Evidentemente invasores, señora Arrimadas

Varios medios de comunicación españoles han querido recordar, sacándola por completo de contexto, una frase que el presidente Puigdemont pronunció hace tiempo. Era referente a los invasores que tuvimos que sufrir durante la Guerra Civil -él había hecho referencia a un escrito de Carles Rahola sobre el fascismo italiano. También se lo reprochó, en un ataque de ignorancia que no me sorprende, la señora Arrimadas -debía sentirse aludida-. Yo, como no soy político y, además, soy perfectamente incorrecto, trataré de expresar algunas ideas que no necesitará nadie sacar de contexto.

El ejército de Franco entró en Barcelona formado, y acompañado, por un buen grupo de invasores. Gente que llegó aquí a ganarse la vida sobre una tierra que consideraban conquistada. Lo que se conoce como “tierra quemada”. Con las lógicas ínfulas que acompañan al que ha ganado una guerra y, encima, le repugna la democracia y las diversidades nacionales. Era, todos lo sabemos, un ejército fascista. Hitler, Franco y Mussolini eran los tres dictadores europeos del momento. ¿Es que los alemanes de Hitler eran fascistas potentes y tecnológicamente avanzados, mientras los de Franco eran fascistas de boina y alpargata? Sí. Pero fascistas. Son, no lo olvidemos nunca, los que fusilaron a Companys por ser presidente de Cataluña.

Esta llegada de invasores (¡sí, sí, invasores, señora Arrimadas!) duró años. Muchos. La idea del régimen de Franco consistía en aniquilar culturalmente Cataluña. Destruirla. Y por eso envió invasores (¡sí, sí, invasores, señora Arrimadas!). No hablo de la inmigración española que vino buscando el trabajo que el fascismo español no les proporcionaba en su lugar de origen. No, no. Hablo de los funcionarios del régimen con intenciones invasoras (Galinsoga es su paradigma), de militares que consideraban esto un cuartel del régimen, y otros elementos que se hicieron ricos aprovechando el derecho de conquista.

Las otras dictaduras europeas tuvieron la suerte de ser desmontadas y de poder procesar a los que habían colaborado con ellas. Los aliados ayudaron a cribar. Pero aquí no. Franco murió en la cama, y los antiguos invasores continuaron campando entre nosotros. Y nosotros les toleraramos. Incluso les llegamos a hacer la pelota. Unos todavía estaban en el ejército, otros habían montado negocios (por ejemplo, editoriales), etc. Y nadie tiene nada que decir contra sus descendientes, siempre y cuando éstos no vivan y actúen de manera privilegiada gracias a ser hijos de invasores. Porque si nada quieren tener que ver con sus padres, mejor que renuncien a los privilegios que sus padres obtuvieron como invasores que fueron.

En resumen señora Arrimadas, en Cataluña hemos tenido invasores. Y no sólo italianos. Y hay que considerarlos como tales. Y también a los descendientes de aquellos invasores que se aprovechan, de una manera o de otra, y desde una posición de privilegio, del hecho de ser hijos de aquella gente. Se agradecería un poco de vergüenza.

PS. Por cierto, señora Arrimadas, la policía de aquellos invasores, entre otras cosas, castigaban por cantar Els Segadors. Lógico. Claro que, por lo que vi el pasado día 10 en el Parlamento, a usted no le hubiera afectado lo más mínimo. ¿Lógico?

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