Cataluña y Escocia: no es exactamente lo mismo

Convertirse en un estado independiente o permanecer en el seno del estado actual es una decisión política que quizás algún día los ciudadanos catalanes y escoceses deberemos tomar, si alguna vez se convocan los respectivos referendos de autodeterminación. Independientemente de los criterios políticos, que inevitablemente son los que deben guiar esta decisión, a medida que se avanza en el proceso, más y más ciudadanos se preguntan si los nuevos estados resultantes, Cataluña y Escocia, serían viables económicamente (véase, por ejemplo, el artículo “Un estudio sostiene que una Escocia soberana es inviable”, publicado en este diario el 16 de junio pasado). Nos preguntamos si, respecto de una posible independencia, Cataluña y Escocia se encuentran en situaciones parecidas en cuanto a viabilidad económica, considerando dos ámbitos que resultan fundamentales, el fiscal y el comercial.

En el terreno fiscal, Cataluña saldría claramente favorecida de un proceso de secesión, dada la transferencia neta de recursos que se produce hacia el resto del Estado y que ha sido cuantificada en un porcentaje de alrededor de un 9% del PIB (lo que conocemos como déficit fiscal). En cambio, en Escocia, algunos estudios recientes indican que la situación es la contraria, y por este motivo, en caso de independizarse, se vería abocada a un aumento de los impuestos o el endeudamiento de su gobierno si quisiera mantener los actuales niveles de gasto público, que por cierto son superiores a los del resto de Gran Bretaña. En este punto, una de las claves es cómo se repartirían los ingresos correspondientes a la explotación del petróleo del mar del Norte: si los escoceses se convirtieran en propietarios, la sostenibilidad fiscal de su estado ganaría muchos enteros, aunque es cierto que éstos son unos recursos no renovables con los que no se podría contar a largo plazo.

En el terreno comercial, las cosas también son muy diferentes. Por un lado, las empresas escocesas dependen mucho más del mercado del resto de Gran Bretaña que las empresas catalanas dependen del mercado español. Sin embargo, si en la diversificación de mercados Cataluña juega con ventaja, en otro aspecto comercial de notable relieve, al menos temporal, nuestro país juega con desventaja. En efecto, nadie ha oído hablar de la posibilidad de que los ingleses, tan flemáticos ellos, se hayan planteado hacer un boicot comercial a los productos escoceses en el caso de que Escocia decidiera abandonar la unión. Este tema, por tanto, no preocupa, al contrario de lo que ocurre con muchos empresarios catalanes, que no ven nada claro que sus intereses comerciales salieran indemnes tras una secesión. Hay episodios de boicot bien recientes, y que están en la mente de todos, que lo demuestran. Sin embargo, en nuestro libro “Sense Espanya” (“Sin España”) (Ed. Pórtico) demostramos que el impacto de un boicot comercial sería relativamente pequeño en comparación con la magnitud del déficit fiscal de nuestro país.

En definitiva, Cataluña parece en mejor situación que Escocia para beneficiarse económicamente de una hipotética declaración de independencia que tuviera el apoyo mayoritario de su ciudadanía.

 

Publicado por Avui – El Punt-k argitaratua