¿Dónde estamos?

¿Quiénes somos y adónde vamos? Dice Peter Sloterdijk que hay que cambiar de pregunta. El filósofo alemán de apellido holandés lo escribe de manera melodiosa: “¿Qué nos es lícito esperar? Tras los desfondamientos del siglo XX sabemos que la pregunta reza: ¿dónde estamos cuando estamos en lo inmenso?”

¿Dónde estamos? Nos hallamos en una región del planeta que echará humo durante mucho tiempo. Alrededor de la gran laguna mediterránea los estados de excepción bailan una sardana: Grecia, en quiebra y rozando la salida del euro; Turquía, reforzándose como potencia regional; Siria, en llamas; Líbano, en llamas; Israel, fuerte y perplejo ante los cambios que no esperaba; Egipto, gran interrogante, bajo una dictadura militar no se sabe si provisional; Túnez, minúscula esperanza en el incendio; Libia, en guerra civil por el petróleo; Argelia, una oligarquía militar que no soltará la espita del gas; Marruecos, en incierta estabilidad; los Balcanes, inflamables y mal recosidos; Italia, partida en dos sin escindirse –Sicilia, petrificada–; y España, abocada a una modestia que le costará digerir. Una laguna y tres faros: Estambul, Roma y Barcelona.

 

Publicado por La Vanguardia-k argitaratua