Carta truncada al presidente del Tribunal Constitucional español

Estimado señor don Francisco Pérez de los Cobos Orihuel,

Le envío esta carta para hacerle saber que hemos ido pasando. Escribo en catalán porque estoy convencido de que, con su presupuesto de veintiún millones de euros anuales, bien pueden pagar un traductor. De hecho, también escribo en catalán para que se vayan acostumbrando, ya que no se quisieron acostumbrar mientras compartíamos pisito. Como le decía al principio, hemos ido pasando sin esperarles. Por favor, ¿se lo podrá decir a sus once compañeros? Por cierto, veo que tan sólo hay dos señoras en su grupo. Concretamente, una vasca y una catalana, propuesta por el PSC-PSOE, que también ha aprobado este papel que nos enviaron ayer amenazando a representantes de nuestro pueblo.

Señor Pérez de los Cobos, nos duele que trabajen en vano y eso les impida ir más a menudo a las corridas de toros o a cazar bichos por los bosques de España. Bueno, por lo que hemos visto, trabajar no trabajan mucho, porque se dedican a validar lo que les llevan preparado desde el gobierno español. Al fin y al cabo, se debe obedecer a quien te ha dado el trabajo. Ya lo dicen que quien tiene el culo alquilado no se sienta cuando quiere. No pierdan más tiempo, con nosotros. Hemos decidido que no les haremos caso y ya saben que no hay más sordo que el que no quiere oír.

¿Le puedo hacer una pregunta banal? Si no quiere contestar, no conteste. Lo entenderé perfectamente, tras lo que le acabo de decir. Pero es que tengo mucha curiosidad. ¿Enviarán una carta amenazadora a los miembros del Gobierno por el incumplimiento de su sentencia sobre la invasión competencial en materia de gestión y concesión de subvenciones con fines de asistencia y servicios sociales? ¿Lo harán por el incumplimiento de su sentencia en materia de becas y ayudas para estudios universitarios y de nivel medio? ¿Lo harán por el incumplimiento de la sentencia sobre la creación del Fondo Estatal para el Empleo y la Sostenibilidad Local? ¿Lo harán con todas las sentencias que han salido de su tribunal y que España incumple año tras año? Vaya, por favor, respóndame a estas preguntas, aunque sea como un regalo de despedida.

Todo ello, muy pronto no será nada importante para nosotros. El Estado español ya no podrá invadir más competencias, ni podrá cerrar grifos, ni podrá prohibir a las compañías aéreas con vuelos intercontinentales que aterricen en El Prat, ni podrá frenar el corredor mediterráneo, ni podrá impedir que el parlamento proteja a quienes no tienen recursos para calentarse durante el invierno, ni podrá impedir que en la escuela se enseñe en las lenguas que más convengan a los alumnos, ni podrá impedir que el catalán sea oficial en el Parlamento Europeo, ni podrá impedir tantas y tantas cosas que ha impedido hasta ahora. Se lo cuento -y hágaselo llegar a sus compañeros, por favor- porque quizá dentro de un tiempo decida venir a vivir aquí con nosotros. Somos un país acogedor y vocacionalmente integrador.

Ahora verá cómo vamos haciendo las maletas. El lunes las fuimos a comprar. Las elegimos muy grandes para que cupiera todo. Sí, ya lo sé. Los encargados de llenarlas discuten entre ellos y no se ponen de acuerdo sobre cómo se hacen ni quien las tiene que terminar de llenar. Tampoco se ponen de acuerdo en decidir quién conducirá durante el viaje. Mire, cuando se quiere ir cerca, en coche es suficiente. Entonces, hay un solo conductor. Pero, cuando se quiere llegar lejos -como es ahora nuestro caso-, mejor subirse a un avión. Y, como usted sabe, un avión no lo puede conducir una sola persona. Hay un copiloto y toda la tripulación. Es algo complejo, pero posible. Y hay que ponerse de acuerdo y saber qué papel debe hacer cada uno. El problema es que ya hemos comprado las maletas y el billete. Y no es de esos de los que se pueden devolver.

Bueno, no le quería importunar con estos problemas domésticos. Son cosa nuestra y ya los resolveremos. De hecho, ahora que lo pienso, si no los resolvemos, todo eso que le he dicho antes no servirá de nada. Quiero decir que ustedes seguirán teniendo la oportunidad de recordarnos una y otra vez que ganaron la guerra hace ya varios años y que nos trituran por derecho de conquista. Yo le quería decir que no es necesario que pierdan más tiempo, pero ahora me doy cuenta que aquí nos complicamos la salida solitos, solos por completo . Ahora lo veo: ustedes han preparado todo el arsenal y ya han empezado a disparar y mientras tanto aquí pedimos a uno de los mejores pilotos que se retire. La mayoría compró los billetes sabiendo que el piloto fuera él, pero uno de los siete miembros de la tripulación dice que no se puede volar con este piloto. Sí, ya sé que sólo es uno de los siete, pero no lo quiere. Debe pensar que estamos locos. Somos así. Nos gusta complicarnos la vida cuando ya es suficientemente complicada. En algunos otros momentos de la historia ya lo hemos hecho y hemos acabado derrotados.

Mire, si le parece bien, hacemos una cosa. Yo le envío esta carta igualmente, aunque no hayamos emprendido el camino que el lunes acordamos. Cuando vea que sí, que ponemos en marcha los motores del avión, coge la carta y la vuelve a leer. Entonces tendrá sentido. Mientras tanto, tendrá razón que suena un poco patético e, incluso, pedante que le diga todo esto si somos incapaces de volar. Eso sí, sepa que no pienso devolver el billete.

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