Una visita al arte de la idea

Una visita al Museo Reina Sofía (MNCARS) es suficiente para hacernos una idea del estado del arte, y recordar el motivo por el que tantas personas interesadas en él sentimos pereza, desgana y desinterés cada vez mayores por lo que allí se nos muestra. En sus gigantescos espacios tenemos que prestar atención a obras oficialmente intelectuales, de aspecto tan atractivo como la lectura obligada de la contabilidad de unos grandes almacenes.

De los nombres que ahora destacan en la fachada, damos por supuesto que nadie recordará ninguno de ellos en un plazo de 10 o 15 años, incluso aunque sigan dentro del circuito artístico. ¿Por qué? Quizás porque sus propuestas son la versión de la versión de la versión de una propuesta post conceptual que, en algún momento, tuvo algún éxito. Al amparo de semejante garantía, y de los premios, becas o distinciones que ésta ya les ha valido, la obra ha llegado a su destino y se nos propone ideológica. Esto significa que las imágenes y objetos que allí se exponen son la mera ilustración, deliberadamente ambigua, de un discurso que se mantiene, también deliberadamente, de puro difuso, opaco, ya que así la reelaboración de imágenes de algún artista del pretérito o la mención de esta o aquella ideología, pueden dar pie a que los demás hagan interpretaciones supuestamente críticas sobre temas identitarios, sociales, etc.

Que la propuesta resulte estética y creativamente raquítica sólo pretende subrayar la seriedad y trascendencia del tema.

 

Uno

En un piso, el Sr. Mendizabal, receptor del premio Ojo Crítico 2010, nos ofrece una serie de obras sobre los signos y símbolos de las ideologías. Su ojo, en particular, se concentra principalmente en los relativos a la identidad vasca y su representación, y nos maravillamos que aún quede algo en relación a este manido tema que no haya sido cuestionado y deconstruido hasta la saciedad. Se sirve, entre otras imágenes, de los collages de Lekuona o las fotos de S.Koch, etc. Nos preguntamos si ese Ojo de Sauron se hubiera fijado con tanto interés en su trabajo si la reflexión se hubiera hecho sobre temas tales como la visión crítica de identidades estatales, de otras comunidades autónomas o las políticas artísticas del gobierno. Pero, como sus obras se consideran “enigmáticas y difíciles de desentrañar” (ideológicamente, suponemos), bingo y a seguir con la identidad vasca, Lenin o lo que sea, que ya lo interpretarán los entendidos del momento de la manera que mejor convenga al emplazamiento ideológico dominante.

Como él mismo afirma, no toma jamás partido. Las revelaciones, condiciones y potencialidades que se atribuyen a su obra, se le suponen demostradas, al parecer, por su sola mención, que ya de por sí desencadena toda clase de afirmaciones tan pedantes como gratuitas.

(Ver notas, al final)

No podemos culpar de todo al pobre señor Mendizabal. Él es sólo responsable de ser un joven artista ambicioso que ha encontrado su gallina de los huevos de oro en este hueco de mercado, digamos para-ideológico, tan convenientemente del gusto de las autoridades, esa estrecha red de comisarios, directores y subdirectores de los centros de arte, llámense museos, talleres de arte contemporáneo o cualquiera de sus sucursales, en cuyas manos está el poder de elegir con su dedo índice al que mejor represente en cada momento la imagen de la institución.

Las fotografías de los medios de comunicación muestran al artista en actitud seria, como convencido de la pesada labor intelectual que se ha echado sobre los hombros, en su sacerdotal misión de hacer reflexionar a los demás sobre las ideologías que él escoge mencionar.

Dos

En otro piso, los objetos personales de otro artista son desplegados en una escandalosa cantidad de metros cuadrados.

Esta vez es un artista alemán, Sr. H.P. Feldman, no tan joven, que titula su muestra “Una exposición de arte”, y, ¡sorpresa! esta vez debemos reflexionar sobre ese título en relación a los objetos allí expuestos. Como ya hiciera Duchamp hace 100 años, sólo que ahora debemos seguir reflexionando, ya que 100 años no son suficientes. Que los objetos allí expuestos carezcan totalmente de interés, es condición indispensable para su muestra.

El tema no oficial de la muestra, parece ser el narcisismo del autor que debe ser saciado a nuestra costa en esta especie de cumpleaños de niño mimado. Como lo pagamos entre todos, nos parece oportuno proponer que se turne el uso de las salas, con idéntico propósito, en reparto, previa rifa ante notario, de otros ciudadanos cuyos magullados egos narcisistas (o que por la circunstancia que fuere la vida ha dejado faltos de abuela), y que, por lo tanto, sufren también de falta de visibilidad y adoración pública. Sería igualmente tedioso, pero, desde luego, más justo y democrático.

En cambio, el tema oficial sobre el que versa la exposición artística es el cuestionamiento de la interpretación que damos a las imágenes y objetos, preferiblemente banales y/o feos, que él elige para que nos los cuestionemos. En este caso se trata de la super retrospectiva del artista que, a decir del texto acompañante, cada vez tiene más seguidores e imitadores.

Obvio.

(Ver notas, al final)

Tres

Otro piso, otra exposición. La Sra. D. Margreiter.

Su obra versa sobre la crítica a la política de la vivienda, la destrucción de la arquitectura social de la posguerra, etc., todo lo cual es encomiable. Ha hecho una maqueta, grabado videos, y sacado fotos sobre el tema de la habitabilidad, las casas de protección oficial que van a ser derruidas, etc.

Naturalmente nos parece haber visto esta misma obra (video semi documentalista de foto fija para el chabolismo, imagen esteticista en blanco y negro para las casas, fotos de casas lujosas, etc.) una cantidad infinita de veces, con nombres de otros autores y parecidas intenciones, pero este hecho sólo la afianza en su consideración. De nuevo, la elección del tema es prácticamente la totalidad de la propuesta.

Cuatro

Por último, la exposición del Palacio de Cristal, dependiente del mismo Ministerio de Cultura, en la que la Sra. J. Stockholder, nos anima a hacer cola para entrar en grupo reducido a atisbar (peep) lo que ella nos quiere mostrar. Nos hace subir a una plataforma de madera con pasamanos desde la que podemos ver:

A la derecha: una torre de objetos anodinos de plástico que va del suelo al techo. Ignoramos si es una cita a obras similares que ya hemos visto realizadas por otros artistas, o si la cosa va de crítica o admiración al plástico en general o en particular al de las sillas de terraza vulgares. Naturalmente, se espera que seamos nosotros los que lo decidamos.

A la izquierda: una charca cubierta de algas hecha con unas planchas metálicas bajas en forma angulosa.

Más a la izquierda: una zona del suelo cubierta con un polvo anararanjado en forma de medio círculo.

Todo ello, por cierto, perfectamente visible desde el exterior.

¿Nos lleva a algún estado, percepción o revelación especiales o distintos? No. He ahí su interés.

La garantía de éste está en los textos de sus críticos o comisarios, llenos de evocaciones y afirmaciones imposibles de constatar y en su currículum.

 

Desgraciadamente

Acudir al centro de arte se ha convertido en una experiencia que recuerda a la de escuchar los sermones moralizantes e insoportablemente aburridos de un predicador. Vamos allí a ser castigados por nuestras ignorancias, que los bienintencionados artistas y sus promotores tratan de paliar con sus esfuerzos teórico-didácticos. El castigo consiste en una clase especial de aburrimiento, tipo “adivina lo que estoy pensando” o tipo “menos mal que yo pienso por ti, ignorante, y ahora adivina qué es, etc.”, ya que nos negamos a creer que sea tan anodino y literal como parece. En mortificante procesión, somos instruidos en borrosas entelequias aparentemente críticas, aunque no nos queda muy claro críticas en qué, sensorialmente irrelevantes u opacas y creativamente anémicas, que exigen y esperan nuestra atención y aquiescencia, de forma totalmente inmotivada e incomprensible.

Esta preferencia institucional por los trabajos que se alimentan de un eterno post conceptualismo, redundante, auto justificado y obsoleto, tiene que tener alguna razón (pre o post) ideológica que no acabamos de captar, a pesar de nuestros esfuerzos.

Somos muchos los que estamos hartos de esta prolongación interminable del cadáver del arte conceptual, que amenaza seguir durante otro número importante de décadas si nadie lo remedia. Puede que estos artistas sean los favoritos para representar a sus países en bienales o cuatrienales internacionales, lo cual sólo puede significar que agradan enormemente a la casta canónica de los comisarios institucionales estatales. Puede que su sospechosa fugacidad en el primer puesto (así como la superficialidad de sus propuestas) tenga más que ver con una dinámica propia de los mecanismos de la publicidad, acaparadora de cualquier cosa que se resuelva en imagen, dentro de lo cual se desenvuelve el arte. Puede que el analfabetismo artístico al que es sometida la población en su educación obligatoria (y que es sustituida por las explicaciones justificativas que los propios museos dan en sus visitas guiadas y folletos), sea una de las mayores razones de esta triste situación.

Según el artista urbano Banksy “el arte no es nada especial, sólo una parte de la industria del entretenimiento” o, a juzgar por este tipo de exposiciones, deberíamos decir del aburrimiento. Si el arte se ha convertido en eso, quizás vaya siendo hora de empezar a cambiar las cosas. Puesto que el arte suele ser un reflejo de la sociedad en la que surge, tenemos aquí un espejo que no admite demasiadas interpretaciones halagadoras. Pero ¿quién, que esté en el mundo del arte, puede señalar lo desnudo que va el emperador y salir indemne de ello? Demasiado dinero, poder, intereses políticos y egos intelectuales se ocupan de mantener en el ostracismo o acusar de reaccionario al que ose cuestionar realmente este estado de cosas. Algunos pensamos que caerá por sí mismo en algún momento, dada su vacuidad, como un edificio cuya estructura ha devorado la carcoma. Sin embargo, no parece que vaya a ser pronto, así que nos tememos que nos quedan aún sermones ubicuos para rato.

 

Notas de recortes de prensa y folletos de las exposiciones mencionadas (subrayadas):

1-Asier Mendizabal

El Premio Ojo Crítico de Artes Plásticas 2010, que ha recaído en Asier Mendizábal.

El jurado ha premiado a Asier Mendizabal «por trasladar al lenguaje artístico acciones, situaciones y elementos de su realidad más cercana tanto política, social como musical con referencias al rock. Por contextualizarlos de otra forma y dotarlos de diferentes significados».

El jurado de este galardón ha estado compuesto por Ferran Barenblit, director del Centro de Arte 2 de Mayo; Lynne Cooke, subdirectoral del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía; Lourdes Fernández, consultora de arte y ex directora de la Feria Arco; Victoria del Val, subdirectora de exposiciones de La Fabrica; Pilar Sampietro, redactora especializada en artes plásticas de RNE y los directores del programa ‘El Ojo Crítico’ de RNE, Laura Barrachina y Julio Valverde.

Sus obras, enigmáticas y difíciles de desentrañar, hacen que la anécdota se convierta en un hecho que actualiza el pasado; un pasado en el que la historia del arte y la ideología de las formas tienen un peso fundamental que remite a su vínculo con los grupos sociales y su uso como herramienta de identificación, glorificación o repudio.

Auñamendi (2005) recoge fotografías de la Enciclopedia del Pueblo Vasco realizada por la editorial del título en 1969, revelando el lenguaje visual de la producción de colectividades.

La primera supone una reflexión sobre la tendencia escultural del título, tamizada por la historia de la escultura vasca reciente.

En esta exposición, Asier Mendizabal revela que la modernidad, como proyecto basado en el progreso, la evolución y el desarrollo lineal, conforma el pasado sobre el que delimitar el entendimiento del presente.

El método del artista se compone de dos líneas básicas: la investigación formalista-analítica del signo como significante mediante manipulaciones que muestran la ideología oculta en la forma, por un lado; por el otro, el tratamiento documental y la técnica, cercana al cinéma vérité y la fotografía documental, con la que retrata diferentes expresiones del folclore o del paisaje y las gentes.

Podrán verse piezas a las que el artista ha conferido su crítica política y cultural de la ideología y en las que se refiere una y otra vez a temas relacionados con el signo y sus múltiples formas de representación.

Mendizábal presta atención a las relaciones entre forma, discurso e ideología. Además de los diferentes medios que utiliza, se apropia de un vasto archivo iconográfico de signos, tipografías, logotipos y pancartas que recoge de la cultura popular, política y musical de la década de los ochenta.

Sus obras parten de la búsqueda de signos y símbolos a través de cuya materialidad se constituyen identidades, sobre las que Asier Mendizábal asegura ‘nunca’ tomar partido.

El comisario de la exposición sostuvo que para el artista ‘estas identidades colectivas no son posibles ni sustentables si no existe un elemento libidinal’.

Según Mendizábal ‘la condición de posibilidad de que estas reconstrucciones colectivas se den y su potencial autodestructivo parte de la propia energía libidinal’.

2-Hans-Peter Feldman

La foto de un muerto puede hacernos sentir pena, y si es la de un niño, ternura, pero no es la foto la que lo produce, es nuestra mente. Además esto sucede con todo tipo de fotos buenas, malas, colectivas o privadas”. Y eso es lo que le interesa, el espacio que se abre entre lo que son las cosas y lo que significan para nosotros. Le gusta indagar cómo llenamos de sentido imágenes y objetos en nuestro día a día.

La cotidianidad donde inscribe su trabajo se define por oposición a otros niveles de la actividad humana, es el reverso de la moneda del espacio social capitalista tapizado de imágenes superlativas y retocadas que nos animan al consumo. En cambio, Feldmann parece querer neutralizar sus imágenes, presentándolas materialmente pobres y estéticamente indefinidas, como si quisiera forzar el límite. Además, se mantiene emocionalmente a distancia, se limita a informarnos o mostrarnos algo que ha encontrado, esperando que nosotros lo carguemos de sentido.

También las fotos de su serie de radios de coche son anodinas y seguramente en otro contexto no les prestaríamos atención, pero al leerlas a la luz de su título Car radio when good music is playing (Radios de coche mientras suena buena música) las hacemos nuestras. ¿Quién no recuerda un momento así?

El interés se desplaza del objeto a los procesos, mientras se cuestionan los sistemas de producción y consumo del arte. Los valores de autoría, singularidad formal y rareza en los que se basa el mercado son rechazados.

“En realidad es un montón de baratijas y desperdicios cuya acumulación crea en nuestros cerebros algo completamente nuevo”.

El artista, que «ahora se ha convertido en una referencia«, «no sólo hace arte, sino que, a través de su arte, cuestiona todas las nociones que nosotros utilizamos para valorar la obra de arte», afirmó Tatay.

Visitar la exposición «Hans-Peter Feldmann. Una exposición de arte» es un constante dejarse llevar entre vitrinas con objetos que se venden en tiendas de baratillo y reproducciones de fotos de prensa, e incluso cromos de futbolistas.

Cuando Feldman expone, trata en el montaje de dar poca información al visitante y colocar pocas cartelas explicativas al lado de las obras.

El artista dijo que desea que el visitante sea «libre de tener» y «encontrar» su «propia idea» cuando ve su trabajo, por ello no habla del «significado» de su trabajo.

Jura Feldmann en su charla con Kasper König: «Aunque no hubiera mundillo del arte, seguiría recortando fotos y pegándolas en algún sitio.»

“Puestos a dar datos, le parece más interesante dar la lista de películas que le gustan que la lista habitual de exposiciones realizadas …”

Se podría decir que más que hacer arte se limita a encontrarlo y mostrarlo.

Su actitud crítica ante el mundo del arte y la cultura le llevaron en 1980 a abandonar el circuito artístico y abrir una tienda de curiosidades en Düsseldorf.

En su exitosa carrera ha sido parte de grandes exposiciones como las Documentas 5 y 6 de Kassel, la Biennale de la Jeneusse de París y al menos dos ocasiones de la Biennale di Venecia. En el 2010 Hans-Peter Feldmann fue nombrado para la Bienal HUGO BOSS PRIZE, premio que incluye una exposición en el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York, en mayo de 2011.

Diez años después, Feldmann retoma su vocabulario habitual para cuestionar la iniquidad de las imágenes, de los valores culturales, y en general, de los sentimientos que se producen masivamente.

Javier Montes, ABC: “En ese sentido, desde luego, su trabajo funciona. La ronda de rutina por el cubo blanco, los sustos convenidos y las transgresiones a la violeta de tantos artistas críticos con la institución-museo se vuelven aquí, bajo una apariencia de simpatía engañosa, en realidad más salvaje. Se huele en el aire que detrás de los chistes risueños alguien no se anda con bromas. Hemos oído algunas veces ya antes lo de la ruptura con el Sistema Arte, lo de borrar las fronteras de alta y baja cultura. Pero ante lo que hace Feldmann realmente, al cabo de un rato, nota uno que la camisa no le llega al cuerpo y oye sus propios glups y casi el leve crujir de sus sonrisas heladas.”