¿Fagocitar a la CUP? ¿Una OPA a la vista?

El presente y el futuro de los catalanes está en juego en estos momentos desde Cataluña Norte, donde la extrema derecha del FN de Le Pen está amenazando todo el ecosistema político y seduciendo con sus tesis xenófobas y ultranacionalistas a una juventud desorientada y castigada por la crisis, hasta el País Valenciano, las Islas y el Principado donde se está librando una batalla entre un proyecto independentista para los Países Catalanes y un proyecto de mantenimiento del Estado español con retoques (Podemos) o sin retoques (PP-PSOE CS).

¿Fagocitar a la CUP? ¿Fagocitar a la izquierda independentista? ¿Estamos de nuevo ante la conocida respuesta “antes roja que rota”? ¿Tenemos por delante una OPA, no sé si hostil o pactada, de Podemos a la CUP?

Son preguntas que ahora mismo nos hacemos un montón de gente de la izquierda independentista, sobre todo las gatas viejas que ya han vivido otras situaciones políticas similares y sabemos el pan que allí se da.

Ahora nos encontramos con unas elecciones españolas que tienen características nuevas en los Países Catalanes y viejas respuestas por parte de todos los grupos políticos de matriz española: ratificación de la unidad de la patria española, negación de toda posibilidad de un estado plurinacional con cara y ojos. Unos lo dicen con una contundencia y claridad que es de agradecer y otros lo dicen con la boca pequeña, perdonándonos la vida, ofreciéndonos un regalo de navidad en forma de “referéndum” de última generación, son de esos regalos que no llegan enteros a fin de año, pero que ya han conseguido enredar la madeja y embobado al personal más dispuesto a ser engatusado y más temeroso no parecer suficientemente de izquierdas.

Me refiero, evidentemente, a las ofertas de última hora (porque hasta hace menos de un mes ni referéndum ni nada figuraba en su programa) que Podemos y sus franquicia en Cataluña, se han sacado de la manga ante la posibilidad de comerse electoralmente a los votantes de la CUP; en el País Valenciano y las Islas prevén fagocitar a Compromiso y en las Islas a los diversos grupos soberanistas. Prometen, así lo dicen, grupos propios en el congreso español; dentro de un mes podremos comprobar qué hay de verdad y de real en todo esto.

Desde la CUP les hemos servido en bandeja la posibilidad de fagocitarnos y hacer con más éxito una segunda vuelta del 27 de Septiembre, esta vez quedando con mejor posición por incomparecencia del rival de la izquierda independentista. La táctica de la CUP de no presentarnos, argumentada como una estrategia superupturista y de desconexión total con el Estado, es de una falta de visión táctica y estratégica (que ya se certificó en la incomparecencia a las elecciones al parlamento europeo ) preocupante. La opción oficial de la CUP es de abstención, pero es una opción que ni los mismos que la propugnan se la creen: lo cierto es que tanto ERC como Podemos se han lanzado a captar los votos que deja desamparados la CUP; algún dirigente de la CUP expone ahora mismo puede que no seguirá su propia consigna y no se quedará en casa sino que tal vez votará Podemos; votarán unos a ERC, otros a Podemos. ¿Revela esto por un lado un pacto más serio frente al funcionamiento parlamentario de la CAC en el más inmediato futuro? ¡¡Lo cierto es que, para empezar, la CUP para facilitar que una persona de CSQEP vaya al senado español ha hecho que también vaya un miembro del PP!!

¿Estamos ante un pacto que pretenda, una vez formado un gobierno, desmontar el grupo parlamentario de JxS para recomponer una alianza “de izquierdas”? ¿Esto es lo que está proponiendo el grupo CSQEP? ¿Por qué ahora mismo resurge de entre las cenizas de nuevo el famoso referéndum (no se sabe si pactado o no si con barretina o boina obrera?)

¿Por qué Iglesias-Colau han rectificado tan precipitadamente y ahora hablan de “referéndum”, de admitir “un derecho de decidir” para los catalanes? Básicamente por dos motivos: porque han visto que los votos que necesitan desesperadamente no los sacarán precisamente de Castilla La Mancha, La Rioja, Extremadura o Andalucía sino básicamente de los Países Catalanes; y que para hacer una gran cosecha no podían ir asegurando que “catalán” y “valenciano” son lenguas diferentes, que mejor que nos estemos quietecitos y unidos en una España que ellos reformarán y regenerarán y donde estaremos la mar de bien, porque el estado del bienestar que nos procurarán será inmejorable, porque, al parecer el expolio fiscal desaparecerá y las élites depredadoras también y otras fantasías y maravillas que han dicho hasta hace pocos días. El segundo motivo es de más largo alcance: el independentismo de izquierdas y con él la CUP, les molesta a ellos también; No nos creamos que molesta únicamente a nuestros enemigos de clase históricos, la oligarquía hispano-catalana; de la misma manera estorba extraordinariamente al proyecto de Podemos de un estado Español monárquico pero regenerado, suavemente militarista y maquilladamente federalista que basa su programa en echar a una “casta” política, empresarial y financiera pero eludiendo una ruptura política y social del Estado que es quien alimenta dicha casta. A los que vivimos el paso de una dictadura a una democracia tutelada la situación actual nos suena realmente a viejo cuento repetido: Pablo Iglesias es el nuevo Felipe González, Albert Rivera el nuevo Adolfo Suárez, y la reforma “constitucional” o no, es aquella aventura del 78 que terminó en un golpe de estado militar a los tres años escasos y unas reuniones del rey exclusivamente con los partidos españoles (nada de vascos y catalanes) para reinventar España acabando con el desenfreno autonómico de unos catalanes y unos vascos díscolos y siempre descontentos. ¿Creen realmente, que, ahora, en estas reuniones exclusivas entre partidos españoles se habla, sobre todo de imanes ultras y jigadistes asesinos?

Valdrá la pena dedicar otro día una reflexión para comparar en qué se parecen y en qué difieren los períodos 1970-1990 y 1990-2015. Hay muchas semejanzas pero, afortunadamente, también muchas diferencias. El Estado español, 40 años después de la muerte del dictador tiene una mala pieza en el telar: es un ejemplo de malas prácticas políticas: desprestigio de la Corona, que ni con una abdicación ha remontado el vuelo, de los Tribunales Supremo, Constitucional y autonómicos, totalmente controlados por los poderes más reaccionarios, los partidos políticos y los sindicatos institucionales desacreditados, las instituciones financieras, económicas e incluso las deportivas están podridas por una corrupción sistemática y estructural; las protecciones sociales de los trabajadores y el derecho al trabajo, a la sanidad y la vivienda están siendo desmantelados mientras impera el derroche y el pillaje más escandaloso. No es que sean una novedad estas prácticas corruptas ni vengan exclusivamente de la UE: vienen de muy lejos y son una herencia de la impunidad con la que se montó la transición, los pactos del silencio y, como denunciaba Xirinacs, de la traición los líderes.

Lo que nos encontramos ahora -y que me parece que busca la fagocitación de lo que representa la Unidad Popular en los Países Catalanes, y singularmente y ahora mismo en el Principado de Cataluña, con el proyecto constituyente y el camino hacia la República Catalana independiente-, tiene todo el aspecto de ser un objetivo político muy pensado de cara a abortar los proyectos independentistas de izquierdas o populares rupturistas: estamos en el contexto de una batalla que forma parte de una larga guerra por la emancipación nacional y social de los Países catalanes y en un punto de inflexión. Y no vale distraerse.

LLIBERTAT.CAT / VILAWEB