http://planetasimaginarios.blogspot.com | |
Durante la comida que tuve el honor y placer de compartir con el Sr. Yoshikazu Yasuhiko, progenitor de la saga Para mayor sorpresa, Yasuhiko demostró ser un gran conocedor de la Guerra del 36, por lo que la conversación se volvió cada vez más interesante, hasta el punto de comentar una “anécdota” que desconocía: un japonés combatió en las Brigadas Internacionales y que, al igual que él, era de Hokkaido. Cabe destacar el especial énfasis que Yasuhiko ponía al hacer esta puntualización: Hokkaido es la isla que se encuentra al norte del archipiélago japonés, justo encima de Honshu (la isla principal), y los nativos pertenecen a una etnia distinta a la japonesa , los ainu, aunque la isla en sí ha sido asimilada socioculturalmente casi en su totalidad. También resulta curioso que sea de Hokkaido la activista en Oriente Próximo Nahoko Takato, de quién hablaré en otra ocasión.
El nombre de
Las Brigadas Internacionales son un capítulo controvertido de la historia de la Guerra del 36, como bien señala Yasuda desde la imparcialidad del oriental. Sin embargo, prefiero no seguir alimentando la propaganda nacionalcatolicista que durante años se encargó de denostar a los voluntarios que vinieron desde más de 50 países para combatir contra el fascismo que había derrocado un estado democrático europeo y que lo había sumido en una guerra intestina, muchos de ellos sin experiencia militar y a sabiendas de que podrían ser declarados apátridas en sus respectivos países. Entre ellos destacan nombres como George Orwell, Ernest Hemingway, André Malreaux… junto con otros miles que nunca regresaron a casa.
La biografía de Shirai es tan sorprendente como oscura por momentos. Nació en Hakodate hacia el año 1900 y se sabe que era huérfano, pues fue criado en el orfanato del Monasterio Cisterciense de Tobetsu, aunque pocos datos más se conocen de su infancia y adolescencia, hasta el momento en el que decide enrolarse en un mercante rumbo a los Estados Unidos. Llegó al puerto de Ellis Island en 1929 como inmigrante ilegal y empezó a trabajar de cocinero, a la vez que tomaba conciencia por la lucha obrera y los movimientos antibelicistas, y ser simpatizante del Partido Comunista. Fue entonces cuando conoció a Ayako Ishikagi, exiliada a los EEUU junto con su marido.
Tres meses después del golpe de estado por parte del general Franco y con la declaración del estado de guerra, se alistó como voluntario al primer contingente que partiría de EEUU para apoyar a la República. Otro japonés, Toyosaburo Sekii, quiso alistarse, aunque finalmente se quedaría en suelo americano (como señala Yasuda), al igual que el corresponsal en Europa de un rotativo nipón, Koyoshi Komatsu, que no logró el visado oportuno y tampoco pudo participar (según recoge Florentino Rodao en su tesis doctoral Relaciones Hispano-Japonesas 1937-1945 de 1993, un trabajo de lectura obligada). El 26 de diciembre de 1936 partió el Batallón Abraham Lincoln de Nueva York vía París compuesto por estadounidenses, canadienses, irlandeses, cubanos, puertorriqueños… y un japonés. Shirai, al igual que la gran mayoría de sus camaradas, carecía de experiencia alguna en el manejo de armas y en técnicas militares. A pesar de su pleno convencimiento y decisión de combatir en el frente, se empezaría ocupando de las funciones de cocinero en la base que la XV Brigada Internacional había situado en Albacete. En su biografía, Fischer señala el dato curioso que su especialidad eran los garbanzos, más aún si se tiene en cuenta la escasa presencia del
Las numerosas bajas entre los brigadistas durante la batalla del Jarama en febrero y el apoyo en aumento de los ejércitos alemán e italiano a los sublevados, hicieron que Shirai partiera al frente de Madrid a la sección de ametralladoras: el de Hokkaido aseguraba haber venido para combatir, no sólo para cocinar. Y así fue cómo tomó parte en la batalla de Brunete bajo las órdenes del capitán Oliver Law, el primer oficial afroamericano en la historia del ejército estadounidense. Sin embargo, ninguno de los dos sobreviviría a esta acción militar ni partiría después a la defensa de Belchite. Una bala le alcanzó la cabeza en plena ofensiva en la Colina del Mosquito y cayó abatido. Dio su vida por lo que había cruzado el Atlántico: para defender la libertad y apoyar la lucha de un pueblo que hizo el suyo, al igual que sus camaradas brigadistas. El epitafio que sus compañeros escribieron en su tumba rezaba: “Jack Shirai, antifascista japonés. En honor de su valentía. 11 de julio de 1937”.
Sirva desde aquí este texto para honrar una memoria que no debe caer en el olvido.
????????
Entierro de Jack Shirai en la Colina del Mosquito (fotografía de Sam Walters) |