Nuestro mayor avance en aprovechamiento de excrementos se dio tras la guerra del 36
Hace cosa de dos meses se supo que una empresa de Estados Unidos llamada DodyCalls se está abriendo camino en un terreno poco explorado. Se dedican a recoger los excrementos que muchos dueños de perros no recogen. Por una cuota semanal, Jacob D’Aniello y su esposa los allegan y, así, los dueños se ahorran el esfuerzo. Prestan sus servicios a personas, comunidades, calles o barrios de ciudades y urbanizaciones… En el Bloomberg Businessweek, D’Aniello explica que el negocio va viento en popa y sin ninguna perspectiva de perder clientes: “Si un día todo el mundo se levantase y decidiese que les encanta recoger las heces de sus perros, si de repente se convirtiese en la actividad recreativa favorita de todo el mundo, ese día sería terrible para nosotros”. Pero nada indica que eso vaya a suceder. De momento, factura 4 millones de euros al año, y tiene cincuenta y cinco franquicias en aquel país.
Eso, hace dos meses. Ahora la noticia viene de Singapur, donde investigadores de la Universidad Tecnológica han creado un prototipo de inodoro que empezarán a usar el año próximo. Su característica es que convierte la orina y las heces en abono y combustible. Por si eso no bastase, la guinda ecológica: ahorra hasta un 90% de agua. Según Efe, el retrete va equipado “con dos recipientes que recogen por separado las deposiciones líquidas y sólidas, así como con un sistema de succión similar al utilizado en los lavabos de los aviones”. A partir de ahí: “La orina se transporta a una cámara donde se descompone en nitrógeno, fósforo y potasio utilizados como fertilizantes, mientras que los excrementos llegan a un ‘biorreactor’ que los procesa y transforma en biocombustible de metano. El metano es inodoro y se puede utilizar para sustituir al gas natural en los fogones de la cocina o puede ser empleado como productor de electricidad”. Si se demuestra que el invento es útil, pronto será imprescindible en todo edificio políticamente correcto. En cuanto el año que viene den el visto bueno, los constructores -allí aún construyen sin ningún problema- empezarán a ponerlos en las nuevas viviendas.
Ambas novedades -la norteamericana y la singapurense- se dan en países donde la crisis es infinitamente más suave que aquí. Aquí, hundidos en el cenagal, nuestro mayor avance en aprovechamiento económico o de reciclaje de excrementos se dio tras la guerra del 36, en el campo de concentración de Bram, cerca de Castelnaudary, donde, por orden de las autoridades, los exiliados republicanos defecaban en cubos para vender sus heces a los campesinos de la zona. Hace unos años, una espléndida exposición de fotografías de Agustí Centelles en el Arts Santa Mònica mostraba a los hombres en pleno proceso productivo y luego cargando, unos tras otros, los enormes cubos repletos. Que no tengamos que volver a eso.
http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20120719/54326490252/quim-monzo-todo-se-aprovecha.html