Rebelión contra la españolidad de mis papeles

¿Pasaporte?, ah, español, que ahí lo pone y que como es lo que pone, no puede ser lo que uno quiere, siente o sueña, porque lo dice un funcionario, que sin conocerme, sin saber lo que quiero o pienso y siguiendo las directrices inmutables de una historia que nos sometió a cuartelazos y que hizo posible el franquismo y los gobiernos paridos por él, he de tragar, que para eso soy vasco y como tal me toca y que a otros como al argentino que se colocó a mi lado les resbala, aunque el muy ladino se molestaba porque le corregí, “oiga, que no soy español sino vasco de Navarra o si usted quiere simplemente navarro, que eso lo dice todo, y no se por qué se extraña usted cuando se confiesa bien argentino, aunque viaje con pasaporte yanqui -porque según él llevaba muchos años viviendo en casa del tío Sam- y alardea de que no hay hijo de madre que le haga renunciar a su argentinidad” y que luego se andaba por ahí, ebrio de orgullo y vanidad, y no como un servidor, siempre rechinando de vergüenza porque me confundan acá y acullá, como hijo de una patria que por allí la llaman unas veces madre y los avisados genocida o madre de la gran Bretaña, con perdón, y que hoy por hoy es el culo más cutre intelectualmente – si a esos fatuos y descarados chupópteros, se les puede llamar intelectuales, ya que a los auténticos siempre se les ha dado la boleta-, más dictatorial, por eso de franquista, mas casposo, cuartelero de toda Europa, que aquí, quien mejor triunfa es el truhán, el sinvergüenza, el pícaro y que al fin y al cabo todo se sabe y los europeos por supuestísimo, porque son conscientes de que es imposible una política más pornográfica, corrupta e incestuosa, aunque algunos de ellos por estúpidos o más bien aprovechados, ahora no sepan como sacudírsela de encima o incluso porque muchos de ellos han hecho migas y glotonean en el mismo corral, que ahí se las vean, que todo se contagia, que es lo que muchos vascos tememos después de tantos años conviviendo con sus malos modos, trapacerías, picaresca, cohechos, chulerías, pelotazos, supercherías y un sinfín de hábitos pestilentes, que a ver si nos van a contagiar caso de que ya no nos la estén pegando y por lo que no estaría mal espabilar cuanto antes y hasta luego Lucas, pero que claro, conociendo sus instintos, sus fangales mediáticos, a sus sátrapas o granujas feudales –los que en nuestro caso les vigilan el Reyno-, biónicos tragaperras e hipócritas moralistas, cavernarios y abortistas de clínicas privadas y todo eso y que pacen a todo papo, en nuestros prados y palacios, los de la propia Navarra, que a tan vil precio la venden, y sobre todo el poder de sus toguillas y picoletos y la altisonancia castrense, como que son capaces de enchironarnos a todos los vascos en uno de esos entornos etarras o desterrarnos a la isla Perejil, que estos cara al sol, dan un paso al frente, se ponen muy toreros y te cierran un periódico o te enchiqueran a unos abogados o te torturan a ciudadanos vascos – para nosotros gentes de Pro, enfrascados en el quehacer social-, y que se pasan por la entrepierna los dictámenes de la ONU o los informes de cualquier oficina prestigiosa de derechos humanos, hartas de acusar a este estado monárquico inficionado por la peste de la tortura, aunque ellos, pertinaces y arrogantes, quieran convencernos de su porquería de estado de derecho y no se que democracia -quizás orgánica por donde nace y por su impunidad-, que triunfa con la legalidad vigente que se inventan a golpe de cualquier asomo de disidencia, porque para ellos la disidencia es insoportable y que está prohibido lo antisistémico y el no compartir sus reglas de juego pactadas en la transición entre el PSOE, el PC y toda la calaña fascista, a cambio de su legalización para que no se juzgaran los crímenes del franquismo y que España -como dictó el pequeño dictador pero gran criminal para que algo cambiara sin cambiar nada, por lo de todo atado y bien atado, y para que vascos y catalanes no sucumban a la tentación de ilusionarse con el derecho de autodeterminación, que aunque el estado firmó la carta de derechos humanos, la firmó, ya se sabe, por pura formalidad-, porque con o sin rúbrica, siempre ha sido UNA – monstruosidad tal como se fraguó-, GRANDE –chapuza política y económica-, y LIBRE –despomporro organizativo, laboral, cultural y social-, para que miremos los envidiosos, la estampa de la España de los valores eternos, la de Pelayo, el Cid, el Gran Capitán, la de Isabel y Fernando y de Rinconete y Cortadillo, que lo dicho, cochina envidia y nada más es la que tienen los que tildan a la piel de toro de intelectualmente mediocre, de cultura media arrabalera, con juventudes que con sus botellones viven en la estratosfera y que no debate nada, refugiada en los Bunkers de la desvergüenza cultural o científica o en los viejos tópicos del enano del Prado, tan previsor él, que para que los carpetovetónicos hispanos no se desmadraran engendró en su generalísimo útero, siniestro donde los haya, un monarca, gran filósofo del buen vivir, del bien yantar, amén de otras cualidades parejas y muy vivenciales, gran inaugurador y un ejemplo, tanto él como su clan, para las grandes revistas del glamour y del relajo de la “créme de la créme” y que uno no se atreve a expresar, a pesar del derecho “a la libre expresión…, ja, ja y ja…” todo lo que piensa de tal caballero -que muchos han tildado de merluzo y musgón- y lleva en su magín, porque te imputan los imputadores del chiringuito oficial, porque estando en el antro del nacionalcatolicismo, -en un momento en que el imperio clerical que siempre se miraba el sacro ombligo antes de hundir al humilde laico en las llamas de la Gehena y ahora podrido de pederastas, se harta de tocar el ombligo. palmo arriba abajo. de tiernos infantes- hay cosas que no se tocan, aunque ellos te toquen el endrino gonadal, que para eso están los Olmos, los Garzones y todos los jueces hermenéuticos, tan supremos ellos o bullidores del tenebroso limbo que llaman Audiencia, brutal inquisición y que a la postre son tan parejos y homocigóticos, que ya lo decía el buen Sancho Panza, émulo del bendito Casiodoro, que Dios los cría –a los protervos- y ellos se juntan etc…etc…etc…, y que por todo lo dicho y el mogollón de atrocidades, judiadas y chapuzas que se me quedan en el tintero sin puntualizar, -no existiría espacio suficiente-, pero que a lo dicho, pues al contemplar mis papeles oficiales como pasaporte, DNI, visas, títulos, y toda la parafernalia documental que circunscribe a mi humilde persona, por dignidad, por honestidad e incluso por el orgullo patriota de ser quien soy, un navarro de la vilipendiada Euskalherría y no quien hasta con cinismo y violencia, le obligan a ser y a sentirse, y por tantas humillaciones sufridas a lo largo y ancho del mundo, al atribuirme atributos lesivos que nunca asumí, no me queda más remedio que renunciar a esa españolidad previamente descrita, debido a todo lo referido y porque bien concienzudamente me niegan o me trafulcan mi historia, la de un pueblo que tuvo sus leyes y fue señor de sus recursos e instituciones y que se expresaba en su lengua la que hoy torpedean cuando no te prohíben, porque en que nos oyen un “egunon”, muchos de ellos no es que abran los ojos como platillos volantes, es que se mosquean o se muerden las entrañas blasfemando contra el gran Aitor y todos nuestros antepasados, que “ahal izango balute, suntsituko gintuzkete, y que por eso y por el celo y el amor que tengo a mi cultura, como a nuestras costumbres y patrimonio y rechazar a los que con trampas, chanchullos e ilegalizaciones nos gobiernan, excudándose en una ETA, que interesa mantener más a ellos que a nosotros, porque años ha, ya decidimos que se le pasó el arroz, que nos estorba y que nos impide caminar y que ya sabemos que en este país siempre han gobernado los peores, los más mentirosos –ahí tenemos al gran Tartufo del interior, permanente desvirgador de sumarios alucinantes, con sus montajes entre dantescos y de ópera bufa, que tanto sufrimiento y martirio conllevan para nuestros compatriotas y contra toda ley o presunción de inocencia-, y los más trapisondistas -que hasta lo decía el propio Ortega y Gaset, tan admirado por la traidora progresía sociata, “los peores son siempre los que gobiernan”-, y rechazo -para acabar con todo este mejunje que puede parecer desvarío y al que eufemísticamente lo llamaré mala leche y porque ya me estoy liando la manta-, pertenecer a esa España, tan virulenta y ciegamente nacionalista, donde unos medios de comunicación tan faltos de credibilidad y de deontología, perversos y trafulcas de la información, fabricantes de un ambiente tan irrespirable, con un mensaje –por llamarle de alguna forma- tan zafio y pestilente…y no va más… aunque me largaré jurando y perjurando que: Euskalduna izan naiz, naiz eta izanen naiz, ez ahaztu, y a ver por qué razón en mis papeles no ha de poner lo que soy y no lo que ellos me obligan a ser, atribuyéndose cínica y violentamente la titularidad de la soberanía de mi pueblo.

 

Publicado por Nabarralde-k argitaratua