Dicen que lo esperaban. Los precavidos británicos habían previsto todas las posibilidades…, la sorpresa los ha descolocado. El fantasma de una guerra en nuestra misma casa europea parece más próximo. La masacre no será ya el vídeo del coche bomba en Irak, sino el tren, el metro y el autobús en Madrid, Londres… Parece claro que Bus y sus seguidores no han ganado sino victorias parciales, en tanto el enemigo toma la iniciativa en todos los frentes. Occidente no está blindado y éste puede ser el punto de fractura de la estrategia americana. El fracaso en Irak es cada día más evidente y será difícil mantener el conflicto en los límites actuales. Aumentar la escalada intervencionista implica resucitar el fantasma de Vietnam, pero la pérdida de la iniciativa estratégica lleva a la debilidad. En tal esquema, es posible que, por el momento, el equipo dirigente americano considere que está ganando. Controla el petróleo, pero a medio plazo se encuentra obligado a estabilizar su posición en
Afganistán e Irak. De momento resulta soportable la situación; no para los europeos que colaboran, a quienes Al-qaida coloca en el ojo del huracán.
En términos literarios podía afirmarse que hemos entrado en el nudo del drama. Nos encontramos en medio de la guerra y no se vislumbra quién pueda ser el vencedor. El paseo militar americano puede parecer espectacular, pero, al igual que la Blitzkrieg de Hitler, no ha acabado con el enemigo. En los territorios ocupados asistimos casi a una guerra abierta que puede extenderse y hacer ilusorio el control del petróleo para el conjunto de Asia central y del suroeste; pero lo que Europa no está decidida a soportar es la generalización de atentados como los de Madrid y Londres.
Lo peor del caso es que la guerra solamente es impulsada por los elementos radicales. Por parte occidental el grupo dirigente de Bus, por parte musulmana todo el conjunto de la Yihad, es cierto, con amplísimas bases en todas la sociedades islámicas; pero probablemente una inmensa mayoría teme la guerra y los grandes sectores occidentales que parecen apoyarla, cuando ésta tiene lugar en escenarios lejanos, renunciaría a ella de verla cerca.
¿Qué escenario es previsible a corto plazo? ¿Resultará eficaz la actual presión americana para contener a talibanes y la resistencia iraquí? ¿Cómo hacer frente a una propagación de atentados masivos en las grandes ciudades occidentales? U.S.A. dispone de fuerza inmensa para intensificar una guerra abierta en Asia. Todavía resulta difícil pensar en un enemigo con capacidad nuclear media y posibilidades de alcanzar objetivos occidentales cercanos. Tal situación supondría un cambio cualitativo extraordinario y haría real la guerra generalizada con gravísimos costos humanos y materiales para Occidente; situación ésta no prevista en los inicios del conflicto. Sin alcanzar tal grado, aquí cabe preguntarse, hasta que punto está dispuesta la sociedad americana a aceptar el deslizamiento hacia un conflicto similar al de Vietnam, al menos por lo que toca a la pérdida de vidas humanas. Es posible que el equipo de Bus perciba que se ha metido en un atolladero y añore la época en que Sadam
Hussein controlaba Irak e impedía el desarrollo de la Yihad. Ahora ya no es posible la vuelta atrás.
La otra parte del escenario -la propagación de atentados generalizados en ciudades europeas- se presenta también terrorífica. América podría soportarlo. Incluso serviría a Bus para reafirmar su política polarizadora en torno al terrorismo. La consecuencia más grave sería la fractura de las sociedades europeas. En Europa hasta el momento han coexistido múltiples sensibilidades y culturas que se han mantenido al margen unas de otras. A partir de ahora el ya de por sí heterogéneo elemento musulmán será contemplado como enemigo real o potencial, especialmente, cuando los yihadistas han mostrado la capacidad que tienen para mimetizarse con el mismo. En este escenario se supone que Europa es incapaz de desasirse de la política exterior americana y sería, en consecuencia, la principal pagana de la misma, a la espera del desenlace del conflicto.
Lo delicado de la situación no hace prever soluciones inmediatas y complica éstas a medio y largo plazo. Es de suponer la existencia de grupos yihadistas preparados para nuevos atentados, hecho que deja la iniciativa en manos de las fuerzas policiales y represivas, favoreciendo la estrategia de Bus y el reduccionismo del conflicto a una cuestión de terrorismo. Los obstáculos para el acercamiento intercultural son enormes. La sociedad musulmana que vive junto a la europea percibe un desprecio histórico y hoy el desdén con que se contempla a los musulmanes por no aceptar los valores de la modernidad, la democracia, la igualdad entre sexos, el sentido laico de la vida…, valores, a decir verdad, que habría que cuestionar que sean admitidos en Europa de manera generalizada. Son otros rasgos más profundos los que provocan el rechazo y que se refieren al modo de vida y de relación social los que dificultan el encuentro entre culturas.
Panorama sombrío es el que aparece a medio plazo, porque la iniciativa se encuentra en manos de los belicosos, decididos a seguir la guerra. Hacer eficaz un lugar de encuentro entre los partidarios de la paz occidentales y musulmanes será difícil. La perspectiva de atentados indiscriminados y, tal vez, continuos puede hacer saltar a Europa y nos encontraríamos en una situación nueva e impredecible, similar a las que vivieron nuestros predecesores tras finalizar las dos Guerras Mundiales.