En las crónicas neogóticas de Alfonso III de Asturias del año 886 es cuando se nombra por primera vez a Bizkaia (“Biscai” se escribe), pero en referencia a Alfonso II el Casto (760-854), por tanto describe el período que sigue a la muerte del duque baskón Waifre (768) y la caída del ducado de Baskonia en su parte más septentrional en manos francas (la Aquitania medieval, comarca entre ríos los Garona-Loira). En esa crónica se dice que Bizkaia junto a Alaba, Orduña y Alaone (¿Aiala?), eran “tierras poseídas por sus moradores”, junto a las tierras de lo que ya era el núcleo de los “nauarri”: Berrueza, Deio y Pamplona.
En el mismo documento, se relata detalladamente los lugares “repoblados” por Alfonso II, rey de Asturias y conde de Cantabria, entre las cuales estaban “Supporta” y “Carranza”, seguramente se refiere a la comarca oriental de las Enkartaciones o Enkarterriak en Bizkaia, incrustada entre Cantabria y Burgos, recuperada después tras la entrada de estas tierras en el reino de Pamplona-Nabarra, cuya frontera con el reino de Oviedo-Asturias pasaría a estar en comarca de la bahía de Santander y el castillo nabarro de Cudeyo.
Texto primitivo: “Eo tempore populantur Primorias, Lebana, Transmera, Supporta, Carranza, Bardulies qua nunc appellatur Castella, et pars maritima Callada. Alaba que Bizcai, Alaone et Urdina a sois incolis repernantur semper esse possessz, sicut Pan¬pilona Degius est, atque Berroza. Baque supradictus Adefonsus admodum magni¬ficus fuit, sine offensionc erga Deum ct Ecclesiant vitarn merito inmitabilem duxit. Baselicas plures construxit et instauravit…”
J.M. Lacarra (1971), “Estudios de la historia de Nabarra”: “No hay testimonio alguno que acredite el dominio asturiano sobre estas tierras. En las crónicas de Alfonso III se dice que Alfonso II extendió sus dominios hasta parte de la Rioja y las localidades de las Encartaciones, Sopuerta y Carranza”.
El arqueólogo de la Diputación de Bizkaia Iñaki García Camino en su artículo “El nacimiento de los territorios históricos” (2013), matiza mucho esas posibles repoblaciones: “Otros territorios actualmente vizcaínos son mencionados en la Crónica diferenciados de Bizkaia. Nos referimos a Sopuerta y Carranza (actuales Encartaciones) de las que se dice que fueron repobladas en tiempos de Alfonso II por cristianos de los valles del Duero y Ebro gobernados por musulmanes. Pero no existen testimonios que lo confirmen. Es más, de haberse producido la repoblación, tendría que haber dejado huellas en la toponimia y, sin embargo, los nombres que sirven para denominar las aldeas más antiguas son mayoritariamente en euskara (Garai, Larrea, Goiuri, Ibarra…). Parece, en consecuencia, que la repoblación tuvo una escasa repercusión demográfica, por lo que debió de ser sólo un recurso literario utilizado por los redactores de las fuentes para justificar la incorporación de la comarca en el reino de Asturias”.
Como deja escrito Julio Caro en su libro “Sobre la lengua vasca”: “Es muy probable, dado el paralelismo entre la historia de Vasconia y Cantabria en el período Visigótico, que dicha lengua (el euskera) se perdiera después de éste (…), una de las causas por las que el norte conservó la lengua vasca fue que nunca estuvo sometido al poder de los monarcas godos”. Lo mismo se puede decir sobre el reino Oviedo-Asturias. El resto del territorio actual de Bizkaia no perteneció al reino godo ni al asturiano, ni hay testimonio arqueológico alguno atribuible a estos dos enemigos de los baskones, ni aparece así en ningún documento de la época.
El lingüista donostiarra Joseba Álvarez Enparanza “Txillardegi” analizó la toponimia de la Enkartaciones y demostró de forma fehaciente que se habló euskara en los siglos de la Edad Media, perdiéndose de las Enkartaciones hacia occidente, hasta la población autrigona de Laredo siglos antes, pues la toponimia es más débil. Pero hay otros muchos en euskera, incluso muy deformados: Urdialaitz (Castro Urdiales), Zandoina (Santoña), Larrainotza (Reinosa) etc. También se observan traducciones de anteriores toponimias euskaras al romance como Ambasaguas-Urbión. Aunque en la misma toponimia del occidente enkartado encontramos topónimos que atestiguan la presencia del astur-leonés como: Aguanaz, Arbosa, Pandu, Paraya, Lluenga etc.
Comenta al respecto el especialista J.L. Homobo “El sector comprendido entre los ríos Nervión y Cadagua presenta un absoluto dominio de la toponimia vasca (…), pero ya en Abanto-Zierbana, resto de Galdames, Sopuerta y Muskiz, predomina absolutamente la toponimia románica, encontrándose la persistencias euskéricas muy desdibujadas, sin embargo la toponimia vasca rebasa el límite por tierras de Castro Urdiales, con mayor presencia en su zona primera”.
En el occidente de las Enkartaciones se conservan sobre 750 palabras “montañesas” y 77 de origen euskaro en el uso de su población hoy castellano hablante. Pero, la influencia astur-cántabra llegada desde la entonces conocida como la montaña de Burgos o de Santander (Cantabria desde 1982), se sabe que es tardía. Los primeros caseríos karranzanos son de una tipología similar a los bizkaínos y el caserío de tipo montañés no se introduce hasta los siglos XVIII-XIX. Los restos de la necrópolis y las tumbas de piedra en lajas de la iglesia de San Estaban de Karrantza conecta el valle con el resto del territorio actual de la Bizkaia y por tanto con reino baskón de Nabarra, lo mismo que los posteriores de San Cipriano de Pando del siglo X, según el historiador bizkaíno Andrés de Mañaricúa.
Pero, en la Alta Edad Media, el euskera se recuperó plenamente en estos territorios en fechas altomedievales tras una repoblación con bizkaínos y alabeses “por presura”, de donde vendría la voz “encartado” por las cartas de repoblación otorgadas por los señores de Bizkaia y que se daría tras quedar disminuida la población de gran parte del territorio durante los años en los que fue fronterizo con godos, musulmanes y asturianos.
Dos testimonios que aportó el Doctor en Historia Sabino Aguirre Gandarias en 1987 confirman la existencia de euskaldunes monolingües en el extremo enkartado y están recogidos en el trabajo “Dos documentos inéditos sobre el euskera en las Encartaciones: lengua vulgar a fines de la Edad Media”. Dice el historiador Aguirre Gandarias “La archisabida escasez de noticias que sobre el euskera hay en la tierra encartada, hace tanto más valioso el par de documentos que aquí aportamos para consideración del lector. Corresponden a los años primeros del siglo XVI, 1504 y 1508 respectivamente, cuando iba terminando la época medieval. Y ambos forman parte del papeleo más burocrático del voluminoso pleito sucesorio al mayorazgo de San Martín de Muñatones, cuestionado desde 1476 con la muerte de su señor, Lope García de Salazar, el primer historiador de Bizkaia”. Los Muñatones son profundos conocedores de la comarca enkartada donde viven y dominan durante esos años, por lo que los testimonios son aún más valiosos.
Sigue Aguirre Gandarias: “En la sala llamada Bizkaia de la Real Chancillería de Valladolid litigaron entonces sus nietos: Ochoa de Salazar, preboste de Portugalete, y su primo, también Ochoa de Salazar, hijo de Juan, quien finalmente se quedó con el solar de Muñatones.
En el primer texto, la parte del preboste Ochoa solicitó de la Audiencia, para que se pudieran recoger las declaraciones de los testigos en tierra encartada (concretamente en Bilbao, Barakaldo, Somorrostro y Karrantza), el que nombrara un receptor que conociese el euskera: «para que entienda lo que los testigos le dixieren».
En el segundo, cuatro años después, son las dos partes, quienes conjuntamente lo solicitaron, con deseo de ahorrarse así un intérprete, razonando que: «los testigos que han de presentar son bascongados, que no entienden la lengua castellana».
Y, como de paso, indicaban que tal receptor pudiera ser el escribano de la propia Audiencia, Pedro de Hoz, pues conocía el pleito, además del idioma. De modo que nombrado de hecho por aquella institución jurídica, posteriormente las declaraciones fueron tomadas por dicho escribano, que las tradujo. Por lo insólito de tal suceso desde la óptica actual de la situación lingüística, y por más que los dos documentos sean absolutamente auténticos (…)”.
A mediados del mismo siglo XVI el bachiller gipuzkoano Zaldibia (Juan Martínez de Zaldibia en “Suma de las cosas cantábrica y guipuzcoanas”), al dedicar dentro de su obra un capítulo al idioma, en cuanto a su extensión decía: “Háblase este lengua en Guipúzcoa, Vizcaya y Encartaciones, Álava, o más interior de Navarra, y en Labort y Vascos…(…)”. Luis de Uriarte en “El Fuero de Ayala” (Madrid 1912 pág. 24), señala que en el siglo XVII era el euskera “lengua vulgar de las Encartaciones”.
Juan Iñiguez de Ibargüen de la merindad de Zornotza sobre el año 1588 escribió “Crónica General Española y Sumaria de la Casa de Vizcaya, y su antigua fundación y Nobleza”. Se cree que Ibargüen fue el escribiente del santanderino García Fernández de Cachopín, por lo que su crónica sobre Bizkaia es llamada de Ibargüen-Cachopín. La crónica es poco rigurosa en cuanto al pasado de Bizkaia – como tantas otras de la época- , pero sí que aporta el testimonio directo de dos personas sobre hechos de los que son testigo, además de una importante recopilación de folclore, dichos, refranes (como el canto de “lelo”) o de leyendas. La crónica habla sobre Barakaldo que estaba ya dentro del señorío Bizkaia y acudía por tanto a las Juntas Generales de Gernika y no a las de la Abellaneda (no así el resto de la margen izquierda que era encartada):
“Aquí hablan bascuençe y romançe, y el bascuençe con unos açentos particulares lo pronunçian, y con un sonido diferente a los demás pueblos comarcanos. El romançe hablan al modo montañés de hazia Castro de Urdiales”. Es decir, el romance montañés es hablado en el municipio pero también el euskera y en “los demás pueblos comarcanos”. Sin embargo se han perdido los cuadernos de esta crónica donde aparecen los mismos de ahí la frase: “Y el ábicto y tocados de las mugeres es como el que diximos usaban en Portugalete”, pero no tenemos la referencia de esta villa.
Sobre la Enkartaciones comenta la crónica que: “La tierra de las Encartaçiones y los balles de Carrança y de Soba y de Gordejuela (…)la tierra de las Encartaçiones de Vizcaya todos hablan castellano [….], el cual lenguaxe y sus ábictos de las henbras y barones y los tocados mugeriles, todo lo usan al modo montañés”.
Antigua plaza de Sestao con su casa torre al fondo
Sin embargo, no señala si además hablan euskera o no, aunque en el comentario sobre Barakaldo queda claro que son bilingües, lo que queda también patente en otros pasajes tan contundentes como: “En la lengua bascongada mejor dize el nonbre de Belasco “munchos cuerbos” que no “munchas belas”, y lo uno y lo otro podría ser verdad, y ansí cada cual crea y se arrime al pareçer que mejor le estubiere, por que cosas incaducas no se pueden aberiguar por entero. Al fin él es bocablo bascongado, y no es maravilla, pues en aquella tierra de Carasa y Dijueçes donde es la casa de Belasco hablaban hasta pocos años ha la lengua vascongada”. Carasa está a 10 kilómetros de Laredo y “Dijueces” es sin lugar a dudas Bisjueces cerca de Medina de Pomar donde está la torre de los Belasko.
No es menos interesante un documento de Artziniega, que perteneciendo a Ayala se sitúa al Oeste de las Enkartaciones, pegando a Gordexola. El 24 de noviembre de 1682 la Hermandad de Artziniega mandó un procurador a las Juntas Generales de Alaba, el cual desconocía el castellano. Las Juntas establecieron que en adelante los municipios que mandasen representantes que no supieran castellano pagasen una multa de 5.000 maravedíes. Por tanto, incluso las clases más pudientes vivían en euskera a finales del siglo XVII en toda la comarca, pese a la presión desde la Corte castellana para imponer su idioma.
En Zalla, Gordexola o Güeñes se sabe por escritores de la época que era euskaldun “cerrado” o monolingüe en el siglo XVII. Sin embargo, en 1794 en Gordexola, otro documento dice que “todos son de apellidos vascongados pero la lengua vascongada hay muy pocos que la entiendan”, por tanto se perdería en Gordexola en el siglo XIX. Galdames o Güeñes eran euskaldunes según los testimonios recogidos en el año 1800, muriendo el último euskaldun en 1850, Josefa Unanue. En ese siglo XIX Alonsotegi o el barrio del Regato en Barakaldo también hay testimonios de gente euskaldun.
Entre 1810-12 de Eugene Coquebert de Montbret realizó un estudio gracias a numerosos colaboradores sobre los idiomas de todo el imperio francés y sus conclusiones respecto al euskera las dibujó en lo que sería el primer mapa de los territorios euskaldunes continentales y en otro mapa el de los territorios peninsulares, pero por separado. La muga por el Oeste del euskera o de Euskal Herria quedaría, según los informantes de Eugene Coquebert de Montbret a principios del siglo XIX: “la langue basque ou escuare qui se parle (…) sur Ie territoire espagnol dans Ie Guipuscoa, l’Alava, une partie de la Biscaye, de la Navarre et des montagnes de Santander”. Éste último término es difícil de precisar.
En 1865 el padre Uriarte escribía a Louis Lucien Bonaparte para su famoso mapa lingüístico “Sept provinces basques”, donde aparece por primera vez la Euskal Herria reducida que hoy identificamos. El padre Uriarte respecto al euskera en las Enkartaciones (en su sentido más amplio), comentaba que se había reducido tras perder la primera gran guerra foral contra el centralismo español: “en Barakaldo los vecinos del Regato y Retuerto son enteramente castellanos y es muy raro que se hable el bascuence; pero en los otros cuatro que son Beurio, Burceña, Irauregui y Landaburu la gran mayoría es bascongada, porque poseen ambas lenguas. En el barrio San Vicente la mayoría es castellana aunque también hay bastantes bascongados. Olaveaga y Deusto con Zorroza son también Bascongados aunque se habla mucho castellano (hoy todos ellos son barrios de Bilbao). La Campa (Zorroza-Bilbao) y Las Arenas, que son tres casas, son bascongadas”.
El primer libro impreso en euskera en Bilbao es de 1596 y tiene un título tan largo como significativo de “Doctrina Christiana en Romance y Bascuence hecha por mandato de don Pedro Manso, Obispo de la Calahorra y la Calçada, del Consejo del Rey, nuestro Señor, para las tierras bascongadas de su Obispado, reducida por el Doctor Betolaça a lenguage más común, y usado y que con más facilidad se entiende en todas ellas”. Estaba en euskera bizkaíno y se trataba de oraciones simples fáciles de memorizar por un pueblo que no hablaba castellano y menos el latín: Pater Nostre, Ave María, el Credo…
El “Pater Noster” o “Ayta Gurea”:
Ayta gurea, çeruetan çagoçana
Santificadua içandilla çure içena
Etorrividi gugana çure Erreynua
Nolan çeruan ala lurrean
Emon eguiguçu egunean eguneango
Gure ogia
Da parcatu eguiguçuz gure pecatuac,
Guc geure çordunay parquetan
Deusteguna leguez,
Da echik zeyguçu jaisten tentaçioan,
Baya libradu guaiguiçuz
Gach gustiric.
Amen Jesus.
Un estudio del siglo XVII del cura bilbaíno Rafael Mikoleta recogido en su libro de gramática “Modo breve de aprender la lengua vizcaína”, nos habla de la vitalidad de la lengua euskara en Bilbao. El gran retroceso se produjo durante los siglos XVIII-XIX y la fuerte conflictividad bélica en tierras vascas. Bilbao hablaba ya un mal euskara a principios del siglo XIX, como dejan por escrito el etnólogo y lingüista alemán W. Humboldt (1801) y ratifica el escritor eibarrés Juan Antonio Mogel (1745-1804), pero la hoy capital bizkaina nunca ha perdido del todo su lengua propia, el euskera o lingua navarrorum.
La crónica mencionada de finales del siglo XVI de Ibargüen-Cachopín, sobre el euskera de Bilbao y de la comarca dice:
“No teniendo este pueblo de mil vezinos arriba, y los más dellos estrangeros, y muy munchos tanbién forasteros, y por ser este pueblo tan ilustre y ameno, el que en él entra desea perpetuarse, si las leyes de la tierra no les pudiesen examinar del linaje y cristiandad del tal que pretiende avezindarse. Hombres y mugeres hablan bascuençe e romançe con un sonido particular de que usan”.
Además comenta que en las anteiglesias de Abando, Begoña y Deusto hoy bilbaínos: “El bascuençe, ábicto y tocados de aquí es el mesmo que diximos de Bilbao” y en Etxebarri “Todos hablan bascuençe, casi como el de Bilbao”.
El presidente que fuera el primer presidente de Euskaltzaindia María de la Resurreción Azkue, hace 100 años nos dejó escrito que el 25% de los bilbaínos eran euskaldunes y en Navidades se celebraba un concurso de villancicos o “gabon kantak” en euskera.
Un estudio del lingüista bilbano Iñaki Gaminde (“Bilbotarron euskararen zuzuan” 2004) ha encontrado 20 familias euskaldunes, las últimas que quedaban en los caseríos de Begoña, Larraskitu, Arbolantxa y Buia. Como el propio Gaminde señala que “Gure berramona bat Lutxanan bizi izan zen eta ez zuen inoiz ikasi erdararik” (una bisabuela nuestra que vivía en Lutxana, nunca aprendió castellano), por tanto, a finales del siglo XIX no hacía falta saber castellano para vivir en Bilbao.