Lorca II (respuesta a los comentarios)

Como opiniones sobre las elecciones ya encontraréis muchas, aprovecharé para comentar la reacción a mi artículo de la semana pasada. A diferencia de lo que piensan algunos lectores, sí que soy humana, y por tanto no soy inmune a la avalancha de críticas que he recibido. Ni puedo evitar la necesidad de reflexionar sobre algunas cosas que escribí ni puedo evitar la necesidad de defender algunas otras. Para los que no leyeran el artículo, en resumen criticaba que ERC y SI se hubieran sumado al duelo institucional declarado en Cataluña en solidaridad con las víctimas del terremoto de Lorca.

Los comentarios discrepantes con la idea de mi artículo se pueden dividir en tres categorías: los españoles, los que no tienen sentido y los que sí tienen sentido. Los españoles -tipo “¿qué pone en tu DNI? Míralo y llora”-, no pienso ni comentar por que la historia ya ha demostrado que dedicarse a hacer este tipo de pedagogía es una pérdida de tiempo.

Los que no tienen sentido quedan muy bien resumidos en el comentario de un hombre que dice ser el cabeza de lista de SI en un municipio. Según él, su candidatura también hubiera parado la campaña durante un día si el terremoto de Lorca hubiera pasado en cualquier otro lugar del mundo. Eso es mentira. Y no es opinable, es un hecho. En el mundo cada día pasan desgracias que se saldan con más muertes que el terremoto de Lorca y la campaña de este señor no se detiene. Había muchos comentarios en este sentido, y algunos utilizaban una comparación que no es válida. Comparar el terremoto de Lorca con hechos como el de Haití, el 11-S, el 11-M y el Japón, no es realista. El mundo tiene un barómetro para medir la gravedad de las desgracias según el número de muertos, la procedencia de los muertos y la causa de las muertes. Nos puede parecer justo o injusto pero es el barómetro que hay y lo aceptamos desde el momento en que damos más importancia al 11-S que a las tragedias africanas. Si bien las catástrofes mencionadas, por una causa u otra, sí generaron un duelo institucional en todo el mundo, el terremoto de Lorca sólo lo ha generado en España. La solidaridad institucional, pues, se ha reducido al marco estatal español.

Las críticas con sentido son las que ponen de relieve los lazos familiares que muchos catalanes tienen con Murcia. Es verdad y fue un error no mencionarlo. El hecho de que yo me sienta a la misma distancia sentimental de un murciano que de un alemán, no quiere decir que también sea así para todos los catalanes ni para todos los independentistas. Ni nadie tiene derecho a juzgar mis sentimientos ni yo tengo derecho a juzgar los sentimientos de los demás. Si lo que di a entender es que sentirse más cerca de un murciano que de un australiano es comportarse como un español, lo retiro porque no lo pienso. Ahora bien, una cosa son los sentimientos particulares de las personas y la otra son las actitudes institucionales de los partidos políticos de los estados. Si una desgracia comparable a la de Lorca hubiera pasado en Puerto Rico, los partidos políticos de los EEUU no se hubieran sumado al duelo institucional por mucho que su país esté lleno de gente con vínculos portorriqueños. Y no hace falta ir tan lejos ni a situaciones hipotéticas. Hace unos días murieron 80 paquistaníes en un ataque de Al Qaeda y no vi ningún político español ni catalán solidarizándose de manera oficial con el Pakistán a pesar de que aquí viva muchísima gente con familia allí. Vuelvo a repetir: en la inmensa mayoría de los casos, el marco de los duelos institucionales es estatal, no socio-sentimental. Como en todas partes es así, lo que me preguntaba -o lo que me quería preguntar- es por qué los partidos que abiertamente quieren un Estado para Cataluña se habían comportado como partidos del estado español.

Mi teoría para explicar por qué lo hicieron, ha cambiado. Si me lo hubieran preguntado la semana pasada habría dicho que tuvieron miedo de ser tildados de inhumanos, y que este miedo es una muestra como cualquier otra de hasta qué punto la demagogia española nos controla, de hasta qué punto nos hemos creído que un independentista catalán se merece ser tildado de animal por el hecho de seguir las mismas normas que se siguen en todo el mundo, de hasta qué punto dejamos que España explote el complejo que nos ha creado, expresamente, para hacernos desaparecer. Ahora, en cambio, creo que no actuaron con miedo sino con inteligencia. Más que la mía, seguro, y me alegro. Vista la reacción que ha provocado un artículo de alguien sin demasiada importancia, no me quiero ni imaginar qué hubiera pasado si ERC y SI no se hubieran sumado al duelo institucionales. Diría que no son ellos los que no están preparados sino que es la gente independentista o susceptible de serlo la que no lo está, y no tiene ningún sentido que la política vaya en contra de la gente que lo alimenta. Yo pequé de ingenua y ellos no. Seguramente el grado de exigencia que pedía la idea de mi artículo no se corresponde con lo que una gran parte del independentismo está dispuesta a aceptar. Seguramente el duelo institucional era, siendo realistas, inevitable. Y seguramente di demasiada importancia a un tema que no tiene tanta, porque al fin y al cabo creo que tenemos defectos mucho más serios que éste y virtudes que, a pesar de todo, harán que nos acabamos salvando.

 

Publicado por El Singular Digital-k argitaratua