No hay manera: Cataluña está llena de gente que no quiere entender cómo funciona el Estado español. O que quiere hacer ver que no lo entiende, algo que a los “poderes troncales” de Madrid seguro que les hace mucha gracia y los descoloca. No cuesta mucho imaginarse el monarca partiéndose el culo, entre sopa y sopa de verduras eco, acompañado de su corte de reyezuelos de los medios de comunicación, reyezuelos judiciales, reyezuelos empresariales, deportivos, policiales, paramilitares y militares golpistas y otras especies que tienen clarísimo cómo funciona lo del poder. El de verdad, no las tonterías infantiles con las que juegan en Barcelona quienes piensan que saben qué es el poder o aspiran a controlarlo.
A ver, ¿qué ser humano medianamente sensato puede esperar a que un Estado renuncie “gratis et amore” (esto siempre queda muy bien, en latín) a sus instrumentos de represión y de acojone general?
Traducido al cristiano: ¿de verdad creéis que desmontaremos, “por vuestra cara bonita” y por cuatro votos, todo lo que nos permite tener cogidos por los dalloneses? Es evidente que ya sabéis que no le daremos ni la autodeterminación ni la amnistía, ni hartos de gintónicos y chupitos de orujo, ¿pero de verdad se ha creído que desmontaremos un sistema judicial, vagamente inspirado en la ley, que nos permite teneros de rodillas por los siglos de los siglos?
Catalanes, catalanas, lo de la sedición ha resultado de lo más eficaz para pegaros, destrozaros, asustaros, deprimiros… ¿y ahora piensa que lo desmontaremos? No habéis entendido nada.
Como dicen los sabios: si funciona, no lo toques.
Y lo cierto es que funciona. Como también es verdad que no se trata de una cuestión legal, aunque se diga que todo esto tiene el sentido de adaptar la legislación española a la modernidad europea. Bla, bla, bla… Va de otra cosa. No va de leyes, sino de jueces dispuestos a hacer sentencias creativas, de policías y paramilitares entusiasmados con hacer el ridículo si a cambio contribuyen a salvar a España, de dueños de medios de comunicación que dictan a sus esclavos políticos lo que deben decir o hacer… No va de leyes, ¿es que no lo habéis entendido todavía? En todo caso, va de la Ley del Embudo, constitucionalísima, que es la que permite trasvasar el franquismo a la democracia, contaminarla de purines y llenarse la boca con las bondades del estado de derecho.
¿Y pretendéis, almas de cántaro, que renunciemos a las maravillosas virtudes de los delitos de sedición y rebelión, mezcladas con el toque mágico de la malversación, que tan bien han funcionado estos años y que tanto han contribuido a arruinar la vida de los valientes, espabilados e ingenuos que no midieron suficientemente bien su fuerza?
Os habéis bebido el entendimiento. Ahora que os tenemos apaleados, arrodillados y derrotados, ahora, justamente ahora, ¿pensáis que a cambio de votar unos presupuestos renunciaremos a la bomba atómica? ¿A una bomba eficacísima que nos ahorra el ridículo espantoso de sacar los tanques a la calle, que encima vete a saber cómo podría acabar?
¿Y de verdad creéis que os concederemos el derecho a la autodeterminación y la amnistía? ¿Por qué razón deberíamos haceros caso? ¿Porque queda bonito? ¿Para votar unos presupuestos o el CGPJ o la ley trans? ¿Para pactar unas cuotas caseras de poder? ¿Por un puñado de inversiones que no veréis nunca?
Venga, bajaos de las nubes: cuando esté clarísimo que vuestros supuestos líderes se hayan rendido del todo, quizás, benévolamente, salvaremos a unos cuantos, los que nos puedan ser útiles. Al resto, los continuaremos pasando por la piedra hasta el día del juicio final, al atardecer, que no hay prisa: servirán de advertencia para los que quieran jugársela.
Hace siglos que no entendéis que la “Nueva Planta” es justamente eso. Y si queréis otra “Planta”, tendréis que aprender las lecciones de 1714, 1939 y 2017, e incluso otras más antiguas, que ya no recordáis. Por cierto, y no hace falta que nos deis las gracias, un consejo: esto va de quién aguanta más y no de quien tiene más razón, como podéis ver, gratuitamente, en Ucrania. Por si no lo sabíais, que parece que no.
Y ahora, si lo deseáis, continuad perdiendo el tiempo y liando la madeja con el espantajo de la sedición y sus batallitas pueriles. No sabéis lo hartos de risa que nos estamos poniendo. Os hemos tomado las medidas y os hemos hecho un traje clavadito.
EL MÓN