Sin derechos no hay lenguas, y hemos entrado en fase crítica

El fenómeno de la muerte de las lenguas no es nada nuevo. Siempre han muerto lenguas, desde los primeros testimonios conservados de la edad antigua. Debido a relaciones jerárquicas de poder, han dejado de hablarse lenguas que antaño habían sido muy importantes, como el sumerio, que fue sustituido por el acadio, a la vez sustituido más tarde por el arameo. Lo que sí es nuevo es la reducción acelerada de la diversidad lingüística a escala mundial.

Los expertos afirman que desde la llegada de Colón a América, la diversidad lingüística se ha reducido un 50% en cinco siglos. De las lenguas habladas hoy en día, se afirma que entre un 50% y un 90% no llegarán al siglo XXII. La entrada de Europa en el mundo moderno y la llegada de sus imperios a América es el pistoletazo de salida de esta nueva tendencia, que sistematiza, difunde y amplifica los procesos de sustitución lingüística en el mundo.

Durante la edad moderna, en Europa, se dan diversos procesos que acabarán definiendo la homogeneización mundial como política central de las potencias occidentales: la formación del Estado moderno y, con el nacionalismo, la aparición del Estado-nación. La construcción de los estados nacionales, que aún dura hoy en día, plantea la homogeneización lingüística y cultural de los ciudadanos del Estado como imprescindible para el funcionamiento de este.

Internacionalmente, estas potencias europeas se convertirán en imperios coloniales. El imperialismo y el colonialismo, vigentes aún hoy, impondrán la visión europea sobre el mundo y acabarán preconizando el modelo de Estado-nación al resto de continentes. Esta visión occidental que exige la homogeneización ya ha comenzado a ser fatídica para la diversidad lingüística en Asia y América, y en menor medida en África.

En estados como México o Brasil, el establecimiento de estados nacionales se conjuga con ideologías todavía coloniales e imperialistas que atentan contra las propias comunidades indígenas. En China, el modelo “un Estado-una lengua” está provocando ataques contra los derechos lingüísticos que se convierten en indistinguibles de ataques contra los derechos humanos, con el ejemplo de los campos de ‘reeducación’ para uigures en Xinjiang, o Turkestán Oriental. Las bases ideológicas establecidas en la edad moderna, pues, continúan plenamente vigentes hoy en día y son amplificadas por el fenómeno contemporáneo de la globalización.

La unidad nacional es vital para la consolidación del mercado nacional -el Estado como unidad económica y financiera básica del sistema capitalista.. Toda lengua y cultura diferentes a la adoptada por el Estado son vistas como un peligro en esta unidad y se trata de eliminarlas. La lengua es el elemento cultural más sobresaliente que define identidades colectivas, y es también el elemento más visible y la herramienta vehicular de cultura por excelencia. Así, se convierte en uno de los objetivos principales del ataque a la diversidad por parte del sistema capitalista organizado en estados-nación.

Un proceso con ritmos diferentes

La intensidad y el éxito con que los estados nacionales y los organismos internacionales han atacado la diversidad lingüística depende de muchos factores. Allí donde los estados nacionales se han formado antes, la represión ha sido más larga. Las ideologías lingüísticas de las diferentes áreas del mundo también tienen incidencia en ello.

En Europa, con las notables excepciones de Bélgica y Suiza, el Estado y el proyecto nacional que lo acompaña son asumidos como propios por las poblaciones europeas, que en buena parte aceptan la premisa “un Estado-una lengua”, asumiendo así la ideología lingüística monolingüe dominante. Los estados europeos han obtenido éxitos dispares en la imposición de la lengua única. Francia es quizás el Estado más exitoso, contrapuesto a casos como el de España, definido a menudo como un Estado-nación fallido por el fuerte contrapeso de Cataluña y el País Vasco contra el proyecto nacional de matriz castellana.

A escala global las áreas tradicionalmente más multilingües, como África subsahariana y algunas zonas de Asia, con estados más recientes y menos consolidados, resisten mejor estos ataques que en lugares con una mentalidad más monolingüe, como América del Norte o Europa. Este aspecto es importante porque la mayor parte de la diversidad lingüística actual se concentra en territorios de estados africanos y asiáticos, que a pesar de que son hostiles a estas lenguas, no han tenido todavía la capacidad para borrarlas.

(En el mapa que encabeza el artículo se muestra la diversidad lingüística en los diferentes territorios. Podemos ver cómo hay áreas con una concentración mucho más alta de lenguas: son las áreas con mayor diversidad lingüística las que concentran más lenguas amenazadas. Fuente: Endangered languages project. http://www.endangeredlanguages.com/)

Vigencia actual del ataque contra la diversidad y los derechos lingüísticos

Los mecanismos para ejercer esta opresión contra la diversidad lingüística son diversos y van desde la obligación de conocer la lengua estatal hasta la creación de contextos donde se impone el uso de esta nueva lengua (administración, productos sólo en lengua estatal, movimientos de población tanto autóctona como foránea). Podemos observar las vulneraciones de los derechos lingüísticos de los hablantes de lenguas minoritarias, en cuatro aspectos:

El monopolio estatal de la violencia le ha permitido ejercerlo para vulnerar derechos lingüísticos (y humanos). Habiendo visto los ejemplos de los campos de reeducación de China, también hay que mencionar casos de democracias liberales reconocidas: Canadá y Australia hasta los años 70 se dedicaron a secuestrar niños hijos de poblaciones nativas para ‘salvarlos’ y enseñarles la lengua de la ‘civilización’.

El nivel legal es el más tangible de todos. Todavía hoy hay leyes que mantienen la imposición de lenguas estatales sobre comunidades de hablantes de otras lenguas. Esta imposición tiene muchas afectaciones y vulnera los derechos de los hablantes a la hora de relacionarse con la administración y en todo lo que de ello se deriva. Esta cuestión, lejos de estar mejorando, se mantiene o empeora. Una muestra de estos hechos es el informe anual que publica la Plataforma por la Lengua (1) que recoge toda la nueva legislación que impone el castellano en Cataluña, Aragón, Valencia y las Islas Baleares, garantizada por el precepto de la Constitución española que obliga de conocer el castellano a todos los ciudadanos (artículo 3.1). Lo podemos ver también en el impedimento de poner el nombre en bretón a un recién nacido porqueamenaza la unidad del país en Francia.

En muy pocos casos, a escala europea, encontramos un blindaje real a nivel legal de los derechos de los hablantes de lenguas no estatales: Bélgica o el caso sueco en Finlandia. Y todo ello ocurre a pesar de que la misma legislación en prácticamente en todos los estados considera que hay que ‘proteger y cuidar’ el patrimonio cultural que representan las lenguas.

La vulneración se acompaña de discursos favorables a la nueva lengua y despectivos hacia las lenguas no estatales, como muestra este anunciode la televisión pública italiana de principios del siglo XXI (2). Esto responde a la voluntad del Estado de promover ideologías y actitudes lingüísticas monolingües, que convierten a la propia población en elemento que vulnera derechos lingüísticos de comunidades de hablantes de lenguas minoritarias. Este fenómeno es especialmente patente en figuras de autoridad, que aprovechan la situación para impedir el normal uso de lenguas minorizadas a otras personas, como podemos ver en este recopilación de casos (3).

Finalmente, el mercado y las instituciones supraestatales, en el contexto de la globalización, actúan también vulnerando derechos lingüísticos de los hablantes de lenguas menos habladas o más desprotegidas legalmente. Esto ocurre sobre todo en el comercio, uno de los ejemplos claros es el etiquetado, que cuando depende de las grandes empresas, estas obvian las lenguas pequeñas. Lo muestra este estudio sobre el etiquetado en supermercados en Cataluña (4). No es sólo el Estado quien las ataca, sino también el mercado.

Podemos ver que, por tanto, esté mejor o peor la situación de una lengua, aunque se detenga la represión más visible y feroz, las vulneraciones persisten.

Resistencias contra la reducción de la diversidad lingüística y la vulneración de derechos lingüísticos: la respuesta internacional

La respuesta internacional a esta vulneración de derechos ha sido escasa e insuficiente. Para empezar, la principal institución internacional, las Naciones Unidas, promulgó la primera Declaración Universal, la de los Derechos Humanos, en 1948, y más adelante ha promulgado otras, pero nunca ha apoyado una declaración de los Derechos Lingüísticos.

La UNESCO ha hecho varias acciones por la diversidad lingüística. Promulgó una Declaración Universal sobre Diversidad Cultural (2001), aunque la lengua apenas aparece. También publicó el Libro Rojo de las Lenguas Amenazadas (5), proyecto que fue actualizado en 2009 con la publicaciónen ‘on line’ del Atlas Interactivo UNESCO de las lenguas del mundo en peligro (6). La UNESCO también ha apoyado la Declaración de Friburgo sobre los Derechos Culturales (2007), que incluye, entre otros, el derecho a ser educado en la lengua propia. Estos proyectos, si bien son importantes para entender la magnitud de la desaparición de la diversidad, no han ido acompañados de proyectos de reversión o prevención.

La Declaración Universal de Derechos Lingüísticos (1996) es el texto (7) más importante en materia de derechos lingüísticos a escala internacional. Estuvo impulsada por el PEN Internacional, el Centro Internacional Escarré para las Minorías Étnicas y las Naciones (CIEMEN) y unas sesenta ONG, con el apoyo también de la UNESCO. De esta declaración se deriva el Protocolo para la Garantía de los Derechos Lingüísticos (2016).

De hecho, el PEN Internacional, asociación de escritores, traductores, editores y correctores, es una gran institución que está realizando muchos esfuerzos para promover los derechos lingüísticos a escala internacional (8), especialmente de comunidades indígenas. Es de destacar el Manifiesto de Girona (9) por los Derechos Lingüísticos (2011).

Por último, a escala europea, hay que mencionar la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias, impulsada por el Consejo de Europa en 1992, que pretendía garantizar los derechos de los hablantes de ‘lenguas regionales y minoritarias’. Esta carta, que no ha sido ratificada por todos los estados, y que por tanto no es de obligado cumplimiento para todos los estados europeos, topa con las limitaciones de los marcos legales estatales, que mantienen la minorización. Además, se queda corta a la hora de revertir la situación de muchas lenguas.

Aunque es muy real el problema de organizaciones supraestatales para inmiscuirse en las políticas de los estados-nación, la realidad es que los derechos lingüísticos aún distan mucho de ser reconocidos y respetados internacionalmente. Temas como la emergencia climática, las oleadas migratorias o la extinción de especies, o también el derecho a la vida, el trabajo o la educación, ocupan páginas y minutos de las secciones internacionales, pero el hecho de que entre un 50% y un 90% de las lenguas que se hablan hoy en día desaparecerán en el transcurso del presente siglo no ha creado ninguna alarma social a escala internacional.

La respuesta local

Localmente, la defensa de los derechos lingüísticos de los hablantes muchas veces recae en movimientos sociales y activistas lingüísticos, además de algunas instituciones -siempre de escala local o regional-. Esto sucede por la poca implicación en la defensa de los derechos lingüísticos de las instituciones internacionales, tanto europeas como mundiales, como hemos visto, y por la inacción u hostilidad de las instituciones estatales.

 

Las instituciones locales y regionales de las áreas con lenguas como el gallego, el galés o el frisón, entre otros, tienen departamentos o servicios de política lingüística y de protección de los derechos de los hablantes. Este intento de protección, sin embargo, se convierte en parcialmente ineficaz por culpa de la legislación estatal que da supremacía a las lenguas dominantes y sólo puede actuar en casos muy concretos.

En este ámbito es interesante hablar de las Gaeltacht, zonas de Irlanda donde había una mayoría de hablantes de gaélico y donde, teóricamente, el Estado de la República de Irlanda garantizaba todos los derechos a los hablantes de gaélico irlandés. A pesar de este reconocimiento, desde la independencia de Irlanda las Gaeltacht sólo han ido retrocediendo.

La actuación de los gobiernos locales y regionales, en los casos de las lenguas en situación más precaria, muchas veces cae, además, en un folclorismo que no acaba garantizando ningún derecho lingüístico a los hablantes y se recluye simplemente en elemento simbólicos -como la señalización bilingüe municipal o el nombre de algunas instituciones-. Es el caso del casubio o el mirandés, por ejemplo.

Todavía a escala local, el actor más importante en defensa de los derechos lingüísticos es la sociedad civil organizada. Asociaciones y organizaciones denuncian situaciones o simplemente generan lo que el mercado y el Estado no les proporciona: libros, radios, escuelas, clases de lengua, etc. A pesar de que para muchas lenguas estas actuaciones son cruciales para mantener una cierta vitalidad, difícilmente llegarán nunca a revertir la situación general de la lengua. Están limitadas debido a que muchas veces tienen una financiación muy pequeña y funcionan con base en el voluntariado o con profesionalización muy escasa. Además, se encuentran con trabas administrativas para desarrollar sus actividades.

Hay varias en Europa, y muchas están coordinadas. Es el caso, por ejemplo, de las escuelas inmersivas en lenguas minorizadas en el Estado francés: Ikastola en Iparralde, Diwan en Bretaña, Bressola en la Cataluña del Norte o Calandretas en Occitania. También es el caso de algunas asociaciones que buscan la promoción de la lengua en un sentido más amplio, como ‘Cymdeithas yr Iaith’, en Gales o la Plataforma por la Lengua en los territorios de habla catalana.

El período crítico de la reducción de la diversidad

La reducción de la diversidad lingüística está pasando por una época crítica. Del mismo modo que con el cambio climático, si no se actúa con celeridad y efectividad, podemos perder irreversiblemente la mayor parte de nuestro patrimonio lingüístico. La consolidación y defensa de los derechos lingüísticos, que pasa por ser promovidos y divulgados en todo el mundo, es imprescindible para revertir los procesos de sustitución lingüística y mantener la diversidad. Mientras no se pueda cambiar el sistema capitalista que lleva inexorablemente a la homogeneización lingüística y cultural, las resistencias locales mediante redes de activistas y todo el apoyo institucional que se pueda conseguir los estados nacionales serán sólo parches en un barco que se hunde aceleradamente del cual muy pocas lenguas se salvarán.

(1) https://www.plataforma-llengua.cat/media/upload/pdf/novetats_legislatives_en_materia_linguistic02_1571310685.pdf

(2) https://www.youtube.com/watch?v=GhwTc0FM9zg

(3) https://www.plataforma-llengua.cat/media/upload/pdf/discriminacio-ling-cat_246_11_2359.pdf

(4( https://www.plataforma-llengua.cat/media/upload/pdf/letiquetatge-de-productes-de-marca-propia-2017_1520337510.pdf

(5) https://es.wikipedia.org/wiki/Libro_Rojo_de_las_Lenguas_Amenazadas

(6) http://www.unesco.org/languages-atlas/en/atlasmap.html

(7) https://www.pencatala.cat/wp-content/uploads/2016/02/dlr_espanyol.pdf

(8) https://pen-international.org/es/promoviendo-los-derechos-linguisticos

(9) https://www.pencatala.cat/programes/drets-linguistics/manifest-de-girona/

NATIONALIA.CAT

https://www.nationalia.cat/opinio/11289/sense-drets-no-hi-ha-llengues-i-hem-entrat-en-fase-critica