Abertzales, que lloráis como niños la lehendakaritza perdida que no supisteis ganar como hombres, que clamáis al cielo ofendidísimos por la traicionera estrategia del españolazo Pacolo y sus secuaces opusinos, sabed esto: no hay traición en quien se conduce según su ideario, no hay traición en quien es probo con su escuela de pensamiento, por muy vil y abyecta que esta sea.
Abertzales, la traición es vuestra. Porque habéis permitido que peleles apoltronados llegasen a la cumbre de los partidos que representan vuestras ideas. Porque no clamasteis enfurecidos cuando esos peleles bailaron al son de una España a la que deseaban cautivar y pusieron piedras en el camino de otros líderes honestos que supieron plantar cara a la tiranía. Porque os creísteis la falacia infantil de que 100.000 votos nulos eran de oro, cuando en realidad fueron al retrete en el que el frente españolista convirtió el proceso electoral. Porque unos consentís que os digan que debéis estar cómodos en España y no quemáis los batzokis el día después de oír semejante barbaridad; y otros no os dais cuenta de que la violencia es el último recurso de los incompetentes, y sois la excusa perfecta para que España pueda seguir violando a Euskal Herria impunemente.
Habéis traicionado vuestro deber, como pueblo orgulloso y libre, de exigir a vuestros líderes políticos integridad para decir verdades que duelan y valentía para luchar por la independencia sin medias tintas.
Fracasáis como euskaldunes cada vez que, a cambio de unas migajas electorales, algún partido abertzale baila en Madrid al son del enemigo y vosotros lo consentís con vuestro silencio y apatía.
Fracasáis cada vez que hay una docena de candidaturas abertzales desunidas, que mueren asfixiadas por las estúpida ley electoral vasca, y no decís alto y claro que deseáis un frente electoral euskaldun unido.
Fracasáis porque sois timoratos, autocomplacientes y cobardes; y solo sois capaces de apasionaros con las patéticas andanzas de vuestros idolatrados equipos de futbol en la puta liga española.
Pero sobre todo, fracasáis yendo de potes y enzarzándoos en bizantinas y estériles discusiones, cuando deberíais organizaros valientemente como pueblo para gritar a pleno pulmón “Independencia” en las calles de Euskal Herria, cada puto día de los malditos 365 que os dedicáis a no luchar por vuestra libertad como nación soberana e independiente.