El ahorro como alternativa

Está claro que afrontamos una crisis energética en toda regla. Hasta ahora la atención se había centrado en el frente medioambiental, particularmente en el tema del cambio climático. Pero acontecimientos recientes demuestran que las cosas tampoco van bien en otros dos frentes: el de la economía y el de la seguridad de suministro. Y para combatir de forma simultánea y con garantías de éxito en estos tres frentes, a los países con una fuerte dependencia de las importaciones energéticas no nos queda otro remedio que apelar al ahorro y a la eficiencia.

En esta línea -mientras en España seguíamos discutiendo si las medidas decretadas por el Gobierno eran galgos o podencos-, la Comisión Europea aprobaba el pasado 8 de marzo un plan para lograr un mayor ahorro de energía. No en vano, los cálculos apuntan a que, de seguir como hasta ahora, para el año 2020 sólo se conseguiría la mitad del ahorro energético fijado como objetivo en la estrategia Europa 2020, es decir, el 10% frente al 20%. El conjunto de medidas persigue la obtención de importantes beneficios para hogares, empresas y administraciones públicas. Se pretende transformar nuestra vida diaria, generando ahorros de hasta mil euros al año por hogar, y mejorar la competitividad con la posible creación de hasta dos millones de empleos en Europa.

El plan de acción propone medidas tales como impulsar el papel ejemplarizador del sector público, exigiendo a las administraciones que cada año reformen el 3% de sus edificios y que introduzcan criterios de eficiencia energética en la contratación pública.

También se prevén auditorías energéticas para las grandes empresas y, en el ámbito de los pequeños consumidores, promover el despliegue de redes y contadores inteligentes que proporcionen al ciudadano la información necesaria para optimizar su consumo y calcular sus ahorros de energía.

La Comisión trasladará estas medidas a una propuesta legislativa en los próximos meses y se ha comprometido a supervisar la implantación del plan, informando en la primavera del 2013 del progreso alcanzado en el marco de la estrategia Europa 2020. Por ahora, la prioridad es ayudar a los estados, a las empresas y a los ciudadanos a lograr sus objetivos de ahorro y reducir su factura energética. Pero si en el 2013 la evaluación fuera negativa, la CE propondría objetivos vinculantes para el 2020. No hay alternativa. Y más tras el reciente desastre de la nuclear.

 

MARIANO MARZO, catedrático de Recursos Energéticos de la UB.

 

Publicado por La Vanguardia-k argitaratua