Vértigo ‘indepe’

Dos cosas han puesto de nervios a la parroquia independentista: los 18 meses establecidos en la hoja de ruta soberanista y la declaración/proclamación de la independencia. Es normal. Ha llegado la hora de pasar del plano simbólico, de las declaraciones de intenciones y las consultas informales al territorio de los hechos. Ha llegado el momento de hacer todo lo que dijimos que haríamos.

En este contexto, muchos de los que se movían con comodidad durante la etapa previa del proceso, sienten un poco de vértigo y se marean. Empezamos a ver algunos líderes políticos, opinadores, tertulianos y medios de comunicación del entorno soberanista que empiezan a largar cosas como “el plazo de los 18 meses es aproximado”, “conviene explorar con Madrid la posibilidad de un referéndum”, “hay que volver al consenso del derecho a decidir”, “hay que ampliar la mayoría”, y otras frases que sólo denotan miedo y temblor de piernas.

Vamos de cara al choque y al conflicto. Aceptémoslo. No pasa nada, ya sabíamos que todo esto no sería fácil. Lo que no podemos hacer es engañarnos y engañar al personal haciéndoles creer que lo conseguiremos sin romper ni un plato, sin ningún susto, que llegaremos a la independencia de manera ordenada y acordada. Pues no. Ante nosotros no tenemos a la Gran Bretaña o a Canadá, tenemos a España, un Estado que un mes después de la independencia de Cuba aún debatía en las Cortes si debía otorgar o no un Estatuto de autonomía a la isla caribeña que ya había hecho las maletas y se había largado.

En las próximas semanas y meses, veremos una campaña mediática intensa para hacernos retroceder a la pantalla del ‘derecho a decidir’. Una manera como otra de ganar tiempo y retrasar el mandato democrático de hacer la independencia. Entre todas las zanahorias que nos pondrán delante, destacará especialmente la del referéndum.

Hace tres días, la revista estadounidense ‘Foreign Affairs'(*), publicada por el ‘Council of Foreign Affairs’, uno de los think-tanks más influyentes del mundo en política internacional, advertía explícitamente que “un referéndum legal y vinculante no es una opción realista para Cataluña”. A fe de Dios que intentamos el referéndum para poder contar votos, pero no nos lo permitieron. Por eso hicimos unas elecciones plebiscitarias, donde se cuentan escaños y no votos. Parece mentira que allí lo vean tan claro y aquí todavía mareemos la perdiz con este tema.

(*) https://www.foreignaffairs.com/articles/spain/2016-01-28/farewell-catalonia

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