Inteligencia militar

 


El artículo de hoy no lo escribe el arriba firmante. Ignacio Escolar ha sido sustituido por un redactor del cuerpo de reporteros zapadores del Ejército, este aguerrido sargento que desde aquí se presenta y que cobra una tercera parte del sueldo del hasta ayer columlisto. Si yo no se lo digo, ustedes ni lo notan; y les garantizo que este texto es igual de seguro que el de ayer, y mucho más barato. Por el mismo precio, les pongo una cita culta, y así después se la recitan a sus amistades: “Yo no tengo la culpa de que la vida se nutra de la virtud y del pecado, de lo hermoso y de lo feo” (Benito Pérez Galdós).

La orden de reemplazo, inexcusable ante la displicencia del antipatriota Escolar, que ni siquiera hizo la mili ni acabó la carrera, está firmada por el ministro de la cosa, que, desde ayer, tampoco es el ministro: ha sido sustituido por un coronel, que también cobra la tercera parte, sabe deletrear la palabra austrohúngaro y corre los 100 metros en 12 segundos. Bueno, bonito y barato.

El nuevo ministro ha sido nombrado por el presidente del Gobierno, que tampoco es el que ustedes recuerdan. Ayer fue reemplazado por un general de tantas estrellas como un cielo despejado. El nuevo presidente cunde más de lo que cuesta, sabe contar hasta cien, sabe preparar gazpacho. Cumple igual, y más barato. Acaba de jurar el cargo ante el rey, a propuesta unánime del Congreso de los Diputados. El rey sigue siendo el mismo, que a veces lo barato sale caro. Pero el Parlamento ha sido reemplazado por un grupo de oficiales de la Acorazada Brunete. ¡Ya verán cómo lo notan! A partir de este momento, no habrá más escaños vacíos ni colapso parlamentario ni ausencias sin parte médico de sus puestos de trabajo.

P.D. Puede que los controladores sean más malos que el cáncer, pero más miedo me dan algunas quimioterapias.

Publicado por Público-k argitaratua