Cambiamos de año. Quizá es más agradable, sobre todo a cierta edad, decir cambiar que pasar. Pero lo cierto es que dejamos un poco más atrás el pasado y nos disponemos a vivir las primeras horas de un futuro. Esta sensación no dura demasiado, porque muy pronto también lo dejaremos atrás. ¿El presente es una ilusión, pues?
Es curioso que a la noche del 31 de diciembre los catalanes la llamemos Nit de Cap d’Any y que, sin embargo, en castellano se le llame la Nochevieja o, traducido literalmente, noche de fin de año. Por otro lado, si decimos cabo de año parece que bromeemos trasladándolo, tal cual, de un idioma a otro, pero resulta que en castellano el cabo de año existe: es como se llama a la misa que recuerda a un familiar o amigo que murió hace un año, o cualquier otro aniversario. He visto el anuncio esquela de una misa de «cabo de año» pegado en el tronco de un árbol, caminando por no sé dónde. Y el diccionario de la Academia Española lleva esta definición: «Cabo: pequeña parte que queda de algo». El último día de un año, por tanto.
Pero, aunque pueda decirse, pues, que celebramos el cabo de año, nos exponemos a la carcajada de los que hablan en castellano aunque sin conocerlo suficientemente. A todo el mundo quizá le sería útil recordar que también son correctas las expresiones «al cabo de la jornada» y «al cabo del mundo».
El problema –y la gracia– es que cap, en catalán, y cabo, en castellano, son dos palabras que sirven para indicar tanto un final como un inicio. De cabo, explica la definición del diccionario: «Cada uno de los extremos de las cosas». Aunque también puede decirse «de cabo a rabo».
El hecho es que en catalán se ha impuesto la Nit de Cap d’Any –la noche con la que empieza otro año–, mientras que en castellano cuenta más lo que termina, el fin de año, la popular Nochevieja.
¿De esto podría deducirse que los castellanos están más pendientes de los finales que de los inicios? Sería una conclusión muy frágil, aunque pudiera convertirse en un juego psicológico. Mirar atrás o mirar adelante. Lo realmente curioso es que dos frases que significan lo mismo se basen en señalar direcciones opuestas. Al fin y al cabo marca un recorrido contrario a al cap i a la fi, que es su equivalente en catalán.
Y también es sorprendente que cuando miramos a alguien o leemos un libro de cap a peus, en castellano se diga de pies a cabeza. ¿Alguien se arriesga a una interpretación?