Apuntes de precampaña

El inicio de la campaña electoral del 27-S conllevará un ensañamiento dialéctico que superará a cualquier anterior convocatoria. Nunca como ahora habrá altavoces que querrán distorsionar nuestra capacidad de juicio. De manera que puede ser oportuno hacer unas reflexiones que nos permitan llegar al final con la cabeza clara y sin perder de vista el horizonte. He aquí cinco ideas, por si son de utilidad.

1. SOBRE LA COHESIÓN SOCIAL.
Aunque los adversarios del soberanismo insisten en la ruptura interna de la sociedad catalana, en realidad nunca se habían dado muestras de tanta capacidad de transversalidad y cohesión. Así, parece que serán las elecciones con la oferta menos fragmentada -con menos listas- de los últimos tiempos. Además, tanto Juntos por el Sí como Cataluña Sí se Puede son resultado de grandes acuerdos entre actores políticos y organizaciones sociales diversas. Y, de hecho, los únicos que no han sido capaces de ligar ningún acuerdo electoral son los partidos unionistas. Sin embargo, la cohesión política no nace de la unanimidad -como querer que todo el mundo quiera ser español o catalán-, sino de la aceptación leal del resultado democrático como criterio de convivencia.

2. SOBRE SI SE PUEDE.
¿Cataluña puede? Por supuesto. Pero hay cambios que dependen de la capacidad previa para tomar la decisión. Y esto exige estar políticamente emancipado. De modo que no es serio hacer promesas sobre asuntos que no dependen de uno mismo y al mismo tiempo decir que los que dependen no podemos esperar que los permitan hasta dentro de dos generaciones, como ha afirmado el cabeza de lista de Cataluña Sí se Puede. No se puede poner el carro delante de los bueyes. Y ahora mismo, los bueyes son la independencia. Después, la mayoría de catalanes -en unas elecciones constituyentes- ya decidirán qué carro arrastra, pero de momento no lo podemos predeterminar. Porque tan antidemocrático es decir que hay estatus políticos previos que son inamovibles -como advertía Felipe González en su carta-, como querer anticipar e imponer ahora los modelos concretos de una sociedad futura que ya decidiremos cuando tengamos capacidad para hacerlo.

3. SOBRE EL DIÁLOGO.
El colmo del cinismo es acusar de estar cerrados al diálogo quienes han intentado estar abiertos desde hace décadas. De acuerdo en que la política catalana durante años había aceptado dialogar de manera confusa, desde posiciones de subordinación. Lo del “pájaro en mano” era una estrategia de pícaros, pero de pícaros dóciles. Hay responsabilidad catalana en el desconcierto español actual, pues. El problema ha venido cuando se ha querido dialogar de verdad, es decir, de tú a tú y de igual a igual. Cuando Rajoy dice que no hemos querido dialogar, quiere decir que no lo hemos querido hacer de rodillas. Y toda su disponibilidad al pacto, que nadie se engañe, se limitará a ponernos un reclinatorio.

4. SOBRE LA CONFIANZA.
No volveré a discutir sobre si hay indecisos. Pero sí diré que a mí lo que me preocupan son los desconfiados. Llega un punto en que la decisión ya no depende del deseo sino de la voluntad. Superar la aversión al riesgo. Oiremos muchas excusas que esconderán cobardías. Y una cosa es cierta: la soberanía la quieren -y la merecen- quienes se saben preparados y capaces. Los que confían en el país.

5. SOBRE LA VICTORIA.
Estamos donde estamos por toda una historia de lucha previa por la causa de la libertad. Y, más, estamos donde estamos por los que siempre han creído que la independencia era el único horizonte posible. Pero hemos llegado a tener este horizonte en la punta de los dedos por todos los acontecimientos que se han apuntado en los últimos cinco años. Y, tengamos claro, ganar gracias al voto del último catalán que se dé cuenta. ¡Siempre que se dé cuenta, claro, antes del 27-S!

ARA