Hilari Raguer: ‘Cataluña debe tener un ejército’

Entrevista al monje de Montserrat, que ha publicado un nuevo libro para celebrar los noventa años

Hilari Raguer (1928) acaba de publicar un nuevo libro de historia para celebrar que ha cumplido noventa años. ‘Escritos dispersos de historia’ (2018) recupera textos, conferencias o prólogos sobre sus grandes temas: la guerra de 1936-1939, la iglesia, Cataluña y el Concilio Vaticano II. VilaWeb ha subido hasta el Monasterio de Montserrat para visitarlo y hablar de este libro, pero también de sus orígenes, de su pasión por la historia a pesar de tener la carrera de derecho, del momento político actual, de Josep Benet, de Paul Preston, y de su visión de los militares o de los proyectos que tiene con Oriol Junqueras.

 

– ¿Sus padres a que se dedicaban?

– Mis padres eran de Ripoll. Y así hasta el tiempo del Conde Guifré (Wifredo el Velloso), en una casa de pueblo. En Ripoll he pasado la guerra, las vacaciones, los veranos. Mi padre era empleado de la empresa Fomento de Obras y Construcciones, que entonces tenía una delegación en Madrid, poco importante, porque el gran negocio han sido siempre la basura de Barcelona. Recuerdo las cocheras que tenían. Con todos aquellos caballos. Éramos cinco hermanos. Yo soy el segundo, y ahora sólo me queda una hermana.

 

– Este año ha cumplido noventa años. Y para celebrarlo, edita nuevo libro de historia. En él recupera textos sobre Cataluña, la iglesia, el Concilio Vaticano II y la guerra de 1936-1939. Sus grandes temas.

– Yo digo mucho que no soy historiador. No soy licenciado. Y menos doctor. De hecho, no tengo ningún máster, ahora que van baratos. Ahora, he tenido que trabajar el método histórico y tengo la carrera de derecho. El día que presentaron el libro, el Instituto de Estudios Históricos del Insitut d’Estudis Catalans (IEC) en colaboración con la Diputación de Barcelona, ​​dije que no tengo el título de historia y que quizá por eso me he dedicado muchos años a circular por la autopista de la historia sin carnet de conducir, en dirección contraria, y convencido de que yo iba en la buena dirección. Que los otros son quienes están equivocados. Y por eso he tenido bastante choques frontales. Sin embargo, el coche abollado continúa avanzando.

 

– Choques frontales, por ejemplo, sobre la iglesia y la guerra del 1936-1939.

– El eje, el centro, la base de mi trabajo sobre la guerra es que no fue una cruzada. Y eso se lo debo mucho a un maestro en historia, abogado como yo, Josep Benet. Él, para demostrar que la revuelta de Franco no fue por la religión, se había tomado la molestia de mirar todos los bandos militares. Todos. Pues no hay ni uno que mencione la religión. El otro punto que me ha valido más anatema son los mártires. Sostengo que los llamados ‘mártires’ no lo eran. No los mataron por odio a la fe. Eso sí que te hace mártir. Los mataron porque eran miembros significados de una institución, la iglesia, vinculada al poder desde siglos, las autoridades, los ricos, y los potentados y que sobre todo durante la República había sido muy contraria al régimen y a los intereses de los trabajadores y la gente sencilla. Por ejemplo, cuando en 1933 ganan las derechas, anulan la reforma agraria.

 

– ¿Quizás lo de quemar iglesias era una revuelta contra los propietarios y los ricos, y no contra la fe? ¿Deudores contra acreedores?

– Este es uno de los motivos añadidos. Aquí nos hablan de la España católica. Santa Teresa. San Ignacio. Cierto. Pero simultáneamente hay una España protestante, de herejes. Han existido ambas caras. Y mucha gente sencilla siente, con razón, que la iglesia es un enemigo político.

 

– En el libro habla de Churchill. Dice que le copió la estructura de su libro de memorias para hacer el suyo sobre la UDC. La importancia, y belleza, de la estructura.

– Habría una manera de hacer historia que sería explicarla puramente de manera cronológica. Pero entonces pierdes perspectiva. Y sería como una guía telefónica. Es mejor hacer una cosa mixta. Como Churchill. Él no divide cronológicamente, sino por temas. La Batalla de Londres. La Guerra Submarina. La Guerra de África. Y cada tema, eso si, va por orden cronológico. Por ejemplo, la República. Del 1931 al 1939. Pero esto se puede dividir en dos partes muy diferentes: 1931-1936 y 1936-1939. En París ya lo enseñan en la secundaria: el ‘exposé’. En una exposición hay que procurar que haya dos partes. Y en las letras, que haya tres. La importancia de la estructura, sí.

 

– Dicen que es usted quien enseñó catalán al historiador británico, y amigo personal, Paul Preston.

– Preston me gusta mucho, sí. Una anécdota muy definitoria de él: fue a unos cursos en El Escorial, en los años ochenta. Académicos. Pero también asistían fachas de Madrid, que veranean allí. Con estos siempre tienen problemas. Preston dio una conferencia defendiendo claramente la República. Y un señor dice: ‘soy inglés como usted, señor Preston. Y los historiadores ingleses han aportado a la historia de España un punto de imparcialidad. No veo que hoy usted haya sido imparcial’. Y Preston le responde: ‘perdone, yo no pretendo ser imparcial. Pretendo ser honrado’.

 

– Muy grande. Máxima aplicable al periodismo. ¿Y cómo le enseñaba catalán a Preston?

– Regalándole el ‘Digui-Digui’ (*). Y él me pidió que le corrigiera las faltas de catalán en los correos que nos enviábamos. Hasta que un día me dijo: ‘no es necesario que me corrijas más, que me parece que ya sé. ¡Y además me corriges al mismo corrector ortográfico!’.

 

– En el libro habla del militar Gabriel Cardona, del general Batet, y he notado una cierta atracción por los militares. ¿Puede ser? ¿De dónde nace?

– De Joan Sales y de Raimon Galí. Ellos dos volvieron del exilio justo después de la entronización en Montserrat de 1947. Sales y Galí hacían los ‘Cuadernos del Exilio’, En México y pensaban, como tantos otros exiliados, que, la patria, la llevaban con ellos. Y que aquí no había quedado nada. Pero en 1947 ven que Cataluña es todavía en Cataluña, y vuelven. Y un grupo de ocho o diez jóvenes nacionalistas, demócratas, antifranquistas nos reuníamos en casa de Joan Raventós para escucharles. Recibimos unas conferencias que nos dieron una visión nueva de la historia de Cataluña. Hablaban de la unidad de los Países Catalanes, por ejemplo. Pero también de una actitud de los catalanes ante los militares con la que Sales, sobre todo, se metía. De hecho, esta gente, decía, desprecian a los militares, sí. Pero, cuando les conviene, los usan. Mira a Cambó. Habla con desprecio del Macià militar. Pero después financia al militar Franco. Y en los tempos del Dato, le pidieron que entrara en un gobierno de unidad.

 

– ¿Es con Raimon Galí y Joan Sales como usted entiende algo mejor la mentalidad militar, pues?

– Con Galí entiendo la necesidad de huir de esta idea que es anticatalán todo lo que es militar. Y por ‘militar’ entiendo no sólo el ejército, sino guardias municipales, agentes rurales, bomberos. Entiendo un sentir de servicio y de disciplina. Esto lo necesitamos. Necesitamos Traperos. Y me sabe muy mal lo que le pasa a este hombre. Mira, te cuento una anécdota. En Derecho, de estudiante, íbamos a ver juicios a la Audiencia. Sería en 1946. Hubo un macroproceso contra el Ejército Popular de Liberación. En el juicio, la cuestión era si era una organización armada, con mucha mayor pena, o si no lo era. El abogado decía que no. Y el fiscal, que sí. Y pregunta: ‘¿Conoce un ejército que no vaya armado?’ ‘Sí’, dice el abogado. ‘Dos: la Cruz Roja y la compañía de Jesús’. ¡Ha! Quiero decir que hay organizaciones de espíritu militar que lo son de servicio y de disciplina. Y necesitamos de éstas. Y sin descartar un ejército completo. Porque, como país independiente, Cataluña debe tener un ejército. Figueras el de Costa Rica decía que había eliminado el ejército. Sí, pero tenía una Guardia Nacional con armas pesadas.

 

– ¿Ha ido a ver los presos?

– Ahora hago trámites para ir a ver a Oriol Junqueras, con quien quiero hacer un trabajo de historia. Ya lo queríamos hacer antes de todo esto. Historia de la Iglesia catalana contemporánea. A cuatro manos. Será la excusa para irlo a ver. Yo lo conozco desde hace muchos años. Del programa ‘En Guardia’. Yo lo admiraba porque sabía de todo. Yo, de iglesia y de la guerra de 1936-1939. Que no me saquen de aquí. Pero Junqueras sabe de todo. Y con una memoria tremenda.

 

– Hay gente a la que el momento actual le recuerda el franquismo. ¿Y a usted?

– A mí, me recuerda el tardofranquismo. Al protofranquismo, con los fusilamientos, no. Pero hay un momento en que Franco debe maquillar el régimen. Y debe hacer antidisturbios. Y aquí es donde estamos: es un franquismo maquillado.

 

– Nunca ha ocultado de su posicionamiento. ¿Recibe al independentismo en casa?

– En parte la herencia es familiar, sí. Pero en 1941 teníamos un libro de historia de España. Malo y españolista. Por suerte en casa había un librito para niños. ‘Primeras lecturas de historia de Cataluña’. De Ferran Soldevila. Esto es la historia de verdad. Y fui a parar al capítulo del Once de Septiembre. Todavía recuerdo el grabado de Rafael de Casanova abrazado a la bandera de Santa Eulalia. La resistencia contra Felipe V tiene un tono perfectamente religioso. Como demuestra el texto antiguo de ‘Els Segadors’.

 

– ‘Sacaron al buen Jesús/Cubierto del todo con un velo negro:/Aquí está nuestro capitán, ésta se nuestra bandera’

– Sí, ‘Els Segadors’ antiguos hablan de profanaciones, sacrilegios. En todo caso, el capítulo del Once de Septiembre explica la represión que hubo después. Y termina con la canción popular en boca del guerrillero Bac de Roda: ‘No me matan por ser traidor,/ni me matan por ser ningún ladrón./Sino porque he querido decir,/viva para siempre la patria’. Quizás me viene de aquí. No lo sé.

 

– ¿Su día a día cómo es? ¿Qué libros lee?

– Leo tres o cuatro libros a la vez. Ahora uno de la colección Cua de Palla (Cola de Paja). Un volumen de ‘Las vidas paralelas’ de Plutarco. Una historia del Vaticano II. Y alguno más de historia. Yo me levanto a las cinco y media. A maitines, con la comunidad. Tiempo de reposo y oración. A las siete y media, oración, más solemne en la iglesia. Desayuno. Y en el ordenador miro varios portales, como te decía, VilaWeb y otros. Cenamos a las nueve menos cuarto.

 

– ¿Le gustaría añadir algo?

– Me preguntabas antes si me esperaba el proceso político actual. Yo soy independentista desde el año 1949. Pero, para mí, la novedad son dos cosas: ahora perdemos el miedo de decir que somos independentistas. Y aquí el referéndum de Arenys de Munt es clave. Lo han dicho y no les meten en prisión. Vimos que se puede decir que el rey va desnudo. Antes no pasaba. Y la segunda: lo vemos factible. En 1949 era a fondo perdido. No lo preveía como ahora. No digo que sea para mañana. Pero mira, en el libro ‘Ser independentista no es ningún pecado’, me preguntaban, cuando tenía 85 años, si creía que lo vería. Y siempre decía: ‘Sí. Primero por la fuerza del independentismo. Y segundo, por los grandes progresos de la medicina’.

 

(*) “Digui-Digui” (“¡Diga, diga!”) Método muy popular de aprendizaje del catalán.

VILAWEB