¿Pájaro en mano?

La última sesión del Consejo de Política Fiscal y Financiera, el pasado viernes, se ha cerrado como era de esperar: ganando tiempo y salvando la cara. Gana Montoro y salva la cara ante Europa, y lo ganan las comunidades autónomas y salvan la cara ante sus electorados. El ministerio de Hacienda se compromete a nombrar una comisión de expertos recogiendo propuestas de las comunidades autónomas, y así todo el mundo visualiza que la reforma del sistema de financiación se empieza a poner en marcha. No hay duda de que, sea cual sea el próximo gobierno del Estado, la reforma de la financiación autonómica será prioritaria. Es el momento para empezar a hablar.

Desde Cataluña, y especialmente desde los posicionamientos independentistas, esta reforma es peligrosa. Lo es porque aleja el centro de atención de la reivindicación central, que es la de un referéndum claro para decidir el futuro de Cataluña, y genera el espejismo de posibles mejoras. Indudablemente, la Generalitat estará muy atenta a obtener el máximo que pueda de la negociación, pero lo que plantea la actual mayoría de Juntos por el Sí con el apoyo externo de la CUP encaja mal en un sistema de financiación porque cuestiona completamente los equilibrios de las finanzas públicas del Estado español.

El mayor peligro es que parezca que queremos lo que en tiempos de los gobiernos de Jordi Pujol se bautizó como “pájaro en mano”. Contra lo que todo el mundo suele pensar, el pájaro en mano de Pujol no era dinero, sino transferencias. Jordi Pujol quería obtener de Madrid competencias para la Generalitat, y no le importaba que no estuvieran financiadas. Ya eran pájaro en mano, según su misma expresión. La financiación adecuada de las competencias transferidas ya se arreglaría después. De hecho, la reivindicación de mejor financiación era un buen motor político para todos los ‘después’.

Los vascos sí hicieron pájaro en mano. Lo que más les importaba era su financiación. Dentro del sistema de concierto económico, su variable fundamental era la fijación de la cuota -la aportación vasca a las finanzas públicas españolas-. Los vascos han sido maestros en conseguir que la cuota fuera cada vez más pequeña, con el visto bueno de todos los partidos políticos, catalanes incluidos. Además de conseguir una cuota que ya les permite tener superávit fiscal con España, a pesar de ser los más ricos, cada nueva transferencia por la que luchaban sólo la aceptaban si estaba bien financiada. Ahora el sobrefinanciamiento público vasco es cuantitativamente tan importante como las necesidades de financiación pública que se atienden de Andalucía (y, por cierto, el navarro como las de Extremadura). Consecuencia: si debemos participar en la negociación, que será inevitable, no nos interesa un pájaro en mano a la catalana sino un pájaro en mano a la vasca.

¿Cuál sería el modelo de financiación compatible con los objetivos del independentismo y de todo el soberanismo? Disponer de la llave de la caja. Esto sólo se arregla con un concierto económico. Era la propuesta de pacto fiscal votada por el Parlamento de Cataluña en el año 2012. Sería un paso adelante. Hay mucho trabajo ya hecho y se conoce el encaje político y económico. Definido un concierto económico, hay que discutir la cuota. Se puede ser generoso si la cuota se gestiona a la vasca, que quiere decir que va bajando con el paso de los años. Es compatible con los objetivos de Juntos por el Sí y la CUP porque no cierra el paso ni al referéndum ni a la independencia.

¿Cuáles son los principales parámetros que impactan sobre la financiación de la Generalitat de Cataluña? Esquemáticamente son los siguientes. 1) Disponer de la llave de la caja. Esto sólo se arregla con un concierto económico. 2) Que haya más recursos. Esto sólo se arregla con una mayor aportación del Estado. 3) Deshacer la centralización competencial de las últimas legislaturas, que han vaciado de contenido normativo la Generalitat. 4) Garantizar que la solución incorpore el reconocimiento y la protección de a) las necesidades sociales de la ciudadanía catalana, b) las necesidades de inversión de Cataluña y c) el diferencial del coste de la vida en Cataluña. Los puntos 3 y 4 se arreglan si hay voluntad política del gobierno del Estado.

Inevitablemente, dar satisfacción a estas exigencias obliga al Estado a hacer sacrificios, que significa sacrificios en los gastos estatales y en el arbitraje que tiene que hacer de la distribución territorial de ingresos y gastos.

Este es el único pájaro en mano admisible.

ARA