El vacío del vacío

El vacío de poder es una condición endémica española porque, cuando no hay vacío, tampoco hay poder. En España no hay nada ni funciona nada, si no son las organizaciones de delincuentes, desde las redes de tráfico de mujeres hasta los partidos políticos formados por presuntos malhechores y las burocracias corruptas. La única diferencia entre el gobierno en plenas facultades, que no hacía nada, y el gobierno en funciones, que todavía hace menos, es que este último, además, se ha declarado en rebeldía y se niega a pasar cuentas al Parlamento. El Congreso ya puede pedir la comparecencia del ministro Soria por los papeles de Panamá. Antes comparecerá en el Parlamento de Panamá. O el de Marte.

Según todos los pareceres, es posible que este gobierno de la derecha ultramontana gane las próximas elecciones con una mayoría holgada, un caso único en la historia del masoquismo colectivo. Personas que votan a quien los desprecia, los explota y los agota. Incomprensible, pero cierto. Es muy posible que haya cuatro años más de corrupción, de saqueo, de sobresueldos, de chulería españolista, de ley mordaza y franquismo por todas partes. Es bastante posible que el país siga paralizado a expensas de la absoluta incompetencia de estos gobernantes. Y también es bastante posible que la «gran nación» de Rajoy siga sin pintar nada en los escenarios internacionales.

Ante este gobierno no hay oposición; no hay un terreno común entre los otros tres partidos institucionales desde el que se le opongan. Los tres mosqueteros con un mandato clarísimo de constituir un gobierno como sea han fracasado en su empeño. Los mismos que se reían de los catalanes para que no formaban gobierno a raíz de las elecciones de 27 de septiembre se encuentran ahora en la misma situación, pero con peores perspectivas y una evidente falta de capacidad para resolverla. Se intercambian acusaciones, no proposiciones. Como el gobierno al que se oponen, tampoco sirven para nada.

En este momento, la única oposición real que hay al gobierno en funciones es Cataluña. El único territorio que marca distancias y mantiene a raya al nacionalismo español es Cataluña. Las relaciones entre el gobierno del Estado y la Generalitat no sólo son inexistentes sino de abierta confrontación… por parte del gobierno central. Rajoy llega a Cataluña y no se entrevista con el presidente de la Generalitat, que es tan Estado como él, sino que se limita a proferir amenazas en tono apocalíptico y tonterías en clave castiza. Como si esto fuera el backyard del decrépito imperio español.

Por lo demás, a Cataluña, como única oposición al régimen de la derecha neofranquista, le da igual que el gobierno del Estado esté en manos de la derecha o de la izquierda en la medida en que las dos son nacionalistas españolas, y contrarias no sólo a la secesión de Cataluña sino a la simple idea de un referéndum consultivo, no vinculante, para aplicar el principio democrático. Sólo Podemos parece aceptar la idea de un referéndum catalán y no está claro en qué términos.

Siendo el único contrapoder real al gobierno del Estado, la Generalitat no puede esperar ayuda de ninguna otra parte. Al contrario, reproches, críticas y amenazas, o simples provocaciones, como suele ocurrir en las redes, donde se vierte el mayor porcentaje de la catalanofobia imaginable. Sólo puede contar con sus propias fuerzas, sus instituciones, su sociedad civil y su gente. Y con la simpatía que pueda despertar en la comunidad internacional por su carácter abierto, democrático y pacífico.

La minoría nacional catalana en España tiene derecho de autodeterminación diga lo que diga el Tribunal Constitucional español y todas las autoridades del Estado, pero ningún gobierno permitirá su ejercicio. Siendo una minoría nacional estructural en el conjunto del Estado, no puede esperar que funcione en su caso el principio democrático, porque los catalanes nunca serán una mayoría dentro de España y no les alcanzará la solidaridad de cualquiera de las partes que extraen beneficios de la subyugación catalana.

Por eso, lo mejor que puede hacer es aprovechar este vacío de poder que hay en España para sacar adelante su hoja de ruta y proceder a la desconexión lo antes posible.

EL MÓN