La pregunta es diáfana: “Si mañana se celebrase un referéndum sobre la independencia de Catalunya, ¿qué votaría usted?”. Hasta un 37% de los catalanes votaría a favor, según el sondeo del Instituto Noxa, publicado el miércoles en estas páginas. En contra votaría un 41% (en marzo era un 44%). El porcentaje de los que dicen que no irían a votar es un considerable 11%, los que todavía no tienen opción representan el 6% (tres puntos más que en marzo), el 3% votaría en blanco (dos puntos menos que hace dos meses), y un 2% no sabe o no contesta.
La primera noticia es que se acorta la distancia (sólo cuatro puntos) entre los partidarios y los contrarios a la creación de un Estado catalán, porque los primeros crecen y los segundos disminuyen. A pesar de la alta cifra de indecisos y potenciales abstencionistas, estos datos no deben menospreciarse por lo que tienen de termómetro político y porque señalan algo que -disculpen la autocita- este cronista explica desde hace tiempo: una parte importante de la sociedad catalana ha decidido (intuyo que de forma irreversible) desconectar mentalmente de España, sobre todo a partir de argumentos racionales. El peso de los intereses en este fenómeno explicaría por qué el porcentaje de favorables a la secesión es superior al 31% de los que se declaran sólo catalanes o más catalanes que españoles. Esta desconexión tranquila, surgida de la centralidad social, es un factor nuevo en la historia, mucho más amplio y transversal que el peso electoral de ERC.
La segunda noticia -tan o más importante que la anterior- es que la tendencia independentista crece espectacularmente entre los votantes del PSC, pues sólo en dos meses ha pasado de un 22% a un 35%. ¿Qué está ocurriendo en la base electoral del socialismo catalán? El asunto no es fácil de analizar, más si tenemos en cuenta que, en las últimas generales, Zapatero obtuvo en Catalunya más de 1.600.000 papeletas. ¿Está creciendo velozmente un público que reclama un PSC separado del PSOE? La hipótesis no es descabellada, a pesar de que ningún dirigente socialista haya levantado esa bandera; a lo más que algunos llegan es a pedir la recuperación del grupo propio en el Congreso. Con todo, estos datos sugieren algo que ya he anotado otras veces: antes de una posible ruptura del marco territorial español, se produciría la división del PSC.
Mientras esta desconexión crece, el sexto intento fracasado de dictar sentencia sobre el Estatut -el pasado miércoles- da la razón a ese 48% que piensa que el Tribunal Constitucional carece de legitimidad. El president Montilla habla hoy en el Senado para solicitar la renovación del TC, un último esfuerzo para impedir el choque de trenes y, de paso, evitar que el actual 37% de partidarios del “adéu, Espanya” supere, tarde o temprano, la barrera psicológica del 50%. Retengan un último dato, muy esclarecedor: en la sociedad catalana, el rechazo a la independencia ha caído casi diez puntos en sólo año y medio.