Una sobremesa en
El pasado sábado, con unos amigos la hicimos ocupar para rendir un pequeño homenaje a Eugeni Xammar. Parece mentira pero hay gente para todo, en este mundo, como decía el Capri. Incluso para recordar que a veces
La actualidad política presidía la discusión de todas las mesas. En una de ellas, se debatían de manera encendida las últimas votaciones en el Congreso de Diputados del decreto Zapatero y la extraordinaria exhibición del sentido de estado del señor Duran i Lleida y de su grupo parlamentario. Del sentido de estado español, naturalmente, que a mí me parece muy bien, pero que resulta que es el estado del que los catalanes queremos marchar.
Uno se pregunta cómo podemos ir hablando de autodeterminación y de proceso de liberación nacional mientras ofrecemos todas las oportunidades del mundo a nuestros adversarios. Pero la respuesta que te dan son tres palabras: «sentido de estado». Así, en español, todavía impresiona más. Sólo poner un pie en el Congreso y sentirse decir: «venga, a ver ese sentido de estado de los catalanes» que nuestros hombres en Madrid se ven poseídos por un deseo inaferrable de subir a la tribuna de oradores y ponerse a salvar España. Como para demostrar que no sólo se les supone, sino para dejar claro que en sentido de estado aún no ha nacido nadie que les supere. Es un virus que ataca de manera transversal e indiscriminada, porque pocos resisten a los cantos de sirena, esa voz que sale de lo profundo de los ministerios españoles, melosa, centenaria, borbónica. Ítaca, para algunos políticos, no está en Grecia sino en la meseta.
Sin embargo, en la mesa de
En medio de la conversación, el amigo Xavier Roig apuntó: «deberíamos hacer como las hormigas catalanas». ¡Eh!, Eso me interesó y le pedí que qué quería decir. «Mira, todas las revistas científicas se han hecho eco de eso. No sé si sabías que hace ochenta años fue introducida en Europa la hormiga argentina (Linepithema humile). Fueron expandiéndose, fundando millones de hormigueros intercomunicados, en una extensión de
Me emocioné y desde entonces que vigilo lo que piso. Mientras aquí arriba seguimos obsesionados en pactos de estado, Aquí abajo, en la tierra, a nuestros pies, nuestras compatriotas están en lucha contra el invasor. La tierra para quien la agujerea. ¿Sentido de estado? Francamente, ya me gustaría a mí que tuviéramos una décima parte de lo que tienen ellas.