El 3 de marzo de 2004 se realizaba una venta que hubiera pasado inadvertida de no ser por sus resultados. Lejos de nuestro territorio, por tierras castellanas, dos hindúes que regentaban el Bazar Top vendían tres teléfonos a otros tantos extraños que hablaban correctamente el castellano y entre ellos se comunicaban en un idioma que identificaron como eslavo, búlgaro para más señas.
Unos días más tarde, uno de esos teléfonos apareció en una mochila abandonada en el barrio madrileño de Vallecas. Una mochila que fue incluida como prueba en el proceso seguido contra diversos ciudadanos de origen árabe con motivo de la matanza del 11-M. Los atentados simultáneos de esa matanza, razones y consecuencias son más o menos del dominio público. También el interés de la derecha golpista en atribuir a un grupo vasco la misma.
Aunque para una persona en sus cabales pueda resultar un hazmerreír o lo contrario, un chiste malo, los herederos de todo el aparato que ha dominado los designios de España en la mayor parte del siglo XX, instauraron la llamada “pista vasca” para explicar el 11-M. Cuando las cosas van mal siempre hay un rival al que echar la culpa de todas las adversidades.
La “trama vasquista” fue dirigida por el abogado Del Burgo Tajadura. ¿Razón? Su deuda con el Estado es infinita después de que el Tribunal Supremo le rehabilitará de la acusación de malversación de fondos, cundo fue expulsado de la Diputación Foral de Navarra y condenado por la Audiencia Territorial de Pamplona en el enterrado asunto Fasa. Y así, el 3 de marzo se convirtió en fecha emblemática (28 aniversario de la matanza de Gasteiz), la mochila en motxila y, sobre todo, el búlgaro en euskara.
Sí, sucedió en una crónica parlamentaria y ahora se rebota a un libro cuyo autor es el mismo que lanzó la teoría. Nadie cree en su veracidad, en los corrillos políticos es fuente de comentarios sarcásticos, pero en el escaparate cotidiano sigue siendo uno de los elementos imprescindibles de la conspiración vasca del 11-M. Han convertido un idioma eslavo meridional, balcánico, en la lengua infame de Etxepare.
Y el abogado que lo ha hecho, que lo supongo en privado desternillándose a mandíbula batiente por su ocurrencia, escribe y pontifica sobre el pasado del Viejo Reino, nos cuenta a su especial manera las relaciones amistosas de los monarcas navarros con la corona castellana, relata los itinerarios de los carniceros del 36 con orgullo… en fin escribe la historia oficial de Navarra. ¿Qué fiabilidad puede tener semejante personaje al escribir del pasado cuando señala que edin, dvaldve, tri, chetiri, pet… es la numeración del 1 al 5 en la lingua navarrorum, es decir en euskara? ¿Serán bat, bi, hiru, lau, bost… las formas de numerar en búlgaro?
La mentira (expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, cree o piensa) es el ejercicio que relaciona la historia de los países conquistadores, y sus historiadores o abogados, en relación a los sojuzgados y súbitos. En muchas ocasiones realzamos el paradigma: Gernika fue quemada por los propios vascos, en un acto de desesperación. La ocultación de todo el aparato estatal tanto de su implicación como la de la alemana, llegó hasta nuestros días. Un exministro del Gobierno de Madrid, Ricardo de la Cierva, todavía anda por ahí bordeando la estrafalaria teoría.
¿Cuántas mentiras de este calado hemos aguantado en las últimas décadas? Centenares, miles. Recuerdo que cuando la Policía acabó, en 1961, con la vida de Javier Batarrita en un control de Bolueta porque creía que el muerto era Julen Madariga, las autoridades presentaron el crimen como un ajuste de cuentas entre comerciantes. Incluso identificó al sospechoso, un falangista que se prestó a la pantomima. Veinte años exactos más tarde, por elegir una fecha redonda, la Policía anunció en Madrid la muerte de un etarra: Jesús Urien Orbegozo, natural de Bilbao. Resultó un montaje. La realidad: realizaba el servicio militar en una unidad de equitación de Madrid. La Guardia Civil sospechó y…
Este tipo de versiones (los muertos civiles se producían por lo general cuando las fuerzas policiales “disparaban al aire”) se generalizó hasta el día de hoy, precisamente desde los años más sombríos del franquismo. El inicio del GAL, la muerte de presos, las torturas… cuestiones siempre matizadas por versiones oficiales están plagadas de interpretaciones muchas veces contradictorias (¿en qué se parece el búlgaro al euskara?).
Si alguien ha tenido las ganas y el estómago de leer algunas de las numerosas publicaciones que, en esa línea, la derecha golpista y la izquierda timorata nos deleitan sin respiro, sabrá de qué hablo. Sabrá que los vascos, comandados por Galíndez, tenían varias checas en el Madrid republicano del 36 donde ejecutaban vilmente a sus víctimas. Novedad. Gran descubrimiento. El autor remite a una nota a pie de página para aclarar sus fuentes y ¡casualidad!, la nota no existe. Estos ejemplos son tan numerosos que ya son varios los libros, desde la otra orilla, que se disputan la primacía por destacar las gansadas de los medios, periodistas, historiadores y contertulios hispanos.
La “cuestión navarra” siempre ha sido un elemento crucial en esta permanente intoxicación. Recuerdo, nuevamente y es que la acumulación de años a veces nos hacen mirar más hacia atrás que hacia delante, el Aberri Eguna de 1967 celebrado en Iruñea. En tres días, al margen de cierres (como el de los locales de la peña Mutiko Alaiak), palos, heridos y amenazas, hubo 347 detenidos. La prensa publicó una nota gubernamental (en este caso la he consultado, mi memoria no alcanzaba tanto detalle), en la que se apuntaba que “el pueblo de Pamplona ha aplaudido la actuación policial contra la manifestación de los vascos separatistas”. El Diario de Navarra manipuló con descaro y habló de “la invasión vasca de Pamplona”. Para ello no confundió el búlgaro con el euskara sino que fue más sibilino: De la lista de 347 detenidos en la celebración del Aberri Eguna en Iruñea hizo desaparecer a 113 navarros. De esa forma tan sencilla, las tesis cuadraron a la perfección.
Por eso, por esa sencillez en los postulados, por esa necesidad en encontrar argumentos para reforzar cualquier tesis, por muy peregrina que sea, me permito recordar a los Del Burgo Tajaduras que el 11-M es una fecha simbólica para los navarros progresistas (murió ese día de 1970 Javier Escalada Navaridas, el referente de toda una generación antifranquista). Que el 11 de marzo de 1974, el franquista Aguirre de Cárcer, presentó, en la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea (CSCE), una propuesta redactada en 1937 sobre la necesidad de que se uniesen los diversos Estados de Europa para hacer frente al “terrorismo internacional”, en especial al vasco. Los aniversarios también simbolizan.
Y, sobre todo, en esa línea argumental, que entre los jóvenes poetas búlgaros existe uno con cierta proyección: Vasko Krqpkata. Su nombre no deja lugar a la duda. No puede ocultar su origen. Ahí está el eslabón que faltaba. Por si los investigadores no tienen datos sobre el tal Vasko me permito, desde estas líneas y con humildad, reproducir el inicio de una de sus poesías, versos que nos abren intenciones:
Dqrjavna e zemyata,
otroveni polyata,
zamqrsena e vodata
i podtisnata dushata
Perdón por mi pedantería. No todo el mundo es capaz de traducir esas líneas, así que aconsejo a quien haya llegado a ellas una solución al paso: que se haga con un diccionario euskara-castellano para descifrar su enigmático significado. Comprenderemos, de esa manera, las intenciones del personaje citado reiteradamente en este artículo y el ridículo que está haciendo entre nuestros conciudadanos.
¡Ay, abogado! Si no sería por todo lo que esconde su propósito, por el desprecio hacia nuestra lengua, a sus hablantes y por el poder que destila, las carcajadas provocadas por su tesis se estarían oyendo desde el Serantes hasta Sofía. Y no se ofenda. Otro día hablaremos del tiempo y de MCC, el Grupo Cooperativo Mondragón que un diario madrileño implicó también en el 11-M desplegando a su alrededor una teoría conspirativa de tomo y lomo. Vascos, de nuevo. Aunque resultó que lo de Mondragón era por aproximación: una casete de la Orquesta Mondragón en le salpicadero de una furgoneta utilizada en los atentados del 11-M. ¿Quién de ustedes pasaría un control de calidad?