Trece cuestiones decisivas para la nueva etapa independentista

Las alegrías del independentismo duran poco. Tras los buenos momentos, siempre vienen los complicados. Aunque deberíamos estar acostumbrados, el nerviosismo se apodera de todo y de todos. Y, sin embargo, siempre somos capaces de remontar la situación y volver a creer que todo es posible. Tras el 27-S hemos entrado en uno de estos baches con el asunto de la presidencia. No es una cuestión menor. Pero no nos debe hacer perder de vista otras muchas cosas. Si les parece bien, comentamos algunas:

1. La victoria independentista del 27-S es incontestable. Se ha pasado de 24 diputados explícitamente independentistas a 72. Y ahora estos 72 tienen un mandato democrático que se han comprometido a aplicar: conseguir la independencia de Cataluña.

2. El unionismo ha puesto toda la carne en el asador durante la campaña electoral. Y se les ha chamuscado. Han puesto tanta carne que incluso se les chamuscó el presidente. ‘¿Y la europea?’, Dijo el hombre. Que con todos los medios, presupuesto, guerra sucia, amenazas, discurso del miedo y una participación del 77% no hayan pasado del 40% de los votos es un fracaso estrepitoso. ¡Es que ni sumando Ciudadanos, PSC y PP logran sumar los votos de Juntos por Sí solo!

3. El mito que decía que el aumento de la participación beneficiaba a los partidos españoles se ha destrozado por completo. Se ha roto el techo de participación en unas elecciones al Parlamento de Cataluña y el independentismo ha ganado por mayoría absoluta por primera vez. La mayoría silenciosa ha muerto. Que en el cielo descanse.

4. Hace mucho tiempo que decíamos que el proceso obligaba a todos a expresarse con claridad y a abandonar ‘las putas y las ramonetas’. Y el 27-S castigó con dureza a los que llegaban sin haber hecho los deberes: Unió y Cataluña Sí se Puede. Cuando un estado trata de doblegar una nación con la crueldad y voluntad de humillación que lo hace España, no hay medias tintas: o estás con los que defienden la nación o con los que defienden el Estado.

5. En Cataluña, no hay ningún proyecto alternativo ni viable a la independencia. No hay ninguna combinación que pueda gobernar ni construir una mayoría social sólida. Sin embargo, el independentismo aún debe incorporar un grueso de población que piensa que una España diferente es posible. Quizás hace falta que Podemos pase por unas elecciones españolas y que se haga aún más evidente que no hay mayoría posible en España que pueda cambiar el estado del Estado. Como Cataluña, el independentismo debe ser siempre un espacio de acogida.

6. La generosidad es la llave que abre todas las cerraduras. Y la generosidad de muchos hizo posible una plataforma que ha evitado un batacazo sideral del independentismo el 27-S. En los peores momentos de este proceso siempre se ha acabado imponiendo una solución imaginativa y basada en la generosidad para desatascar la situación. Pasó con la fecha y pregunta, con el 9-N, con la fecha del 27-S, con la guerra de las listas, y ahora puede volver pasar con la investidura del presidente Mas. Calma y confianza. Ni los unos ni los otros no quieren reventar la ilusión y el esfuerzo de todo un pueblo.

7. La demostración de fracaso renovado de las encuestas debería servir para que cuando volvamos a votar no les demos la importancia que les damos cada vez. Los diarios no publican las encuestas para hacer un retrato de la opinión, sino para influir e ella. En este caso, todas las encuestas buscaban que los independentistas se confiaran y que los unionistas se movilizaran. ¿Continuaremos haciéndoles  caso?

8. Podemos estar contentos por muchas razones, pero hay algunas cuestiones que nos deben hacer reflexionar mucho. Por ejemplo, no es nada gratificante que un partido que no ha hecho ninguna propuesta concreta consiga medio millón de votos después de haberse dedicado a bailar en campaña para llamar la atención. Algún problema tenemos si hacer el indio no es motivo de penalización electoral.

9. Ciudadanos hizo una campaña muy floja en cuanto a asistencia de gente a sus actos. Pero sus votantes no necesitan ir a verlos en ningún pabellón ni teatro porque podían ver a sus candidatos día sí día también a la hora punta de las televisiones españolas. Algún día alguien tendrá que escribir un libro sobre la operación Ciudadanos. ¿Quién está detrás? ¿Quién la financia? ¿Qué aparatos del Estado participan e ella? Me parece que algunos que se hacen pasar por neutrales quedarán bien retratados.

10. No creo que la campaña que hemos dejado atrás deba olvidarse así como así. El gobierno de la Generalitat y los eurodiputados demócratas deben preparar un informe exhaustivo sobre la actuación de la junta electoral, las embajadas y consulados y los aparatos del Estado implicados en el buen funcionamiento de unas elecciones (correos, funcionarios…) . La victoria no debe hacer olvidar que se ha jugado el partido con el árbitro absolutamente vendido a uno de los dos equipos. En esta campaña han pasado cosas muy graves y de ello debemos conservar buena memoria.

11. La hoja de ruta del independentismo (con los matices y aportaciones que pueda hacer cada uno) se puede aplicar con normalidad absoluta. Aquellos que hacen bandera del respeto a las reglas del juego deberían aceptar todas las consecuencias de estas reglas. Y la mayoría parlamentaria concede, a quien la tiene, la posibilidad (y la obligación) de aplicar el proyecto político que ha prometido a sus electores.

12. El ritmo de la ejecución de esta hoja de ruta puede resentirse del resultado del 27-S. Una mayoría de voto aún más amplia habría facilitado algunos de los pasos que habrá que dar en adelante. La comunidad internacional no habría tenido ninguna excusa con un 50,1% de los votos. Pero tampoco puede pretender que se imponga el camino que sólo quiere el 39%. La suerte de todo ello es que el 48% del independentismo explícito es ahora el nuevo punto de partida. El 50% está muy cerca. Ellos lo tienen muy lejos.

13. Además, parece que están decididos a empujarnos con fuerza para que lo consigamos antes. El encausamiento judicial de Mas sólo puede responder a una voluntad sorprendente de presentarse al mundo como un Estado que persigue a quienes ponen urnas para que la gente se exprese libremente. Y, para colmo de males, lo hacen de manera que todo el mundo recuerde que el Estado español es el único que en todo el siglo XX fusiló un presidente democrático y aún no ha pedido perdón a los catalanes. ¡Qué ganas que tienen de animarnos a marchar!

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