Culturalmente más pobres

HACE pocos días y en una escueta nota, la prensa traía la noticia del fallecimiento en las islas Andamán de la India, a los 85 años, de la señora Boa Sr, única hablante en el mundo de la lengua bo, uno de los diez idiomas gran andamaneses. Se cree que los bo llevaban viviendo en esas islas unos 65.000 años y procedían de África, lo que les convertía en los descendientes de una de las culturas humanas más antiguas de la Tierra. No conozco los detalles que condujeron a que la señora Boa Sr fuese la última hablante en el mundo de un antiquísimo idioma, pero intuyo que mucho ha tenido que ver con la llegada de los civilizadores ingleses hace unos ciento cincuenta años, en cuyo periodo los miembros de esta etnia se han visto reducidos en la proporción de cien a uno. En cualquier caso, lo que sí afirmo que hoy el mundo es más pobre culturalmente que antes del fallecimiento de la señora Boa Sr.

Mediante el lenguaje se da nombre a las cosas y el ser humano ha ido formando el conocimiento de sí mismo y del mundo y contiene los conocimientos y las creencias de una comunidad y los transmite a las siguientes generaciones, con lo que no es sólo un vehículo cultural sino que es cultura en sí mismo, ya que condiciona su percepción.

La muerte de la señora Boa Sr ha sido calificada por la profesora Invita Abbi como un hecho de importancia porque una de las lenguas más antiguas había llegado a su fin, agregando que India ha perdido una parte irremplazable de su herencia cultural.

Aquí, en nuestra propia tierra, todavía pervive el que quizá sea el idioma más antiguo de Europa que tiene palabras con origen en la edad de piedra y sobre el que sí tenemos detalles de cómo se ha producido su arrinconamiento y desaparición de muchos lugares de Navarra. Con anillos que se transmitían en la escuela para delatar al que hablara en su lengua materna con el consiguiente castigo. Ridiculizando a los hablantes y minusvalorando injustamente al idioma o, simple y llanamente, prohibiendo su uso…

Recuerdo que ya hace unos cuantos años y en un pequeño pueblo del valle de Odieta pregunté a una señora a ver si sus dos jóvenes hijas sabían euskera, a lo que me respondió que no, que el vasco lo hablaban ella y su marido cuando no querían que sus hijas supieran lo que comentaban. Yo, enfadado, le respondí a ver si no le daba vergüenza que un idioma que a ella se lo había enseñado su madre y a ésta la suya y así durante milenios, ahora llegara ella y cortara esa transmisión por las buenas. La buena señora se me quedó mirando y no respondió. Poco después me di cuenta de que no fui justo con aquella señora. En los años que le tocó vivir, cuántos malos ratos habría pasado. En la escuela, castellana, por supuesto; con la administración y hasta en sus viajes a comprar o vender a la cercana Pamplona. Le tocó maestros y quizá hasta curas castellanos en tierra totalmente vascófona. Vivió una guerra y una cruel posguerra donde el nacionalismo español también impuso aquello de habla en cristiano. Todavía me lamento de mi poca comprensión para con aquella señora y siento que ya no podré manifestarle mi respeto.

Ya hace algunos años que desaparecieron las últimas hablantes del uskara roncalés, como antes desaparecieron los de otras zonas más meridionales, pero a pesar de todo la voluntad de los navarros ha hecho que el idioma de nuestros mayores cada día se hable un poco más y hoy es frecuente ver a madres jóvenes dirigirse a sus hijos en euskera por las calles de Iruña. Contra viento y marea, se crearon las ikastolas, por las que apostaron unos padres que, en los comienzos, llevaron a sus hijos a un sistema que podía tener bastantes incertidumbres, pero que resultó altamente positivo desde el punto de vista educativo. Se exigió, y en muchos casos se consiguió, la enseñanza en las escuelas públicas y así, poco a poco, el idioma de nuestros mayores sigue estando vivo.

Frente a esta realidad, hay otra que a mí, no sólo como vasco de esta tierra, sino como ser humano que pretende ser civilizado, me resulta dolorosa y es la de ver cómo desde los poderes públicos se trata de eliminar al idioma primigenio de esta tierra. Quizá sea Navarra la única comunidad que legisla contra su propio idioma y sigue con obsesión enfermiza, en frase que le gusta emplear al portavoz del Gobierno, señor Catalán, tratando de eliminar cualquier rasgo de nuestra cultura autóctona y muy especialmente contra el euskera.

En sede parlamentaria, el portavoz de UPN justificaba su voto en contra de una tímida ampliación de la zona mixta a efectos de la Ley de Euskera demandada por sus vecinos, manifestando que lo hacía porque así se lo pedían sus votantes y esto lo dijo sin ponerse colorado. Hay muchos votantes de ese partido que hablan el euskera y lo transmiten a sus hijos y otros que los llevan a ikastolas y creo que son los dirigentes los que, guiados por esa obsesión enfermiza a la que antes aludía, adoctrinan a través de algunos determinados medios de comunicación y se autoconvencen de la generalidad de su propio antivasquismo. Es esta derecha navarra, heredera ideológica del franquismo, la que crea conflictos donde no los hay y siempre con el mismo fondo. La actuación en el tema de Euskalerria Irratia no creo que sea mayoritariamente aplaudida por ese sector y aunque lo fuera es totalmente injusta. La actuación de la alcaldesa de Lizarra en el tema de la cabecera bilingüe de los certificados recuerda muchísimo al bando del comandante militar de esa ciudad en 1936, cuando prohibió decir agur. A cualquiera que entre en Navarra por cualquiera de las mugas con Aragón o La Rioja se le dará la bienvenida en varios idiomas, pero no en uno de los propios de esta tierra como es el euskera y sí en cambio aparecerá en las procedentes de la CAV, dando la impresión de que es más una cortesía hacia nuestros vecinos que una realidad viva aquí. Cuando por culpa del PSOE cayó el gobierno tripartito y accedió UPN, una de las primeras medidas que tomó fue la de sustituir los rótulos bilingües de las dependencias por otros sólo en castellano. Son sólo unos pocos ejemplos de cómo el Gobierno de UPN, en la mayoría de los casos con el apoyo del PSOE, cuida hasta el más mínimo detalle para arrinconar, desprestigiar y hacer sentir como algo ajeno y hasta contrario a nosotros el idioma de nuestros mayores, el cual hasta aquellos que no lo conocen todavía lo emplean cada día a través de la toponimia, los nombres de las calles y de muchas palabras que aún perviven para designar a útiles de uso cotidiano.

En cierta ocasión, oí a alguien comentar sobre la preocupación que algunas personas tenían ante la desaparición de especies de la fauna y la flora, por supuesto, compartida, y la poca que manifestaban ante los intentos de hacer desaparecer a idiomas como el que comentamos. Desde el punto de vista cultural, nuestras autoridades, que han tenido la osadía de presentar a Iruña como candidata a Capital Europea de la Cultura para 2016, son peores que los cazadores furtivos que por puro placer disparan al lince ibérico o al tigre siberiano.

Nuestro viejo pueblo ha demostrado ser terco en la conservación de lo propio y estoy seguro de que superará estos ataques y el euskera pervivirá y saldrá fortalecido y el mundo no tendrá que verse más pobre, como ha sucedido con la lengua bo, cuya última hablante, la señora Boa Sr, acaba de fallecer.

Publicado por Noticias de Navarra-k argitaratua