La paradoja de la CUP, todas las caras de Puigdemont y seis apuntes más

La paradoja de la CUP

¿Cataluña será una república digital? Disculpen que eche un poco de agua a la ratafía, pero no dejaré de defender nunca que los procedimientos y las formas son tan importantes como los contenidos y las convicciones. Carles Puigdemont puede ser un excelente presidente de la Generalitat. Estoy seguro de que lo hará bien y que no dejará de sorprendernos con cada nuevo paso. Con todo, la actitud de la CUP les ha llevado a una paradoja bastante curiosa como teóricos defensores de la democracia directa: han aceptado el investir un presidente designado a dedo por un solo hombre para poder tumbar al que habían votado los ciudadanos en las elecciones con la participación más alta de Cataluña. ¿Verdad que no queremos un país donde los presidentes se escojan por el método digital?

 

¿Mas presidente?

No quiero pasar de hacer un reconocimiento explícito a la inteligencia política del presidente Mas, demostrada hasta el último momento del sábado. Seguro que se pueden criticar muchas cosas del mandato de Mas, pero no conozco ningún otro presidente que haya acortado dos mandatos consecutivos, no por falta de estabilidad parlamentaria, sino para escuchar y trasladar a las instituciones el clamor del pueblo. Si algunos lo querían retirar, me parece que habrán conseguido el efecto contrario y ahora descubriremos un Mas muy diferente. Del ‘dieciocho meses y fuera’ hemos pasado a un plan para reconstruir el futuro y un posible retorno. Como decía alguien estos días, puede que la CUP, con su intransigencia en esta cuestión, haya entregado la presidencia de la República Catalana a Artur Mas. Si el presidente Puigdemont lo hace bien, que nadie se extrañe de ver el tándem Mas-Puigdemont en la fórmula republicana de presidente y primer ministro.

 

Todas las caras de Puigdemont

Puigdemont divirtió a quienes no lo conocían, con la intervención de réplica en la sesión de investidura del domingo en el parlamento. Oratoria bien trabada, ironía inteligente, buen sentido del humor, base cultural fortísima, capacidad y claridad comunicativa, ideas y convicciones insobornables… El Puigdemont parlamentario ya está asegurado. Ahora habrá que ver cómo se defiende en un gobierno con líderes y miembros de otros partidos con carácter propio y bastante fuerte. Y habrá que ver qué reacción tendrá cuando vayan mal dadas. El humor y la ironía son buenas armas de defensa, pero no son las únicas. Creo que lo hará bien y todo el mundo podrá descubrir una personalidad que ya tendrá tiempo de ir saliendo.

 

El precedente lamentable

Y, sin embargo, lamento profundamente que todo ello tenga que construirse con el precedente del chantaje y de los vetos personales. ¿Cuál será la próxima exigencia que habrá que cumplir? ¿Quién será el próximo expulsado del proceso de independencia? ¿Cuántas personas nos estorbarán? Un movimiento político que construye su futuro colectivo con la exclusión de los líderes mayoritarios y de quienes piensan diferente no creo que pueda ser lo suficientemente atractivo para terminar de ensanchar su base social. Porque… era eso lo que había que hacer al día siguiente del 27-S, ¿no? Y algunos han acabado consiguiendo todo lo contrario.

 

Un error interesado

El precedente lamentable se ha acabado imponiendo porque demasiada gente ha aceptado sin más preguntas la premisa falsa de que la base social se ensanchaba a golpe de ideología (de izquierdas, claro, y perdonen). El grueso más importante de población sensible de terminar incorporándose a la mayoría independentista no es renuente a la misma por una cuestión ideológica. Esto es una construcción de varios grandes pensadores que tenemos en este país (eso sí, muy desligados de los intereses de determinados partidos y de una mirada ideológica de la realidad, faltaría). Lo que separa a mucha gente del proyecto independentista es la desconfianza, los temores (bien trabajados en determinados sectores por España) y una convicción atávica que dice que eso que queremos hacer es imposible. Ya les puedo asegurar que haber liquidado el presidente Mas no ayudará en nada a sumar este grueso de población al 47,8% de catalanes que dieron el paso el 27-S. No dejan de rebotar por mi cabeza aquellas frases del sabio Jem Cabanes: ‘Las ideologías discuten por falta de ideas. Y los hombres sufren’. ‘

 

¿Olvidar también es vivir?

Ahora se ha hecho el daño. Y hay que reconstruir la confianza, restablecer el prestigio, rehacer los puentes, curar las heridas… y en ningún caso olvidar. Si bien Martí i Pol decía que ‘olvidar también es vivir’, a nosotros ya no nos sirve vivir, sino que ahora tenemos que ganar. Y si olvidamos lo que ha pasado estos tres meses, estaremos condenados a repetirlo. Asumiendo todos los errores cometidos, seremos capaces de llegar al final del camino.

 

Cuotas contra meritocracia

Ahora tenemos un presidente. Un buen presidente. Y a partir de hoy tendremos un nuevo gobierno. El gobierno que deberá construir el Estado desde cada una de las competencias. Un gobierno que algunos esperábamos mejor equipado. Donde las fidelidades de partido fueran la excepción. Con referentes en cada uno de los ámbitos. Las cuotas de partido son demasiado a menudo un freno a la meritocracia. Y en esta ocasión, sinceramente, contaba con que los partidos sabrían ahorrarnos esta hipoteca. Lo dejo aquí y espero a ver cómo empieza a rodar la pelota. Pero no podremos dejar pasar los famosos cien días, que serían ya una quinta parte del tiempo que tiene este gobierno para llegar a puerto.

 

Aprovechar las dificultades de España

Ciertamente, no nos podemos entretener más en restañar heridas. Hay que aprovechar la confusión de la política española y echar a andar. Con toda la modestia, nos tenemos que hacer ahora la pregunta que se había hecho Xammar: «’¿Las dificultades de España serían la oportunidad de Cataluña?’ Lo podían ser, sin lugar a dudas, pero a condición de que los catalanes tuviéramos conciencia de ello. En otro caso, las dificultades de España serían para Cataluña unas dificultades aún mayores. […] El trabajo de los catalanes había de ser, pues, el de preparar las cosas para poder aprovechar las dificultades de España y convertirlas en oportunidades para Cataluña. Eso por un lado. Por otro, había que reconocer que para este trabajo los catalanes no estaban muy preparados. Mejor dicho, no lo estaban en absoluto. Creer en la viabilidad de un régimen republicano en España era un error político que un día u otro, si no se rectificaba, los catalanes deberíamos pagar caro. Las cabras por sus pecados llevan las rodillas peladas». No desperdiciamos los buenos consejos. Si evitamos una nueva tormenta, aún lo podemos salvar.

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