Hacer saltar la cabra

Una vez más, la pregunta: ‘¿Y ahora qué?’ Se han hecho muchos esfuerzos para escribir los caminos que deberían llevar a la independencia. Pero ha quedado suficientemente demostrado que no se puede hacer nada más sino improvisar constantemente. Para ello, a cada paso que damos nos volvemos a preguntar ‘y ahora qué’. Salvada la última pantalla -investidura y gobierno- todo el mundo se pregunta qué pasará ahora. Que sí, que sí… estructuras de Estado, internacionalización y ampliar la base social independentista. Esto queda muy bien. ¿Pero qué permitirá dar estos pasos que no se hubiera podido hacer hasta ahora? ¿La victoria del 27-S? Es un aval, claro. Pero mandato democrático aparte, hace falta acción transformadora. Es necesario que empiecen a pasar cosas.

Los independentistas son los que quieren votar. Los unionistas son los que no quieren que se vote. Sería importante que esta dualidad no se perdiera de vista en ningún momento. Los independentistas ponen argumentos sobre la mesa. Los unionistas imponen el miedo y la amenaza. Esto también convendría no pasarlo por alto. Los independentistas quieren que la voluntad popular se imponga a la ley. Los unionistas, que la ley se imponga a la voluntad popular. Otra diferencia que debe quedar siempre clara. Este esquema de lo que quieren los independentistas y lo que quieren los unionistas debe ser visible a los ojos del mundo.

El objetivo, además de lo que está escrito en los papeles, debe ser hacer saltar la cabra. ¿Recuerdan el bicho que guía a los legionarios en los desfiles militares españoles? Pues hay que hacerla saltar. Es evidente que no quiero decir que haya que provocar una intervención armada de España. Ciertamente, esto nos daría la victoria automática, pero si lo podemos hacer sin que lleguen tan lejos, mejor. Cuando digo ‘hacer saltar a la cabra’ hablo de despertar el bóvido que el nacionalismo español lleva dentro. Sacarlos de quicio. Que pierdan un poco los nervios. Que cometan errores y que en algún momento se pasen de rosca.

Con la cabra saltando por ahí, tal vez algunos de los que todavía tienen la cabeza en la España plural se darán cuenta de que el único proceso constituyente posible es el de Cataluña. Quizá sólo si ven saltar la cabra se darán cuenta de que en España tan sólo el 18% vota opciones que proponen un cambio constitucional con el que se podría abrir la puerta a una nueva relación entre Cataluña y España.

¿Qué más ganamos si hacemos saltar la cabra? Pues ponemos en evidencia las malas formas de España y la falta de respeto hacia la democracia y la libertad de los ciudadanos y los pueblos. Tal vez sólo con la cabra se darán cuenta de que hay un problema que hay que resolver por vías negociadas y democráticas y se implicarán en la resolución del conflicto.

Si la cabra salta, nosotros saltaremos adelante. La estrategia de España es dilatar, dejar pasar el tiempo, adormecer la ambición de los catalanes por cansancio… Y hay que evitar que lo logren. ¿Qué fórmulas hay para hacer saltar la cabra? Seguro que si hacemos un concurso de ideas, saldrán miles. Por ejemplo, un amigo me sugería la idea de ir a tomar medidas de los edificios militares y de la administración del Estado en Cataluña. Se podría organizar un grupo que empezara a cartografiar infraestructuras tales como el cuartel del Bruc, el edificio de la delegación del gobierno español, el edificio del gobierno militar, la torre de Pedralbes que hace de residencia oficial de la delegada del Gobierno, María de los Llanos de Luna… Es tan sólo una idea: ir a tomar medidas para hacer un inventario de las instalaciones que habrá que dedicar a servicios sociales.

Hay más maneras de hacer saltar la cabra. Otra sería una acción diplomática más descarada del nuevo consejero de Asuntos Internacionales. Habría que enviar una carta a las cancillerías de los 193 estados miembros de la ONU, por lo menos, para invitarles a establecer relaciones bilaterales con el gobierno de Cataluña y anunciarles que pronto se creará un Estado en el centro de Europa. En esta carta se debería sugerir a estos estados el abrir embajadas en Cataluña o convertir los consulados en embajadas con todos los detalles. Aparte del impacto de la acción, la cabra seguro que saltaría.

Eso sí, ante la cabra el movimiento independentista debería saber reaccionar con acciones pacíficas y de resistencia civil. Lo que el nuevo vicepresidente Junqueras llamó ‘escenarios de carácter gandhiano’. No sería bueno perder en ningún momento el talante pacífico, democrático y constructivo que ha tenido hasta ahora el proceso de independencia. Con la diferencia de que ahora añadiríamos la resistencia y la desobediencia civil como nuevas formas de avanzar hacia la libertad. Todo ello -cabra y acciones ‘gandhianas’- serviría para implicar a la comunidad internacional en la resolución del conflicto. Que, como decía aquel, sin hacer evidente el conflicto no puede haber resolución.

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