Su amigo, el policía

Costa Cálida es, como su nombre indica, un tramo costero de la región de Murcia, en la siempre fascinante Manga del Mar Menor. Este es el lugar donde, el pasado fin de semana, más de 200 agentes de la policía española (entre Guardia Civil y Policía Nacional), junto con sus parejas, disfrutaron de una estancia de aquellas que en castizo llaman ‘a pan y cuchillo’ por cortesía de los hoteleros de la zona, que los alojaron, alimentaron y entretuvieron gratuitamente como premio por su actuación en Cataluña hace unos meses, antes, durante y después del referéndum del 1-O. Según la presidenta de la Asociación de Empresarios de Hoteles y Establecimientos Turísticos de la Costa Cálida (Hostetur), adecuadamente llamada María del Mar Martínez, “el objetivo de esta iniciativa es agradecer, de corazón, a todos los integrantes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil el servicio que prestan y que, en ocasiones, requiere estar fuera de sus hogares, incluso pasar fechas señaladas lejos de sus seres queridos, como ocurrió estas Navidades en Cataluña”. Conmovedor, sobre todo si recordamos los platos de macarrones con que los agentes fueron heridos en su dignidad la pasada Nochebuena, y si tenemos en cuenta que pasar ‘las Navidades’ en Cataluña es la que seguramente más parecido al infierno que pueda imaginar un policía extenuado después de haberse tenido que defender a porrazos de guerrillas de señoras mayores desarmadas.

Las imágenes que han trascendido del feliz acontecimiento, con los policías en calzón corto haciendo declaraciones sobre la excelencia de las instalaciones y de las atenciones que habían recibido (el programa de amenidades incluyó un recital del cantante José Manuel Soto, que interpretó, para el selecto auditorio, la canción ‘Banderita, tú eres roja’), eran dignas no ya de un filme de Berlanga sino de alguna secuela especialmente inspirada de la serie ‘Torrente’. Nada más lejos de nuestra intención que desilusionar a los obsequiosos empresarios murcianos y a los héroes policiales merecidamente homenajeados por su impresionante campaña en tierras catalanas, pero en muchos países (incluyendo España, al menos según su Código Penal) el hecho de hacer regalos a funcionarios como agradecimiento a su trabajo, y el hecho de que los funcionarios acepten estos regalos, es delito. Se llama ‘cohecho pasivo’, y está castigado con penas de inhabilitación y prisión.

La memorable estampa de la Costa Cálida nos remite inevitablemente al juicio contra los jóvenes de Altsasu, que no sólo son juzgados por terrorismo y expuestos a penas de más de sesenta años de prisión sino que tres de ellos hace más de un año y medio que están recluidos en prisión preventiva por unos hechos que el simple sentido común no permite ni de lejos relacionar ni comparar con el terrorismo. Según datos de la propia policía, cada año son cientos las peleas y los incidentes digamos ‘de bar’ en los que se ven involucrados agentes de la policía española, a menudo cuando están fuera de servicio. ¿Quiere decir que son siempre los otros los que provocan las peleas? ¿Y son siempre terroristas?

ARA