mientras no lo hagan serán debidamente ignorados.

 

-¿Por qué dedica el libro a sus estudiantes?

-Porque este libro es el fruto de los guiones del programa de televisión diseñado como herramienta pedagógica. Yo quería dar clases de economía a la gente que no estudia economía. Esto no se puede hacer en un aula a la manera tradicional. Aquí es donde la gente de El Terrat tuvo un papel importante para ayudar a encontrar un formato que permitiera llegar tanto a las abuelas como a los estudiantes. ¡Hemos tenido un gran éxito con niños de doce, catorce o quince años! Como era una herramienta pedagógica, la he dedicado a mis estudiantes. Además, mis estudiantes saben que mi forma de enseñar es a través de los ejemplos. Es mucho más fácil entender un principio económico si primero explico la historia del Guardiola, porque luego ves que tiene una correspondencia teórica, que si empezamos por la teoría. Los ejemplos quedan mejor fijados en la memoria. Muchos de los ejemplos que aparecen en el libro los utilizo en mis clases.

 

-Aquellas clases que se pueden ver en el programa televisivo son como las que hace realmente? ¿No están más llenas de fórmulas matemáticas?

-En la universidad hay de todo. En la televisión no se ha visto la parte de las fórmulas matemáticas, y en cambio se ha visto algo de teatro… como cuando aplastamos y trituramos un iPhone o cuando fuimos a hablar ante unos monos… Hemos hecho un poco más de teatro de lo normal, pero los discursos que yo hago ante los estudiantes son como los que se pueden ver en el programa televisivo. Es cierto que mi forma de enseñar es empezar siempre con una anécdota que nos sirva para reflexionar sobre un principio de economía, aprendemos después la teoría, que luego transformamos en una realidad matemática. Si la clase es de doctorado, la matemática se convierte entonces en algo mucho más complicado. Pero incluso en las clases de doctorado es muy importante poner ejemplos de todo lo que se cuenta. Los ejemplos son lo que nos motiva más a aprender. Porque hacen fácil de entender la teoría.

 

-La pasión por la economía le viene de haber tenido un profesor con esta actitud didáctica?

-Mi pasión salió de casualidad. Como tú, yo soy el producto de un sistema educativo nefasto. En mi época, el último curso antes de la universidad se llamaba Curso de Orientación Universitaria. Tenía de todo menos orientación. Entrábamos en la universidad a ciegas. Sabía qué era un médico porque había ido al médico. No sabía qué hacían los abogados, pero yo pensaba que eran los que solucionaban los crímenes en las películas saliendo en el último momento con la prueba definitiva… no sabía qué era un físico, ni un ingeniero, ni un economista. Y toca entrar en la universidad para determinar tu futuro con una incapacidad decisoria brutal.

 

-Pero lo acertó…

-Yo me puse a hacer economía porque sonaba a hacer dinero. Pregunté en casa quién era el más rico de la familia. Me dijeron que era el tío Juan. ‘¿Qué ha estudiado’, pregunté. Economía. Y yo de cabeza a hacer economía. No tenía ni idea de qué era. Después hice segundo y vino un profesor catalán que daba clases en Estados Unidos, Joaquim Silvestre, en la Autónoma. ¡Me encantó! Tuve la suerte de que me encanta la carrera que yo había elegido. Gracias a este señor yo acabé yendo a los Estados Unidos. Resulta que este señor era íntimo amigo y había estudiado con un economista que se llama Andreu Mas-Colell. Y estos dos señores quisieron que yo fuera a Harvard y entre ambos consiguieron que pudiera ir. Pero la cuestión es que fue potra que acertara una profesión que me terminó apasionando.

 

-Fue potra, pero puso mucho esfuerzo.

-Eso concuerda con el capítulo naranja, que dice que para ser bueno en la vida en cualquier cosa, tienes que dedicar horas y más horas. Y sólo dedicas muchas horas si te gusta. ¡Cuando me empezó a gustar, iba como un loco! Todo el día pensando en economía. Iba a las bibliotecas y cogía libros para solucionar problemas. Lo hacía porque me gustaba, no porque me lo hubiera dicho ningún profesor. Mientras mis amigos iban a las discotecas, yo me quedaba en casa resolviendo problemas como una obsesión enfermiza porque me encantaba. ¡Y reconozco que fue de leche! Si me hubiera puesto en la facultad de Física, ahora sería un físico mediocre o un ingeniero miserable o un abogado infeliz. Y me pasaría el día mirando el reloj a ver si llega la hora de irse.

 

-Ese capítulo que dedica a la educación hace pensar mucho. ¿Qué grandes cambios cree que habría que hacer en el sistema educativo?

-Ken Robinson dice que no hay que hacer ninguna reforma educativa. Dice que el sistema educativo se debe derrumbar y construir uno nuevo. No se debe hacer ninguna reforma, sino una revolución. Debe cambiar todo de arriba abajo. Desde el principio de la educación, que es que el profesor sabe más que el estudiante. Esto ya no es verdad. Hoy, en aspectos importantísimos de la vida, tales como la tecnología, el estudiante sabe más que el profesor. El día que en se estropea un ordenador en un aula de Cataluña, pregúntate quién es la persona menos preparada para solucionarlo. En todas las aulas la respuesta es la misma: el profesor. Y esto lo saben todos los estudiantes.

 

-¿Y esto tiene consecuencias?

-Que piensan que si este hombre o mujer no tiene ni idea de algo tan importante como la tecnología, lo que me enseñe no me servirá. Porque ven que no sabe resolver las cosas importantes. Y esto crea una distorsión brutal en el respeto intelectual por los maestros. Yo tenía respeto a mis maestros porque ellos sabían mucho y yo no sabía nada. Me enseñaban ‘el Quijote’ y yo aprendía. ¡Ahora ya no pasa! Y esto destruye el fundamento sobre el que se sostiene la educación.

 

-¿Qué Más hay que repensar del sistema educativo?

-Otra cosa que ha quedado destruida es que hasta ahora se enseñaban profesiones. ‘Tú haces contabilidad, tú haces periodismo, tú haces…’ Las universidades son como escuelas de formación profesional sofisticadas. ‘Tú serás médico’. Pero fíjate con la cantidad de profesiones que han desaparecido y con todas las que se han creado nuevas. Profesiones que no existían. Relacionadas con la informática, la robótica, la telefonía celular… hay miles de profesiones que han aparecido nuevas y miles de profesiones que han desaparecido. Las agencias de viajes han desaparecido. Los abogados también desaparecen. Los despachos de abogados ya no necesitan tener un ejército de gente buscando documentos. Ahora se pulsa un botón y ya lo tienes. Ya no hay que ir a las bibliotecas a buscar jurisprudencia. Tenemos buscadores que lo hacen instantáneamente. ¿Y los periodistas? Cuántos periodistas no han perdido su trabajo porque las noticias las recibimos por Twitter y no con el diario de papel a las nueve de la mañana. Los digitales han revolucionado esta profesión. El mundo cambia de una manera espectacular. Y continuará cambiando.

 

-Es muy difícil anticiparse a estos cambios.

-Los niños que ahora empiezan la escuela se jubilarán entre el 2070 y el 2080. ¿Cómo será el mundo entonces? No tenemos ni idea de qué profesiones habrá. Si a estos niños les enseñamos una profesión -la de contable, por ejemplo- y la contabilidad desaparece dentro de cinco años, ¿qué harán? Debemos pensar el sistema educativo de manera que puedan vivir en un mundo con unas profesiones que ahora todavía no existen. Y no sólo no existen sino que no podemos ni imaginar la foto. ¡Pero bien que tenemos que educar a estos niños! Y les enseñamos profesiones que pronto no existirán. ¿Cuánta gente sigue haciendo periodismo a la antigua sabiendo que cuando acaben la carrera no les servirá nada de lo que han aprendido? ¿Cuánta gente todavía aprende a hacer contabilidad? ¡Si la contabilidad la hacen las máquinas!

 

-No se enseña lo que puede servir en un futuro?

-¡Estamos creando inútiles antes de comenzar la partida! Y los niños confían ciegamente en los padres, los profesores, el ministro, los adultos que les dicen que si estudian les irá bien. ¡Mentira! ¡Si estudias, irás al paro! Porque nosotros, los adultos, desde el ministro hasta los padres, pasando por los maestros, los consejeros y los directores, lo estamos fastidiando todo de mala manera. Todo esto tiene que cambiar de arriba abajo. Debemos empezar a priorizar cosas que hasta ahora no priorizábamos. Hasta ahora priorizábamos las respuestas, ahora tenemos que priorizar las preguntas. La curiosidad.

 

-Los niños pequeños siempre preguntan ‘por qué’.

-El regalo más importante que podemos hacer a los niños es la curiosidad. Ya llevan este aparato [señala el teléfono móvil] en el bolsillo. Aquí tienen toda la información del mundo. La única barrera que hay entre tú y toda la información del mundo eres tú. La tienes que ir a buscar. Si no te preguntas cosas y coges el teléfono y le preguntas cosas, la información no vendrá. ¡La información la llevas en el culo! ¡La tienes que sacar del culo y ponertela en la cabeza! El culo significa el bolsillo, ¿eh? La barrera eres tú. Estamos matando la curiosidad. Al niño que pregunta mucho cuando tiene dos y tres años -el famoso ‘por què’-, el padre, el maestro y los otros niños le dicen que se calle. ‘Calla, calla, calla … preguntar está mal. ¡Lo que tienes que hacer es escuchar y absorber lo que te dice el profesor!

 

-Sí. A los niños que tienen mucha curiosidad y ganas de aprender se les estigmatiza con el nombre de ‘motivados’… Ser el ‘motivado’ es ser el rarito.

-Y los otros niños se ríen. Fíjate: al niño que tiene curiosidad le decimos que está mal, se lo cree y cuando llega a la universidad no hay manera de que pregunte nada. ¿Dónde ha quedado la curiosidad? Es que no hay que dársela. ¡Ya la llevan de serie! Lo que hace falta es no matarla. La curiosidad es el único que los puede salvar.

 

-Que cuando terminen la carrera continúen preguntándose el porqué de todo.

-¡Exacto! Si no lo hacen, quedarán estancados en una profesión que se va a morir. Lo único que les puede salvar es la curiosidad. Y las escuelas están más pendientes de las respuestas que de las preguntas. El examen es que el profesor haga una pregunta y el alumno acierte la respuesta. Entrenamos a encontrar siempre la respuesta. Y eso es lo que evaluamos. La gente que hace tesis doctorales tiene muchas dificultades porque no ha sido entrenada a preguntar. Una tesis doctoral es hacerse una pregunta y tratar de responderla. Y entrenamos a responder y no a preguntar. Hay que cambiar completamente el foco de la educación. Y esta cuestión es tan sólo una de las muchas cosas que se deben cambiar. No se trata de hacer unos retoques.

 

-Pero todo eso no se puede desvincular del método. Quiero decir que la curiosidad no tiene nada que ver con la espontaneidad. Y a menudo se cae en la trampa de exaltar la espontaneidad. La curiosidad tiene que ir acompañada de método y esfuerzo…

-¡Claro! Todo esto que digo ahora y en el libro no me lo invento yo. Lo saco de los mejores pedagogos del mundo. El Gardner de Harvard con las inteligencias múltiples, el Ken Robinson, el colegio Montserrat de Barcelona, que es pionero en el mundo y que les vienen a ver de todas partes porque las monjas éstas han inventado algo muy interesante… Yo no soy pedagogo. Tan sólo doy clase. Mi función es resaltar qué implicaciones tiene hacer estas cosas mal. Y trato de apuntar cómo deberían hacerse bien a partir de lo que aprendo de esta gente.

 

-¿Y cuál es el método bueno?

-Es muy difícil para los pedagogos encontrar un buen método. Los médicos te dan una pastilla y en quince días saben si ha funcionado. Con la educación tardaremos veinte años en saber el resultado de cualquier cambio. Es muy difícil saber si acertarás. Y es muy fácil criticarlo. España ha hecho nueve reformas educativas desde la muerte de Franco. La última es del año pasado con la ley Wert. Los pedagogos de todo están haciendo discusiones muy interesantes. Hay debates muy profundos sobre cómo debe ser la educación. Se habla de las inteligencias múltiples, la creatividad y la introducción del arte, la curiosidad… ¿Tú escuchaste que se hiciera cualquiera de estos debates aquí antes de aprobar la ley Wert?

 

-Nada de nada.

-El Mundo entero hace estos debates ahora mismo. En Finlandia hacen cambios profundos y son los que ya tenían el gran modelo. En Nueva York se está impulsando la estimulación precoz. En cambio, aquí el debate era si había que hacer más horas de español y si la religión contaba para la media o no. Este fue el debate. Esto es una catástrofe. Estamos condenando a los niños. Un 56% se van al paro cada año. Uno tras otro. Este es el verdadero fracaso escolar. No son los niños que dejan la escuela antes de tiempo. El fracaso son los niños que la terminan. Los niños que hacen caso a sus padres, a los maestros, al ministro y a la consejera. Y hacen todo lo que les decimos. Sacan matrículas de honor. Y cuando terminan, a la calle directamente.

 

-Sí que es un gran fracaso.

-Es un fracaso del ministro, un fracaso de la consejera, un fracaso de los profesores, de los directores, y fracaso de los padres. Si fuéramos médicos, nos meterían en prisión. Si eres médico y por tu culpa se muere un paciente que has operado del corazón por una mala práctica, no vuelves a tocar nunca un enfermo. Te vas a la cárcel directo. Y aquí vamos arruinando generaciones enteras y nadie va a la cárcel. ¿Cómo es que no está en la cárcel el tal Wert? ¡Lo que ha hecho es una catástrofe de consecuencias inmensas! ¡Además, con fines políticos inconfesables! Destruyen generación tras generación por sus peleas ideológicas. Si fueran médicos, estarían todos en la cárcel. Son unos irresponsables.

 

-Sin salir del mundo educativo: ¿cree que hay un conocimiento de economía proporcional a la importancia que tiene en la vida cotidiana?

-No. Y es por eso por lo que hago el programa y que hace años que trato de hacer divulgación económica en todos los medios que puedo. Si tuviéramos más educación económica, hay cosas que no pasarían. Por ejemplo, una de las leyes fundamentales de las finanzas es que el retorno es el premio del riesgo. Si viene un señor y te da un premio muy grande comparado con el que te da el resto, es que hay un riesgo muy grande. Punto final. No hay más. Si viene el Ruiz Mateos y te da un 10% cuando el resto te da un 1%, ¡todo el mundo debería decir ‘alerta’! La gente que se arriesga es normal que pierda. Y si no pierden, les ha tocado la lotería. Riesgo no significa que pierdas, significa que juegas a la ruleta. Si te toca, ganas 36 veces y, si no, lo pierdes todo.

 

-No estamos preparados para tomar las decisiones que tomamos. Necesitamos más formación económica de base.

-Cuando el tipo de interés es 1% en todas partes y viene el señor del banco y te dice ‘compre preferentes, créame’, estamos hablando de un riesgo. Hay una expresión que es ‘vender la moto’. Hay que desconfiar y analizar bien las supuestas gangas. El señor del banco no es un amigo; es un vendedor. Todo esto son pequeñas lecciones económicas que, si las hubiéramos sabido antes de la crisis, habría picado mucha menos gente. Cuando viene alguien a decirte que el ladrillo nunca baja, está mintiendo. La historia de las burbujas existe y tan sólo hay que saberlo. Si no has oído hablar de las burbujas y sólo ves jóvenes con coches de lujo y te parece que el único tonto eres tú, puedes acabar cayendo en el error de pensar que hacer dinero es muy fácil y no pasará nada. Miles de jóvenes dejaron la carrera, lograron el carné de API y montaron su gran negocio. Pero ahora están sin carrera, sin trabajo, sin un duro y con una deuda que los mata. Es muy importante tomar las decisiones con conocimiento. Por eso hago estos programas, este libro y dedico tiempo a la divulgación aunque no sea mi dedicación principal.

(*) http://salaimartin.com/newspaper-articles/517.html#