El juego de los idiomas

¿SE PIENSA O MÁS BIEN SE ES CUANDO SE HABLA? Anacarsis el Escita

Hoy en día se considera el lenguaje como un fenómeno natural que logra por sí solo integrarnos en el mundo del conocimiento. Es ya en sí saber y se diversifica en infinidad de formas estructurales: “Cada lengua es un límite de la mente humana que tiene siempre sus razones para ser desconocidas por los seres humanos” decía Claude Lévi-Strauss, creador del sistema estructural de enlaces etnológicos a través de los idiomas, pidiéndoseles incluso considerar como sistemas base de toda la comunicación informática.

El límite de la libertad lingüística es la inteligibilidad de lo que se dice, según Miguel de Unamuno, y Ludwich Lichtenstein ampliaría aún más sus ámbitos a nivel personal diciendo que “los límites de tu lenguaje son los límites del mundo”, aunque sea extraño ya en sí que cuanto más incompatibles sean entre sí los idiomas mejor se explican los unos a los otros. Entre los antiguos sabios de occidente peor conocidos se encuentra el príncipe escita Anacarsis (399-426 a.c.) que ya se maravillaba del fenómeno lingüístico. A veces se le incluye entre los sabios de Grecia, pero se sabe muy poco de él, si bien algunos de sus dichos nos han llegado a través de generaciones. Hermano del monarca Caduida del reino de Escita ahora parte de la Unión Soviética, había sido educado en la sabiduría clásica por su madre griega y era bilingüe, de lo que se vanagloriaba. Según él había que moderar la sinhueso como a uno de los instintos más bajos, pero se integró en el uso griego de la palabra haciéndose amigo de Solón, el legislador ateniense.

Me gusta idealizar sobre la filosofía del lenguaje siguiendo aquel famoso dicho de George Bernard Shaw: “Tu propio idioma es excluyente pues hace que no puedas salir de tu propio mundo”, pero se trata también de una gimnasia mental del intelecto que nos ayuda a mantener activo el espíritu. El sabio Anacarsis practicaba el bilingüismo que hoy en día se observa más y más pues no hace falta ser pequeños para iniciarse en el proceso de estabilización de uno, dos o tres sistemas lingüísticos, aunque evitando que se produzca el fenómeno de confusión de lenguas conocido como torre de Babel.

Los proverbios sobre el uso de las palabras se han ido multiplicando desde la antigüedad: “En la palabra se refleja lo que hacemos” decía Solón de Atenas; aunque, “no multipliques los vocablos sin necesidad pues te delatarán”, enseñó Tales de Mileto, por lo que tendrás que masticar las palabras como espejos tuyos antes de su uso.

HECHOS Y DICHOS

La lengua es lo mejor y lo peor que poseemos. Anacarsis el Escita

PROVERBIO ÁRABE

Las heridas de la lengua hieren más que las espadas