Sombras en el nacimiento de un nuevo Estado en el sur de Sudán

El próximo sábado, 9 de julio, nace en el continente africano un nuevo Estado que será reconocido por la comunidad internacional, el estado del Sur del actual Sudán. Un referéndum celebrado el pasado 9 de enero dio el 98,8% de los votos favorables de las poblaciones del Sur de Sudán a su independencia.

La independencia del Sur de Sudán se hará oficial el próximo día 9. Alrededor de este nacimiento hay una serie de sombras, sin embargo: graves problemas sin resolver que hacen temer futuros enfrentamientos.

Como la casi totalidad de estados africanos, Sudán, con sus fronteras, fue un producto del colonialismo europeo occidental. Dentro de este Estado, creado por los británicos, hay un Norte (dominante) habitado por poblaciones árabes, de religión musulmana, y un Sur (dominado) con pueblos negros, de religiones cristianas o animistas.Prácticamente desde la fecha de la independencia (1956) el conflicto entre ambas civilizaciones y religiones se ha expresado en forma de guerra, con un cálculo aproximado de dos millones de muertos.

En 2005 se alcanzó un acuerdo de paz en el que se establecía una autonomía política para las provincias del Sur y un gobierno compartido entre nordistas y sudistas de todo el Sudán, con la promesa de la celebración de un referéndum en 2011 en el que las poblaciones del Sur decidirían su futuro.

El líder del movimiento político y la guerrilla sudistas (Movimiento de Liberación del Pueblo Sudanés, MLPS), John Garang, luchaba por un Sudán democrático, sin que el Norte impusiera la sharia (ley islámica) en el Sur, y federal. De hecho, la guerra civil se extendía no sólo por el Sur sino también por las provincias del centro, como el Nilo Azul y Kordofan. Pero la muerte de Garang en un accidente de helicóptero dejó la dirección del movimiento político y la organización militar sudistas en manos de los partidarios de la independencia. Y los dirigentes del Norte no hicieron nada, ni en el campo político ni en lo económico, entre 2005 y 2011 para ganarse la voluntad de los pueblos del Sur.

Pobreza y petróleo

El resultado del referéndum del pasado mes de enero no dejó ninguna duda sobre cuál era la voluntad de los pueblos del Sur y el 9 de julio de 2011 fue la fecha fijada oficialmente para la declaración de independencia del Sur de Sudán. El nuevo Estado tiene ante sí todo tipo de problemas, empezando por la pobreza que afecta al 90% de su población (viven con menos de un dólar por día) cuando resulta que tiene en su territorio el 80% de la riqueza petrolera de Sudán.

El Norte dominante efectuó muy pocas inversiones en el Sur dominado y el resultado es la carencia de infraestructuras básicas. Hay una enorme urgencia de inversiones en sanidad y educación, y el proceso de independencia ha llevado a que retornaran al Sur, en menos de un año, 261.000 emigrantes que estaban en el Norte. A la gravedad de los problemas económicos y sociales hay que sumar la urgencia de los conflictos políticos, con repercusiones militares.

El poder político dentro del nuevo Estado está en manos de la etnia de los dinkas, la más numerosa, que domina el SPLM (Movimiento Popular por la Liberación de Sudán) y su brazo armado, el SPLA (Ejército Popular para la Liberación de Sudán). Éste, sin embargo, debe hacer frente a varios movimientos rebeldes. En abril del año pasado el general George Athor escindió sus fuerzas del SPLA tras fracasar en su intento de ser nombrado gobernador del Estado de Jonglei, uno de los diez que forman el nuevo Estado, y desde el pasado mes de febrero sus fuerzas atacan a las del SPLA. Este grupo rebelde se llama Movimiento Democrático del Sur de Sudán.

Otra escisión es la del general Peter Gatdet, que ha formado el Ejército de Liberación del Sur de Sudán. Este general tiene un largo historial de cambios de bando y, tan pronto estaba con los sudistas, como con el régimen de Jartum. Hay otros grupos político-guerrilleros menores que hacen la guerra por su cuenta y son sospechosos de estar manipulados por el gobierno sudanés, que los utiliza para desestabilizar el nuevo Estado y favorecer sus intereses.

El problema de Abyei

Ahora bien, el conflicto más peligroso que puede conducir a una guerra entre Norte y Sur, es el dominio del enclave de Abyei, situado en la frontera entre los dos estados. En esta zona se enfrentan desde hace mucho tiempo los dinkas, agricultores sedentarios, con la tribu árabe de los miseriyas, pastores que practican la trashumancia de sus rebaños. El acuerdo de paz de 2005 decidió que una comisión establecería a quién pertenecía esta zona, pero la comisión nunca obtuvo un consenso y el tema pasó a la Corte Internacional de La Haya.

La sentencia redefinió las fronteras en favor del Norte, ya que les daba un rico campo petrolero pero las aguas del río quedaban en manos del Sur. Los miseriyas, que crearon milicias de apoyo al régimen de Jartum durante los largos años de guerra civil y que cuentan con el apoyo del Norte, no quieren renunciar a los pastos por sus rebaños, y el referéndum del pasado mes de enero no se pudo celebró en la zona por falta de acuerdo sobre el censo electoral.

El pasado 21 de mayo, cinco mil soldados sudaneses, con el apoyo de unidades blindadas, ocupaban la población de Abyei y sus 20.000 habitantes huían, refugiándose en el Sur. Están reunidos todos los elementos para una nueva guerra en la zona, donde hay que añadir el conflicto armado de Darfur (oeste de Sudán, donde el régimen de Jartum lucha contra tribus negras, de religión musulmana, con el apoyo de tribus árabes, de religión musulmana).

También hay que mencionar los enfrentamientos armados en las montañas Nuba, en la provincia del Sur-Kordofan, y el hecho de que el presidente sudanés, el general Omar al-Bechir, está inculpado de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional de La Haya -hay orden de detención internacional en su contra-.

El contexto en que se produce el nuevo nacimiento estatal no es el mejor posible, al contrario, hace temer la continuación de viejos conflictos, el surgimiento de nuevos y convertirse en un foco de inestabilidad en la zona. Es preciso, pues, el apoyo internacional al nuevo Estado para estabilizarlo y ayudar a superar sus numerosos problemas y frenar los designios del general genocida que gobierna en Jartum.

Publicado por Tribuna Catalana-k argitaratua