Se considera que el desierto de Namibia es el más viejo del mundo. Es uno de los lugares más cálidos de
Andrew Parker, de la universidad de Oxford, en el año 2001 se interesó por este escarabajo por un tema que nada tenía que ver con el agua. Lo que le llamó la atención fue que una langosta que lo más probable es que hubiera muerto abrasada al tocar la arena estaba siendo devorada por escarabajos que parecían insensibles a aquel enorme calor. Al estudiar a aquellos animales más a fondo se encontró con que su dorso tenía un aspecto cerúleo y rugoso muy similar a la superficie de la flor de loto, que gracias a ello se mantiene siempre limpia. La superficie de la flor y del escarabajo repelen al agua, no se mojan. Parker se dio cuenta de que aquello tenía algo que ver con la forma de obtener agua del animal y siguió investigando y se dio cuenta de un hecho sorprendente, la parte superior de las protuberancias hacían lo contrario: atraían al agua. Así que al ponerse de cara al viento el escarabajo atrapa en la parte superior de sus protuberancias el agua, y después cae a la zona que la repele y que no moja al animal por lo que llega intacta y sin evaporarse hasta su boca.
Parker sabía que en Perú y Chile estaban ‘ordeñando’ las nieblas matinales con mallas de plástico, pero pensó que el mecanismo del escarabajo era más efectivo. Logró reproducir artificialmente la superficie del escarabajo y lo ha patentado. Es mucho más eficiente que las mallas de plástico. De momento, la empresa QinetiQ que trabaja para el ejército del Reino Unido está tratando de mejorar el equipo para que los soldados puedan obtener agua de la niebla en regiones áridas. Espero que los usos militares muy pronto den origen a productos civiles. En 2006 otros investigadores, dirigidos por Rubner y Cohen, lograron incluso superar la capacidad de captar agua del escarabajo. ¡Qué interesante! El estudio de un humilde escarabajo de un desierto ardiente va a permitir que muchas personas que ahora carecen de agua la tengan.