Es un recibo del siglo XVI hallado por el historiador de Aranzadi Aitor Pescador
La investigación también ha dado con contratos de obras que indican que la fortaleza se volvió a reconstruir en 1637
Un recibo fechado en 1519 y hallado en el Archivo General de Navarra demuestra que la puerta que hoy en día se encuentra en el palacio Jauregizarrea de Arraiotz es la del castillo de Amaiur, tal y como en su día apuntó el historiador Pedro María Esarte y prueba ahora la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
Aitor Pescador, historiador documentalista de Aranzadi, lleva tres años trabajando en el rastreo de materiales históricos en torno a Amaiur, que “está dando muchas sorpresas a nivel arqueológico y también de documentación”. No en vano, tal y como ha ido desvelando la excavación, éste es un emplazamiento muy especial, y no sólo por el valor simbólico que tiene para el Reyno de Navarra, sino porque sobre él se erigieron muchos castillos desde el siglo XII hasta el XIX. En este sentido, la documentación que existe en torno a este enclave es abundante, caso del citado recibo, que apareció hace ya un tiempo en el fondo llamado Papeles de Juan Rena, pero cuyo hallazgo no se ha divulgado hasta ahora “para contrastar bien los datos y confirmar las teorías formuladas tras su aparición”, dice Aitor Pescador, que cuenta que este recibo está fechado el 20 de enero de 1519 y firmado por Pedro de Malpaso, uno de los ingenieros que trabajó en las fortalezas de Navarra. En dicho escrito se detallan los materiales que se emplearon para blindar la puerta, trabajo que realizó Pedro de Olagüe, herrero de Doneztebe. “El encargado de realizar el pago fue Juan Rena, un conocido italiano que manejaba las arcas de Navarra por aquella época”, explica Pescador, que valora el trabajo realizado previamente por Pedro Mari Esarte, quien en su día ya encontró “un documento en el Archivo General en el que se afirmaba que el virrey le regaló al señor de Ursúa (dueño de Jauregizarrea) una lombarda y la puerta del castillo en pago a su colaboración durante la toma de 1522”. Ahora, los estudios de Esarte quedan certificados, ya que el número de clavos y de láminas de metal que se usaron para reforzar la puerta en 1519 y que se indican en el recibo concuerdan con los elementos que conserva la puerta que hoy se encuentra en el palacio de Arraiotz. Para Pescador, este descubrimiento confirma también las teorías precedentes y reafirma “la importancia que tuvieron las obras realizadas en el castillo entre 1513 y 1521 por parte de los castellanos”.
Reconstrucción Por otro lado, el historiador de Aranzadi da cuenta de otro hallazgo que viene a confirmar más teorías, y es que en el Archivo de Simancas se encontró un plano de marzo de 1637, “que se realizó con la intención de definir con claridad lo que se debía de reconstruir para dejar la fortaleza operativa”. A esto hay que añadirle los contratos de obra que se ofertaron en las mismas fechas, hallados en la sección de Protocolos Notariales del Archivo General de Navarra, para obtener materiales para la reconstrucción del castillo. Uno de esos contratos es de hasta 10.000 robos de cal y, como cuenta Pescador, lo ganó Gracián de Urrutia, vecino de Gartzain, “aunque no sabemos si llegó a realizar toda la obra, porque bastante tiempo después hubo una orden de no seguir adelante con el proyecto”.
Esta documentación hace pensar a Aranzadi que “buena parte de lo que está apareciendo ahora en la excavación debe ser lo que se reconstruyó en el siglo XVII”. Este hallazgo viene a confirmar, además, que “la vida de Amaiur fue mucho más larga de lo que no esperábamos”. Y hay más documentos que lo demuestran, como un escrito de finales del siglo XVIII, durante la Guerra de Convención, “en el que un comandante francés ordena destruir el castillo de Maya”, que, por tanto, estaba en activo.
Para Aitor Pescador, Amaiur es “un monstruo arqueológico y documental”. Trabajar en este proyecto es algo “simbólico” para este historiador, por “toda la carga emocional que hay en su historia”. Pero, además, es “un orgullo” por los “grandes investigadores” que le han precedido, aunque también puede resultar “desesperante” por el gran volumen de documentación que gira en torno a esta fortaleza navarra. “En ocasiones, tras descansar unos días, uno se da cuenta de que resulta casi imposible abarcar toda la historia del castillo, pero, desde luego, se intentará”, afirma el investigador.