Este artículo no va a ser un ensayo sobre quien es más vasco dentro de Euskal Herria y quien es menos. Tampoco voy a sumergirme entre las muchas pruebas de identidad nacional que continúan siendo paisaje y paisanaje de estas tierras que miran al norte, siempre al norte, desde la misma ribera del Ebro.
La Ribera es una tierra recia a la que la lluvia cuando llega lo hace siempre en trompa y a destiempo, en plena cosecha o con los frutos maduros. Es una tierra en la que caminar siempre levanta polvo, no hace falta arrastrar los pies.
La Ribera y los ribereños somos así.
Recios de sentimientos y acostumbrados a pisar fuerte, sin arrastrar los pies, por donde pasamos. Miramos al cielo solo cuando amenaza tormenta, el resto del año calienta demasiado el sol que lo ilumina.
Ser navarro en la Ribera es normal ya que todo nacido en Navarra es navarro, serlo y ser vasco es mucho más difícil si me apuran.
Desde hace unos cuantos años, muy pocos si nos fijamos en la historia, un nacionalismo vasco le ha negado su propia identidad y eso desde la Ribera, desde Navarra, no se admite. Es, si me apuran, como mentarle la madre.
Son apenas cien años, más o menos, empeñados en llamar a esta tierra Euskadi y a sus habitantes vascos, cien años empeñados en negar Navarra porque sus intereses políticos, los de unos pocos, no cuajaron en ella. Tampoco lo han intentado sea dicho de paso.
Son muchos menos, no llega a treinta, los en los que estos mismos, quienes han etiquetado el label vasco y el rh vasco, la dejaron sola y abandonada. Sus mayorías políticas podían no serlo y eso es demasiado para un partido que nació provinciano y que no ha superado todavía esa condición.
Muchos navarros, yo entre ellos, sabemos que Euskal Herria es nuestra nación y que nosotros, Navarra, solo somos una provincia mas. Algunos nos negamos incluso a la división romántica del zazpiak bat (las siete son una) por el seiak bat (las seis son una). Navarra es una.
En Navarra, tanto en mi Navarra de hace cincuenta años como en esta Navarra actual, lo primero que han aprendido sus políticos es a negar su propia historia, a confundirla, a mentirla y negarla. En esta Euskadi provinciana hacen lo mismo negándole, algunos, su acatamiento.
Navarra debería ser referencia inmediata para Euskal Herria ya que ambas son una y llegan a confundirse apenas si uno mira atrás en la historia.
Es una historia que nos habla de una Navarra Marítima, que nos recuerda la Toponimia vasca de la Ribera, donde Amaiur continua siendo un símbolo de independencia, donde los castillos de Xabier, Olite o Artaxona recuerdan un pasado guerrero. Que solo las armas, la traición y la mentira hicieron de aquel Reyno una provincia, donde sus hombres más importantes fueron independentistas y navarros.
Navarra no va a dividir Euskal Herria en un provincialismo que negaría su propia historia, los navarros tampoco lo vamos hacer. Navarra quiere conformar, algunos navarros estamos empeñados en ello, una Euskal Herria sólida y firme.
Ser navarro y ser vasco en la Ribera, ser navarro y ser vasco en toda Navarra entera, no pasa por considerar a Euskadi como una nación.
Sí a Euskal Herria, el pueblo que habla euskera. Sí a Navarra y su linguae navarrorum como primera referencia escrita a nuestra lengua de la cual la gran mayoría, yo mismo, son analfabetos por obra del odio que sus políticos han sentido por su propia identidad y a favor de un centralismo interesado.
No se pertenece a Euskal Herria porque nos de permiso y label un poder torpe e interesado. Se pertenece porque se ha nacido entre sus mugas y porque se siente así. Tampoco se deja de pertenecer porque otro poder, también interesado solo en su propio ombligo, lo niegue.
Se pertenece a Euskal Herria si se ha nacido en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa, Lapurdi, Nabarra o Zuberoa.
Nacer en Navarra y ser navarro es lo mas natural del mundo.