De ninguna manera puedo estar de acuerdo con la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Navarra negando la realidad cultural e histórica de Euskal Herria y prohibiendo los libros de texto que la afirman, pues nadie puede poner científicamente en duda que los habitantes de esos territorios compartieron la misma cultura y el mismo idioma, formaron parte del Estado navarro y han mantenido a través de la historia una relación de hermandad que se ha manifestado políticamente entre otras cosas en la defensa foral y las guerras carlistas, y que también ha quedado claramente recogida etnográficamente hasta en el folclore como en el paloteado de Monteagudo:
Vivan las cuatro provincias
que siempre han estado unidas
y nunca se apartarán
aunque Gamazo lo diga.
Para cualquiera que no se niegue a verlo son muchas las pruebas que lo acreditan, y algunas han sido ya publicadas aquí estos días, yo solo voy a añadir una más sin importancia, pero que por su origen y desvinculación con cualquier supuesto -nacionalismo-, difícilmente podrá ser puesta en duda por nadie.
En la página 1 del primer tomo de Historia de la Iglesia y Obispos de Pamplona, real y eclesiástica del Reyno de Navarra, escrita por el doctor Gregorio Fernández Pérez, presbítero en Jerez de los Caballeros y editada en 1820 en Madrid, dice así: “La ciudad de Pamplona, capital de los pueblos vascones, hoy Navarra…..”.
¿Cómo se puede politizar y negar de esa manera la historia? ¿Cómo se puede seguir engañando así a las nuevas generaciones? ¿De que sirvió negar el bombardeo de Gernika con tanta certeza y durante tantos años? ¿Es que no saben ya que se coge antes a un mentiroso que a un cojo?