Independencia y boicot

La política catalana ha orientado su relación con la española con dos enfoques alternativos. Por mucho tiempo el “peix al cove” (o “pájaro en mano”) fue hegemónico. Perseguía avances puntuales y continuados en el autogobierno. Pero entró en crisis mediado el primer mandato Aznar al ponerse de manifiesto que podía haber marcha atrás. Esto llevó a la estrategia de la reforma de España para lograr un mejor encaje de Catalunya. La reforma del Estatut fue la pieza central de esta política, frustrada por los recortes del texto del Parlament y, sobre todo, por la sentencia del Tribunal Constitucional. La manifestación del 10 de julio del 2011 certificó la frustración acumulada y la virtual defunción de esta estrategia.

Como legado de estos procesos quedan la ausencia de un método claro de relación entre la política catalana y la española, y la emergencia del debate sobre la independencia, a la que la demoscópica indica que han significativamente aumentado los apoyos y el debate se ha extendido con naturalidad. Buen ejemplo de esta dinámica lo constituyen artículos en este diario de Manuel Castells y de López Burniol -entre otros-, la conferencia de Jordi Pujol en la UPF el 29 de marzo, o la conversación entre Felipe González y Miquel Roca en el libro ¿Aún podemos entendernos?

Se ha acentuado también la reflexión sobre los efectos económicos de la independencia. Un hito destacado en este campo es el libro Sense Espanya. Balanç econòmic de la independència, de Modest Guinjoan y Xavier Cuadras. Su objetivo central es cuantificar el efecto de un boicot comercial en el resto de España ante una hipotética secesión de Catalunya. Sus estimaciones indican que se necesitaría un boicot del 80% de las ventas a consumidores y del 50% por ciento de las ventas a empresas (consumos intermedios) para que la pérdida del PIB catalán sea equivalente al déficit fiscal (a la media de las estimaciones de los gobiernos español y catalán).

¿Este nivel de boicot -que también dañaría a la economía española- es mucho o es poco? Es mucho mayor que el sugerido por los estudios demoscópicos en España y los antecedentes en el resto del mundo. Además, el ajuste dinámico de la sustitución de destinos de exportación (como sucedió con el boicot del cava) disminuiría los efectos con el tiempo, sea la que sea su dimensión inicial. El análisis robusto de los efectos de las opciones políticas aporta información de calidad a la sociedad, por lo que es muy útil para la decisión colectiva. Ojalá esta aportación sea continuada por otros trabajos también presididos por la robustez.

 

Germà Bel. Catedrático de Política Económica de la Universitat de Barcelona (UB).

Publicado por La Vanguardia-k argitaratua